Opinión

La machosfera no solo está en el espacio digital

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Si hay un término que ya se maneja con soltura en cualquier conversación, es el de machosfera. Está presente en charlas de bar, a la salida del colegio, en discursos políticos y programas de televisión. Machosfera proviene del término inglés manosphere, que une man (hombre) con sphere (esfera) y se utiliza para designar aquellos grupos de hombres que se encuentran en el espacio digital para defender la masculinidad tradicional ante los avances en igualdad.

Este grupo de hombres son a la vez creadores y consumidores de contenidos, y, tal y como lo describen algunas activistas y periodistas, está formado por influencers y pequeñas comunidades que alertan sobre una supuesta de pérdida de derechos de los hombres, buscan mujeres cumplan con el rol de esposa sumisa, llevan una disciplina de ejercicio casi militar y califican a las mujeres con expresiones deshumanizantes.

Así como poner nombre a las problemáticas sociales es fundamental para identificarlas, también lo es hacer un retrato fiel del sujeto o sujetos que las encarnan. Si no sabemos quiénes son, jamás podremos ponerles freno. La machosfera no son solo cuatro veinteañeros con una webcam y una silla gamer idolatrados por avatares de ficción, es una estructura mucho más amplia y estratégicamente articulada que incluye figuras políticas, aplicaciones digitales y medios de comunicación. Este grupo reaccionario opera simultáneamente dentro y fuera del espacio digital y se compone tanto de personas anónimas como de otras reconocibles e incluso famosas.

Para entender este repunte de la misoginia, y hacernos una idea de su poder y de su alcance, es imprescindible entender cómo se articula y qué agentes la alimentan. ¿Por qué creen ciegamente millones de personas lo que dice un chaval al que ni siquiera conocen? ¿De dónde provienen las consignas y los datos que maneja? ¿Cómo llegan los contenidos que genera a la gente joven?

La machosfera también son algunas figuras políticas

Para que influencers y youtubers hagan ostentación pública de ideas retrógradas y machistas sin causar un fuerte rechazo entre sus seguidores, tiene que haber otros actores que contribuyan a normalizar ese ideario y resulte aceptable. En los últimos años hemos visto cómo figuras políticas de gran influencia nacional e internacional han modificado el espectro de lo que nos parece tolerable. A través de sus declaraciones machistas, homófobas y racistas día tras día, lo que hace era una excepción ser ha convertido en una opción. Hay gobernantes que desprecian públicamente a las mujeres, niegan la existencia de la violencia de género y culpabilizan a las personas migrantes de los problemas sociales. Estas afirmaciones desde contextos de poder hacen posible que encontrarlas en las redes no suene a disparate. Estas figuras políticas no solo contribuyen a normalizar la ideología de la machosfera, también la sostienen a través de financiación. Asegurar que existan contenidos que influyan en la opinión pública es una manera de obtener más votos para sus partidos.

La machosfera también son algunos medios de comunicación

Titulares retorcidos, zascas, bulos, datos no contrastados y hasta noticias falsas. Algunos medios, sobre todo de prensa digital, tienen un claro objetivo: alimentar el odio y la desinformación. Aprovechan que la ciudadanía da veracidad a todo lo que publican. Damos por hecho que todos los medios se preocupan por contrastar las fuentes y ofrecer contenidos diversos, pero nada más lejos de la realidad. Muchos actúan como mercenarios de guerra con objetivos muy concretos a los que derribar. A través de la caricatura, tanto en imagen como en texto, van desprestigiando y humillando a determinadas figuras. No hay tanta diferencia entre lo que hacen ellos y muchos youtubers, solo que a las cabeceras se les da mayor credibilidad.

La machosfera también son algunos comentaristas y tertulianos

Colocadores de frases polarizantes, alarmistas en espacios de pseudociencia y fenómenos paranormales, que lo mismo hablan sobre invasiones extraterrestres que de mujeres que buscan la extinción de los hombres. Estos personajes pueblan los programas de televisión y consiguen llegar a una parte de población que no siempre tiene la posibilidad de desenmascararles. Y con una creciente proliferación, la machosfera también son esos provocadores con micro que se plantan en medio de manifestaciones, congresos y conferencias con el único objetivo de dinamitarlas y perturbar la paz de sus participantes. Atacan con una batería de preguntas infundadas sin dar opción a refutarlas: bien saben que no habrá espacio ni tiempo en los escasos segundos de edición que subirán a su canal de TikTok.

La machosfera son los algoritmos

Con mayor poder que cualquier youtuber conocido o comunidades enteras de trols, está la programación de la mayoría de las aplicaciones que usamos para comunicarnos. Si ya es difícil identificar perfiles anónimos como para saber quiénes son los algoritmos, ese concepto tecnológico que usamos sin saber muy bien de qué estamos hablando. Los algoritmos son política e ideología. También son empresarios con nombres y apellidos como Elon Musk, Mark Zuckerberg o Larry Page dueños de X, Meta y Google que han prometido eliminar cualquier medida que tenga que ver con la igualdad durante el gobierno de Trump.

Estos algoritmos ocultan deliberadamente aquellos contenidos constructivos que trabajan por la igualdad y amplifican los que generan enfrentamiento. También multiplican los contenidos estereotipados y dejan desprotegidas a niñas y mujeres dentro de sus espacios. Su funcionamiento es precisamente lo que condiciona la actividad de youtubers e influencers, que ganan más dinero cuando desprestigian al feminismo y generan polémica. Si estos algoritmos premiaran los tutoriales de cómo hacer cupcakes, estaríamos ante una generación de jóvenes pasteleros y no de militantes de la ultraderecha.