Opinión

La lección vasca

Las mujeres prefieren al PNV, elecciones vascas
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Nada cambia en el País Vasco, para que todo cambie. En pocas citas electorales la mayoría de los partidos tiene tanto que celebrar. La cita vasca ha sido buena para casi todos, salvo Podemos. Hasta la jornada de votar, el PNV mantuvo la tensión. Ni las encuestas, ni los primeros resultados, se mojaban para despejar la incógnita. Aún sin el doble sorpasso, los peneuvistas tienen mucho que celebrar. Pueden reeditar el gobierno y dicen haber entendido el mensaje. De Imanol Pradales a Andoni Ortuzar, asumen que la sociedad vasca ha pasado la peor página de su historia y necesitan reforzar la orientación social de las políticas públicas; renovarse urgentemente con cuatro años por delante. EH Bildu es ya un ‘competidor natural’ y, en ese sentido, será más eficaz recordarle su gestión al frente de la Diputación de Guipúzcoa o la alcaldía de Donosti, que su herencia política. No hay pulsión independentista en el País Vasco, así que hacer oposición a tu oposición pasa por comprender de manera eficaz cómo han llegado hasta ahí.

En el post-electoral veremos el voto joven y el de las mujeres. Está claro que el eje de campaña ha sido la sanidad, la educación, la seguridad, la vivienda… el estado de bienestar que desde la pandemia tiene los servicios públicos en estrés permanente. Ahí se juega el futuro del PNV y en hacer un reloaded de sus cuadros y propuestas.

EH Bildu eufórico con el 32% de los votos, el mejor resultado de su historia, ha salido a celebrarlo con la mirada puesta en gobernar en 2027. Pero eso no está escrito, dependerá del camino que haga Imanol Pradales en esta legislatura. El resultado abrumador obliga también a modular el mensaje desde Madrid. Los más de 320.000 vascos que apoyan a EH Bildu no justifican la violencia de ETA, ni siquiera es ya un vector electoral. Si han tirado de agenda progresista, nada indica que la vuelta a la identidad soberanista les haga crecer. El empate en escaños puede ser interpretado por Arnaldo Otegui como la puerta discreta por donde salir de una vez de la política o afianzarse. Otra incógnita para el próximo ciclo.

La izquierda abertzale también celebra el resultado sobre la desaparición de Podemos, primera fuerza política en el País Vasco en 2015. La batalla cainita les dejó fuera en Galicia y borra ahora del mapa sus seis escaños del 2020. La última estación donde pueden salvar “algo” serán las europeas, con la apuesta única de Irene Montero. Y lo que se daba por garantizado no sigue una buena tendencia siquiera para entrar en el parlamento europeo.

Por eso Sumar, que estrena su entrada en un parlamento autonómico, lo celebra dos veces. Un único escaño es algo pírrico, simbólico, pero lo suficiente para que Yolanda Díaz imponga su marca ante el partido que la designó y con el que rompió desde el 23 de julio. Para medir la importancia del resultado, si hubiera sido al revés, la campaña de los de Pablo Iglesias habría sido durísima y arrastrado un cuestionamiento para las europeas.

El PSE, la sorpresa de la noche, fue claro en campaña y ha movilizado bien a su electorado consiguiendo el mejor resultado desde el año 2012. Apostó por ser decisivo y lo es. Hizo una campaña con un modelo claro de gobierno, priorizando la agenda social y poniendo freno al doble lenguaje de Bildu, al condenar la equidistancia de Pello Otxandiano con la violencia de ETA. Por motivos históricos y de ADN, el candidato Eneko Andueza recuperó lo mejor del socialismo vasco. Llevó de la mano a Pedro Sánchez a la confrontación electoral contra quienes “no llaman a las cosas por su nombre” y con la “extraordinaria” refuerza a Sánchez de cara a las catalanas y europeas.

La derecha se ha quedado en un 11% de voto en el País Vasco. El PP puede celebrar la subida, pero no la estrategia. No ha sacado a VOX del parlamento vasco, que entra con uno; suben un escaño (de 6 a 7), insuficientes para ser relevantes y dar a elegir al PNV con quién gobernar. En lo nacional, se aleja la posibilidad de un PNV recolocándose con Alberto Núñez Feijóo.

En un gobierno a seis, toda cita electoral autonómica tiene clave nacional y las vascas son el balón de oxígeno de Pedro Sánchez. Es un resultado virtuoso porque rompe el ciclo de malos resultados electorales y beneficia por igual a los socios de investidura. El PNV gobernando con los socialistas y sin incentivos para acercarse a un PP que mantendrá una campaña dura contra los nacionalismos e independentismos. La gobernabilidad sale fortalecida para el PSOE hasta el 12 de mayo, cita definitiva donde los resultados virtuosos no son tan factibles. Eso y la gran lección vasca, alejarse de la polarización, de un discurso que solo busca la demolición del otro, les ha dado un buen resultado a casi todos.

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