Opinión

La cólera y los desheredados

El rey Felipe junto al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, durante su visita a Paiporta
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El domingo 3 de noviembre vimos una imagen a la que no estamos acostumbrados. Es la humanidad de los Reyes rompiéndose ante el estallido de una multitud que se negaba a bajar la cabeza ante el abandono de las instituciones. Por un lado, el rey y la reina eran abucheados como figuras de un estado que ve a sus ciudadanos como cajeros automáticos y como cerdos en una granja. Por otro lado, Felipe y Letizia, dos personas ajenas a la tragedia, se acercaban a ver a los desheredados que dejó el huracán. Y vimos llorar a Letizia por segunda vez (la primera, fue tras el suicidio de su hermana).

Tanto Mazón, como Sánchez también han recibido abucheos, pero los gestos y las caras no mienten. Poco podía hacer el rey para prevenir la tragedia que se va a saltar con casi 2.000 muertos si no sucede un milagro y los desaparecidos vuelven a casa, o a las ruinas de estas. Tanto Sánchez como Mazón (especialmente el segundo) tiene poder de decisión para mejorar un poco la insostenible situación de los vecinos de las localidades afectadas por la DANA.

Pero ellos dos tienen responsabilidad en la gestión de la catástrofe, y saben que les viene encima una guerra. No la guerra de los vecinos por recuperar lo poco que puedan tener todavía, si no la guerra política a la que va a seguir este trágico suceso, puede que el peor en muchas décadas. Peor, también, porque se podrían haber evitado muchas muertes tan solo dando la voz de alarma. Había medios para ello, había advertencias de los científicos, pero la Generalitat no supo, o no quiso, paralizar la actividad laboral y desalojar la zona. Apenas una semana atrás teníamos el caso del huracán de Florida, donde ella hubo, desde España, interminables, tertulias, artículos, y noticias al respecto . No puedo creer que no lo hubieran presente.

La coordinación de la ayuda ha sido y está siendo caótica. Falta, maquinaria, pesada, falta manos, faltan bienes básicos, faltan sitios de acogida, y también faltan 2.000 personas desaparecidas y 217 muertos ( en el último recuento). También falta información. no entiendo como no hay una figura del gobierno hablando cada hora en televisión y en radio informando de cómo van las cosas. Es lo mínimo que se merecen los vecinos. Sobre todo hubiesen merecido, no sufrir esto. Nadie puede evitar una riada, pero si se puede evitar estar en el sitio donde se produce la riada. Pasará el tiempo y tendremos más datos, datos que ahora me imaginamos. Personalmente pienso en dos opciones: la primera la clásica molicie española de dejarlo todo para el último momento. La segunda es el espíritu de la escopeta nacional, donde unos y otros van sacando presupuesto de algoque solo sirve para que ellos se llenen los bolsillos.

Les voy a recordar una cosa que sale en la película Lo imposible. El guion, escrito por Sergio Sánchez, tiene unas últimas escenas que no fueron muy entendidas en su día, pero que hoy adquieren un significado pleno. Todos recordamos, en esa película, las desventuras de una familia para volver a estar junta. Sucedió un milagro, sucedió lo imposible. A partir de la escena en la que Naomi Watts vomita algas, la gente no se acuerda tanto. En el hospital improvisado, no hay suficientes medicinas, no hay suficiente alimento, no hay nada. Están desabastecidos y abandonados. Llega un helicóptero buscando a la familia protagonista. Son los del seguro. El seguro privado de empresa del que el marido era tomador. La familia sube a ese helicóptero, y vemos a Naomi Watts mirando por la ventana a todos los que quedan allí, a todos los que van a pasar hambre, frío , inquietud, incertidumbre.

De las catástrofes, nunca se cuenta lo que sucede después. Nunca nos cuentan qué hay después del terremoto, del maremoto, de la inundación. Quizá la historia no interese, o quizás no sea tan épica como las escenas de explosiones, pero sin duda es lo que le queda a los supervivientes. Hoy estoy supervivientes han estallado porque saben que estos que iban de visita, mañana no estarán ahí para escuchar su historia.

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