Estos días se nos ha planteado una disyuntiva: la de creer a una persona que ha admitido la comisión de varios delitos ayudado supuestamente por varios ministros y altos cargos del PSOE, o la de creer al Gobierno cuando desmiente todo lo sucedido. Pero esto no es cuestión de fe, ni de creer a ciegas a uno o a otros, es cuestión de pruebas porque, quizá Aldama no diga la verdad, pero en el Ejecutivo han acreditado también un largo historial de mentiras. El problema, como siempre, tratándose de partidos políticos, es el doble baremo: a Luis Bárcenas había que creerle, pero a Aldama no.
Después de un mes en prisión provisional, Víctor de Aldama entendió que colaborar con la justicia era el único camino posible para salir de la cárcel y pidió declarar ante el juez Ismael Moreno. Él, “el nexo corruptor” de la trama del caso Koldo, acabó disparando contra todo y contra todos. Y aportará pruebas, ha dicho, si es que no las ha entregado ya a través de su abogado. De su confesión se deduce que no sólo trincaba él, sino toda una red de personas que no querían quedarse sin su mordida, tantas que, en un momento dado Aldama llegó a decir a Koldo: “Que no soy el Banco de España”.
La respuesta del Gobierno ha sido negar y ridiculizar el testimonio de Aldama, que si quería ser James Bond, pero es el pequeño Nicolás; que si es como Anacleto; que si pertenece a la TIA, como Mortadelo y Filemón… Pero la mofa no va a salvar al PSOE y al Ejecutivo, sobre todo porque hasta la Guardia Civil acabó condecorándole “por su tributo a España”. La justicia dará o quitará razones, pero hay que recordar que algunas de las acusaciones vertidas por Aldama, encajan con los datos ya recogidos por la Benemérita en sus informes sobre el caso Koldo. El problema de tratar con alguien que juega sus cartas así es que se suele cubrir las espaldas, y veremos hasta dónde llega el seguro de vida del comisionista. Es muy común que los casos de corrupción salgan a la luz por las confesiones de exesposas, examantes, o arrepentidos que no quieren caer solos, véanse, por ejemplo, los casos de Roldán y Amedo.
Hasta ahora el PSOE había intentado circunscribir este caso a Ábalos, como si el exministro de Transportes fuera uno más dentro del partido, y no el número tres del PSOE y uno de los principales colaboradores de Pedro Sánchez. La UCO, en su informe sobre el caso Koldo, empezó a cambiarlo todo, y ahora Aldama puede poner la puntilla a la corrupción dentro del partido y del Ejecutivo. “Somos un Gobierno limpio”, decía este fin de semana la ministra Elma Sáinz, pero quizá no lo era hace poco tiempo, ese tiempo que dará o quitará razones.
Todo este panorama no ayuda además a los socialistas, que este fin de semana celebran en Sevilla su congreso federal. Lo que parecía un paseo triunfal para Sánchez (y lo será, en el sentido de que nadie va a poner en cuestión su liderazgo), se va a ver ensombrecido por la rebeldía de algunas federaciones y las acusaciones contra otro de los señalados por Aldama, Santos Cerdán. Se daba por hecha la continuidad del navarro al frente de la secretaría de Organización, y destituirlo ahora supondría, de facto, reconocer que algo ha hecho mal, pero mantenerlo en su cargo y arriesgarse a que el Supremo lo impute, tampoco ayudaría.
Quien cada vez tiene también más difícil continuar en su cargo es el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz. La UCO ha asegurado ante el juez del Supremo que instruye su caso, que tuvo “una participación preeminente” en la filtración de los correos del novio de Ayuso. A Moncloa le llegaron esos correos, no sabemos cómo, claro, o sí… y desde allí intentaron que Juan Lobato los mostrara públicamente en la Asamblea de Madrid. El barón madrileño se negó y acreditó los hechos ante notario, y ahora el Supremo le ha citado como imputado y le exige conocer esos mensajes.
Pedro Sánchez seguirá intentando sobrevivir, y lo hará, de momento, porque ninguno de sus socios está dispuesto a dar sus votos al PP para avalar una moción de censura. Su próximo objetivo será sacar adelante los presupuestos para conseguir aguantar tres años más de legislatura. Habrá que ver si Junts está dispuesto a darle ese tipo de oxígeno con el que los de Puigdemont no sacarían nada. El exprimer ministro indio Nehru aseguraba que cuando tenía algún problema esperaba que la madeja “se desenredara sola”. De momento lo único que sabemos es que la de Sánchez está bastante enredada.