Opinión

La cima imposible

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La mítica cima de Alpe d´Huez, escenario de tantas gestas ciclistas, pone este domingo el colofón al Tour de Francia femenino en la que ha sido su tercer edición desde que ASO presentase este formato en 2022.

La carrera se celebró en realidad por primera vez en 1955 con 44 corredoras tomando la salida en un formato de 5 etapas que alcanzaría su máximo esplendor en los años 80 y posteriormente en los 90, cuando el recorrido llegó a abarcar dos semanas.

Si echamos la vista atrás desde la perspectiva española, los mejores recuerdos para el ciclismo femenino  llegaron en los años 2000, 2001 y 2003, cuando Joane Somarriba se vistió de amarillo resultando ganadora de las tres ediciones. No era la única o española que subía al podio. La salmantina Dori Ruano, hoy comentarista de Eurosport, lograba el bronce en el Campeonato del Mundo contrarreloj de Lisboa en 2001 y dominaba la pista, siendo plata en la modalidad de puntuación en Australia 1997 y oro en Burdeos 1998 en la misma especialidad.

Dos mujeres que rompieron barreras y estereotipos en una época en la que en las carreteras españolas no era frecuente ver mujeres sobre la bicicleta, si acaso algo más en el País Vasco. Escucharlas hoy contar historias de aquellos años, en los que, según relata Ruano, no disponían siquiera de la misma comida en las concentraciones con la selección española que sus compañeros ciclistas, (chuletón para ellos, filete empanado para ellas, postre casero para ellos, yogur para ellas) nos da la verdadera dimensión de sus hazañas.

Veinticinco años después de aquello, viendo el Tour femenino y el escaso protagonismo de las pocas españolas que tienen ocasión de correrlo, (casi todas trabajando de gregarias) el panorama merece una profunda reflexión de cara al futuro. Lo mismo ocurre mirando a los JJ. OO., donde solo dos españolas (por tres hombres) corrieron la prueba en línea, Mavi García, y Mireia Benito, logrando la primera de ellas un meritorio diploma, siendo sexta en la meta bajo la Torre Eiffel en su segunda participación olímpica.

Lo de Mavi a sus 40 años es extraordinario, sigue siendo la referencia española absoluta y su crecimiento en los últimos años corriendo en el extranjero (Jayco AlUla) ha sido directamente proporcional a su edad. En un mes tendrá una cita con el Campeonato del Mundo en Zúrich, que es su gran ilusión. También muy digno el trabajo de Mireia Benito en su primera participación olímpica trabajando para su compañera. Otra cosa es cuestionarse por qué en otras disciplinas, como la pista o el BMX, la RFEC ni siquiera logró plaza para estar en los JJ. OO. en féminas.

Volviendo al Tour femmes, donde la neerlandesa Demi Vollering llegaba como clara favorita como vencedora de la última edición, y siendo líder, una inoportuna caída a 6 km de meta en la 5 etapa la puso contra las cuerdas. Sus “compañeras” del equipo SD Worxs la dejaron sola, mientras ella, con un buen golpe en el costado, intentaba llegar a meta y perder lo menos posible. Una imagen lamentable y contraria a los principios más elementales del ciclismo. Posiblemente, su no renovación tenga mucho que ver con ello y es aún más triste.

Por lo que respecta a la representación nacional, solo seis españolas participan en esta edición, Sara Martín y Sheyla Gutiérrez con Movistar Team, la citada Mavi García con Jayco AlUla, Sandra Alonso en  Ceratizit y tres corredoras del Laboral Kutxa, Usoa Ostolaza, campeona de España, Iurani Blanco y  Ane Santesteban.

El decidido crecimiento del ciclismo femenino a nivel mundial, sustentado en el aumento de carreras, en la apuesta de los medios de comunicación por las  retransmisiones o en el salto a la profesionalización obligado a raíz de la nueva normativa implementada por UCI para la categoría Continental (pagar SMI), no se ve reflejado en la mejora del ciclismo femenino español. Al contrario, casi todos los equipos Continentales han tenido que desparecer por no poder pagar el SMI.

Movistar es el único equipo en la máxima categoría  UCI WWT y excepto  el salvavidas que supone la apuesta de Laboral Kutxa por las nacionales en la categoría inmediatamente inferior, las jóvenes que obtienen resultados en junior y sub 23, paradójicamente, tienen ante sí un salto tan grande que a menudo se convierte en un abismo que las descabalga de la bici. Admiran a la última ganadora del Tour, Demi Vollering que cobra 1 millón de euros, o a la campeona del mundo Lotte Kopecky que gana 800.000. Pero como explicaba en marzo la española Isabel Martín, corredora del Eneicat en RTVE, “si en 2024 no tengo un sueldo de la bici, lo voy a tener que tener de un trabajo”.

Marina Garau y Ainara Albert son campeonas de Europa en pista sub 23 en scratch y puntuación respectivamente. Ni ellas ni Eva Angela, subcampeona de Europa en eliminación, o Izzy Escalera, bronce en Madison sub 23 en el Europeo, tienen equipo pro para el año que viene. Es decir, corren por amor al arte gracias a su esfuerzo y al de sus familias que las respaldan económicamente. ¿Futuro?

El  talento sin oportunidades, sin equipos donde crecer, sin disponibilidad  para dedicarse en exclusiva  a la bici, se quedará en la cuneta y será una verdadera lástima. Y ellas no se lo merecen.