No es una novedad el pensar que emprender en España es una profesión de alto riesgo. De alto riesgo puesto que no solo va tu energía en el proyecto, también tu tiempo y sobre todo tu patrimonio. Podrías estar pensando que es una opción personal el emprender, y así es, pero en ocasiones es la única manera de generar autoempleo.
Mantener una idea, un proyecto y sostenerlo en el tiempo lleva a muchos momentos de dudas, de falta de motivación, de sentimientos de soledad. Somos seres sociables por naturaleza (aunque cada vez las nuevas generaciones están más aisladas a través de la tecnología) y el trabajar solo, crear solo, y mantener la motivación solo todo el tiempo, en ocasiones se hace imposible. Se habla muy poco de la salud mental de los emprendedores, de lo que cuesta y de que es imposible estar fuerte mentalmente hablando siempre (sobre todo cuando muchas veces sientes que el sistema juega en el equipo contrario).
Supongo que es más fácil hablar de lo malos que son los empresarios (la mayoría pequeños emprendedores) que de las trabas y realidades a las que se enfrentan
todos los días. Pero cambiemos de tercio y hablemos de las bajas tasas de natalidad en España, y de los insostenible que es todo el sistema si no hay más nacimientos y si no entra más gente a trabajar. Hablemos también de igualdad, y sobre todo de corresponsabilidad real en el momento de hacer crecer las familias.
En España sigue siendo la mayoría de las mujeres las que piden reducción de jornada cuando aumenta la familia, siguen siendo las mujeres las que “tradicionalmente” renuncian a parte de su carrera profesional. En lugar de aceptar esto, se debería hablar más de igualdad real, y de instaurar la CORRESPONSABILIDAD como pauta prioritaria, en la que son ambas partes de las parejas las que se responsabilicen de los hijos. No se trata de decir que los
hombres son malos malísimos (como se hace desde la parte política), se trata de que nuestra sociedad tiene que avanzar en que todos seamos responsables de
nuestra descendencia, sin sesgos y sin prejuicios.
Estarás pensado que he hecho un cambio de tema radical en medio de esta columna de opinión, pero la realidad, es que era necesario expresar estos datos, para poder ahondar en un tema del que se habla poco, del que el Estado se preocupa más bien nada, y que siempre se queda fuera de cualquier diálogo “social”. Emprender y ser madre. Vivimos en un país en el que antes de la idea tienes que “pasar por caja”, un país en el que para crearte tu propio trabajo tienes que pagar una de las cuotas más locas de Europa (pagas para cobrar, si sumas y restas el resultado es bastante insoportable); un país en el que se entiende muy poco al emprendedor que saca su negocio adelante, ya que, si quiere crecer un poco y necesita contratar, la maquinaria del sistema hace que esa loca idea de querer crear empleo te pueda llevar a la ruina.
Una profesional que desarrolla su labor en solitario tiene que pensarse muy y mucho el querer ser madre. Pongamos el caso más desfavorable, una mujer con embarazo de alto riesgo, madre soltera a la que le prescriben reposo. Esa emprendedora en ese justo momento ha de desconectarse del sistema, su empresa no puede seguir, ya que, si no trabaja, no factura, ergo no puede pagar. La ministra nos dirá que puedes solicitar una reducción de cuota, o una supresión de esta por baja maternal y diferentes aspectos, pero eso no implica ni que tu opción profesional prospere, ni tampoco que garantices que una vez des a luz, tu autotrabajo seguirá ahí.
Siento que hay una desprotección absoluta, en la que te hacen casi decidir entre ser mamá o crear tu propio trabajo. Estamos ante un sistema laboral que criminaliza al que crea empleo, al que se esfuerza; para premiar al que decide no hacer nada pero que tiene un poder suficiente en cuanto a masa de votantes para garantizar un proceso electoral (de este comentario quedan excluidas todas aquellas personas vulnerables a las que es el País y no los individuos tienen que proteger).
Que faltan incentivos para emprender en España es una realidad (nada nuevo), pero que además cuando llega la maternidad se hace más complejo, es un iceberg al que no se quiere atender. Luego hablaremos de igualdad, hablaremos de conciliar, y hablaremos desde un micrófono sobre el bien y el mal, pero la realidad es que España ser mujer, profesional, emprendedora (sin trabajadores) y ser madre, se presumen una combinación radioactiva. La soledad de la emprendedora es una bomba que algún día tendrán que tratar con valentía, porque no se puede responsabilizar al que cumple de que no nazcan niños, no se puede responsabilizar a una emprendedora que quiere tener familia de que elija no tenerla debido a que ha de dejar lo que la sostiene de lado.
Con este artículo no busco crear diferencias entre hombres y mujeres en general, pero si quería permitirme abordar esta casuística concreta; no podemos tener el “Gobierno más social” (véase la ironía) y abandonar realidades tan sensibles. La soledad de la emprendedora no va a desaparecer porque desde la política no se hable de ella, no va a desaparecer porque se mire a otro lado, no va a desaparecer porque se hable de una igualdad (política) que es muy poco igual.
Esa soledad no va a desaparecer hasta que deje de ser invisible.