El partido que la selección española femenina jugó y perdió en Wembley esta semana, además de la derrota, trajo una grave lesión para la internacional española Tere Abelleira. La centrocampista se rompió el ligamento cruzado de su rodilla izquierda en el entrenamiento la víspera del partido, lo que la apartará de los terrenos de juego unos 10 meses. Su ausencia es un varapalo para su club, el Real Madrid y para la selección española en los partidos que le restan de la Nations League.
Abelleira es una más en la larga lista de futbolistas que han sufrido o sufren esta lesión. La plaga de roturas del ligamento más complejo de la articulación rotuliana se ha asociado a menudo, en el fútbol masculino, a la sobrecarga del calendario. Si en el fútbol masculino es preocupante la incidencia de esta lesión, lo es más aún en el fútbol femenino.
En el último Mundial de Australia, algunas de las selecciones más importantes se vieron directamente afectadas por esta plaga, como la selección inglesa, que no pudo contar con su delantera Beth Mead ni con la capitana, Leah Williamson, o la holandesa, que perdió a Vivianne Miedema. La selección española pudo contar con Alexia Putellas, que se recuperó a tiempo aunque no en su mejor forma tras superar la rotura de su cruzado que se produjo el verano anterior.
La alta presencia de esta lesión del cruzado ha hecho a la medicina deportiva buscar los factores que pueden provocarla y buscar la forma de minimizarla y prevenirla.
Hace tiempo que la doctora Eva Ferrer, especialista en salud femenina y deporte en el Barça innovación Hub investiga sobre los factores de riesgo en las lesiones en el fútbol. En el caso de las jugadoras, dos factores parecen influir de manera determinante en la alta incidencia de la lesión de ligamento cruzado, uno es el anatómico y otro el hormonal.
La configuración del cuerpo de la mujer, con las caderas más anchas que el hombre, determina a menudo que al saltar, el movimiento de apoyo sucede metiendo las rodillas hacia dentro, lo que genera un movimiento estresante para el ligamento que puede favorecer su rotura. Identificando ese patrón en las jugadoras que lo presentan, se podría preparar un entrenamiento muscular específico para que la rodilla caiga perfectamente alineada en el momento del apoyo tras el salto.
El pasado noviembre, la doctora Ferrer presentó durante el I Congreso Internacional de Fútbol Femenino celebrado en Irún una ponencia muy interesante sobre el otro factor que puede influir en las lesiones de las futbolistas, el factor hormonal. No es que el hecho de tener la menstruación, per se, provoque lesión alguna, pero sí se han establecido interesantes conclusiones en cuanto al entrenamiento vinculado al momento del ciclo menstrual. Explicó allí la doctora cómo las hormonas, en función del momento del ciclo menstrual en el que se encuentre cada jugadora, pueden aumentar el riesgo. Durante la preovulación los estrógenos y la relaxina suben, ambas hormonas están relacionadas con mantener una mayor laxitud del ligamento. Así, a mayor laxitud, menos capacidad de tensión y mayor riesgo de lesión.
Es una gran ventaja conocer por tanto en qué momento del ciclo se encuentra cada jugadora para minimizar el riesgo, pero a la vez entraña una gran dificultad para el entrenador individualizar los entrenamientos teniendo en cuenta este factor, en un deporte colectivo. ¿Aplicarlo en las alineaciones? Quizás pueda ser una información a tener en cuenta por el técnico en una plantilla amplia y de calidad como la del FC Barcelona o la de la selección española, pero pocos equipos más tendrán seguramente capacidad para incorporar el “factor corrector” del ciclo menstrual de sus jugadoras a la hora de calcular el entrenamiento que precisan o los minutos de juego.