Hay riesgo de una guerra abierta a gran escala en Oriente Próximo tras la explosión simultánea el martes en Líbano de casi 3000 aparatos busca y el estallido este miércoles de forma similar de un número indeterminado de wakie-talkies. Es cierto que muchos de ellos estaban en manos de milicianos de Hezbolá con quien Israel está en guerra desde hace mucho tiempo. He hablado en las últimas horas con muchos expertos bélicos y de ciberseguridad que insisten en que el modus operandi del ataque es quirúrgico pero objetivamente hablando creo que se trata de un ataque indiscriminado. Es imposible que quienes activaron los explosivos pudieran saber con total seguridad en manos de que personas estaban, ni donde estaban. Han muerto muchos niños y las imágenes de la mayor parte de las explosiones son en mercados. El alto representante para política exterior saliente, Josep Borrell, ya ha condenado el ataque y el secretario general de la ONU, António Guterres, ha alertado de lo que puede venir. La estabilidad mundial está en juego y lo primero que debería decretarse es un alto el fuego en Gaza.
En el año 2010 conseguí llegar a la guarida de la cúpula de Hezbolá en Siria. Durante cinco años viaje y trabajé mucho por Oriente Próximo y pude conocer de primera mano a grupos reconocidos como terroristas tanto por EEUU como por Europa. Entre otros entrevisté a las brigadas de Ezedim Al Qaasam, el brazo armado de Hamas, y a Hezbolá. Nunca he realizado una entrevista rodeada con tantas medidas de seguridad tanto durante el encuentro como por supuesto durante todo el trayecto hasta acceder al cuartel general de la milicia. Les puedo asegurar que ya entonces se comunicaban a través de wakie-talkies ante la obsesión de que Israel interceptase sus comunicaciones y pudiese llegar al corazón del grupo. La novedad a la espera de que se confirme la autoría del autor material del ataque es como presuntamente Israel ha sido capaz de controlar y hacerse con miles de dispositivos ejecutando un ataque simultáneo a distancia que ha dejado a esta hora 15 muertos y miles de heridos, 4000 según la organización terrorista.
La pregunta que se hacen ahora los gobiernos de todos los países es cómo podrían haber sido interceptados estos aparatos para llegar a los operativos con una carga explosiva dentro. Y aquí entramos en el terreno de la especulación. Solo se sabe que los buscas eran modelos de una empresa taiwanesa, producidos y vendidos por otra compañía húngara. El éxito de la operación pasaba por combinar la inserción de explosivos en el busca y retocar el software preinstalado en fábrica para poder generar la explosión. Esto solo puede hacerse teniendo acceso físico a los aparatos así que la clave es descubrir cómo tuvieron acceso a los buscas para poder modificarlos. Una opción es que Israel comprase dispositivos, los retocase, localizase la cadena de distribución y sustituyese unas cajas por otras en tránsito. Otra es que accediese a la mercancía e hiciese los cambios en el mismo barco aunque es una operación más arriesgada y necesita más cómplices. La verdad tardará tiempo en conocerse pero la conclusión es que después del atentado del 7 de octubre en el Festival Tribe Nova de música electrónica que se celebraba en la Franja de Gaza donde la vulnerabilidad de los servicios secretos israelíes quedo al descubierto, Israel ha levantado la mano para mostrar al mundo que conserva intacta la sensación de que nada queda fuera de sus tentáculos tecnológicos y que siempre están por delante en espionaje o acciones letales.