Opinión

La hipocresía

Íñigo Errejón - Política
María Dabán
Actualizado: h
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Lo que más me ha asombrado en los últimos días con el caso Errejón es ver el grado de hipocresía con el que muchos se han conducido en este asunto. Lo peor en esta vida, decía una amiga con la que comentaba el tema, son los púlpitos. Y es verdad. Muchos se suben al púlpito para imponerte una forma de pensar, una forma de vivir y, cuando rascas, un poco, te das cuenta de que esos predicadores adolecen de aquello que públicamente presumen, mientras siguen azotando verbalmente y juzgando a todo aquel que supuestamente se tuerce del camino que ellos han marcado. Y pongo dos ejemplos: uno, el de Pablo Iglesias, que criticó con dureza a Luis de Guindos por comprarse un ático de 600.000 euros cuando poco después, él mismo adquirió un chalet en Galapagar valorado en un precio similar. El otro ejemplo es el de Íñigo Errejón, que ha ejercido durante años como azote de la izquierda ante todo tipo de ataques al feminismo y hemos descubierto que él era, posiblemente, un machista de libro, y los jueces dirán si algo más.

Hipocresía ha habido y habrá en todos los lados: en los medios, en muchos estamentos sociales, también en la Iglesia, y, por supuesto, en los partidos políticos. Otra de las cosas que me ha llamado la atención estos días es considerar que el acoso, el machismo, los abusos, no pueden venir de la izquierda, sólo de la derecha. Pero, si algo nos ha enseñado la historia, es que uno es misógino, acosador o maltratador independientemente de la ideología que tenga.

Sin ir más lejos, Evo Morales, adalid de la izquierda para muchos, está acusado de haber dejado embarazada cuando era presidente de Bolivia a una niña de 15 años y de estar involucrado en una red de trata de personas; Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, fue denunciado por su hijastra por abusos y violación. Comenzó a abusar de ella desde los diez años y, cuando ya estuvo “lista”, según palabras del dictador, comenzó a violarla. Y así estuvo durante años. El ex presidente argentino, Alberto Fernández está acusado también de maltratar a su pareja, física y psicológicamente. Y esto no quiere decir que no haya violadores y acosadores de derechas (que se lo pregunten a Nevenka Fernández), sino que no depende de los partidos, sino, insisto, de las personas. Y no, tampoco acepto que todos los hombres son unos violadores en potencia.

La reacción de las formaciones a las que perteneció Errejón han rozado en ocasiones el ridículo al intentar explicar lo sucedido: lo supimos la semana pasada, supimos alguna cosa, pero nos convencieron sus explicaciones, no lo supimos ver, lo comunicamos pero nadie hizo caso … Y, como conclusión dos cosas: hagamos un curso contra las violencias machistas y consideremos que la caída del portavoz del Congreso es un triunfo del feminismo, porque el machismo es estructural y hay que poner fin a la cultura de la impunidad. Desde Más Madrid y Sumar prefirieron mirar hacia otro lado y callar ante las sospechas antes que reconocer que su brillante portavoz tenía un lado muy oscuro.

Abraham Lincoln definió al hipócrita como “el hombre que asesinó a sus padres y pidió clemencia con el argumento de que era un huérfano”. Estos días hemos visto a muchos.

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