La otra tarde, en la librería de un centro comercial, me acerqué a ver el palmarés de los libros más vendidos y entre los de no ficción, encabezaba el ranking el libro: La Supraconciencia existe: Vida después de la vida del doctor Manuel Sans Segarra. Con un millón trescientos mil seguidores en Instagram, entre los que me incluyo, el doctor Segarra se ha convertido en un fenómeno de masas sin perder un ápice de cómo debe de ser en realidad. Lo cierto es que fascina escucharle. En sus vídeos transmite seriedad y cercanía. Y los temas que trata hacen referencia a las preguntas que la humanidad se ha hecho desde que tuvo conciencia de un hecho indiscutible, el que nace está destinado a morir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Que una obra sobre experiencias cercanas a la muerte (ECM) se haya convertido en un fenómeno de ventas revela la insaciable curiosidad humana por lo que sucede no solo al otro lado del umbral de la existencia, sino también en ella misma. A unos le proporcionaría un sentido, respuestas a las preguntas citadas, a otros un soporte para sobrellevarla.
Desde la Antigüedad se ha tratado este tema desde tres perspectivas diferentes: la filosófica, la místico-religiosa y la científica, que parecía la más reacia si quiera a planteárselo. Este libro pone de manifiesto la apertura de ciertos sectores de la ciencia a la posibilidad de la supervivencia de la consciencia tras la muerte física. Los nuevos avances médicos en las técnicas de reanimación han hecho posible la realización de estudios sobre la materia, que en la Antigüedad se reconocían como experiencias místicas, visiones o incluso viajes al Inframundo (me viene a la cabeza Ulises en la Odisea). Las civilizaciones han intentado descifrar el enigma de la muerte y la inmortalidad. Pero en la era contemporánea, los relatos de pacientes que han vivido ECM ha propiciado que la comunidad científica mire hacia ellas y dejen de ser contenido esotérico. Ya no se trata solo de fe o mitología: ahora entran en escena la neurología, la física cuántica y la consciencia como un fenómeno que podría ir más allá del cerebro. Quizá este éxito del doctor Segarra tanto en redes como en ventas, sea paradigma de nuestro tiempo. Lo que me gusta del libro es que en su primer capítulo deja claro que no establece ningún dogma, ninguna certeza e invita al pensamiento crítico, a que cada uno investigue, lea, reflexione y saque sus propias conclusiones.
El éxito de esta obra demuestra que la angustia última del hombre no ha cambiado, aunque hayan transcurrido milenios. ¿A qué hemos venido al mundo? ¿Qué sucede cuando morimos? Toda nuestra vida se haya enmarcado entre dos acontecimientos que son para nuestra consciencia un misterio: el nacimiento y la muerte. Ya Quevedo en nuestro siglo dorado escribía: “En el hoy y mañana y ayer junto pañales y mortaja”.