Opinión

Juicio a Errejón

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Se mantiene el jueves 16 como fecha para la declaración de Íñigo Errejón. Los hechos del día a día suceden tan rápido que parece olvidada la sacudida que produjo en el panorama político y social la denuncia de Elisa Mouilaá contra el exlíder de MasPaís por agresión sexual, de algún modo admitida implícitamente por el expolítico en la supuesta carta de disculpas que hizo pública a las pocas horas de conocerse el escándalo. Pero la declaración de Errejón como investigado, mantenida por el juez para el jueves, será un nuevo movimiento de tierras.

El juicio llega en el peor momento para Sumar. El último sondeo en intención de voto, de SocioMétrica, confirma lo que otros sondeos vienen indicando, que la coalición de izquierdas se desploma, con una pérdida de 24 de los 31 diputados que consiguió en 2023. Una parte significativa de esos escaños sería absorbida por Podemos y Compromís, formaciones que se han desvinculado de Sumar y que están en la raíz de los problemas de la coalición. Un 21,6% de los votos de Sumar pasaría a manos de Podemos, obteniendo 3 escaños. También Compromís, ahora independiente, lograría representación por separado, consiguiendo cinco escaños. El PSOE recupera algo de voto del descalabro de Sumar, pero tampoco lo suficiente como para reeditar la coalición de gobierno. Probablemente el cuerpo a Cuerpo en materia de reducción de jornada laboral no le esté rentando a Sumar. Y para acabarlo de rematar, ahora arranca el proceso judicial contra Errejón, quien fue uno de sus líderes más carismáticos, el que era un “gran valor político”.

El caso ha conmocionado a todo aquel que confiase en el compromiso de la izquierda con la causa feminista, olvidando que la violencia de género es estructural y se encuentra en rincones insospechados. La realidad es que el machismo no discrimina entre ideologías ni entre los que luchan públicamente por la igualdad. No basta con hablar de feminismo, hay que demostrarlo con hechos, con actitudes, con comportamientos coherentes.

El caso Errejón debería desatar un profundo debate sobre el abuso de poder en el ámbito político y social. Las estructuras de dominación persisten en todas partes, incluidos los espacios progresistas. Sumar compareció rápidamente para mostrar su apoyo a las víctimas, pero la falta de protocolos internos claros, la minimización de las denuncia previas contra Errejón y la reacción tardía, han generado una gran decepción entre las mujeres que defendían la igualdad, que conforman buena parte de su electorado. La doble moral de ciertos líderes, que predican valores feministas en un dime de qué presumes y te diré de qué careces, es demoledora.

El futuro de Sumar podría verse seriamente afectado por este escándalo no solamente en intención de voto sino también por el daño que se le puede hacer a la causa feminista dentro de su seno. Un caso como este puede dividir a los sectores más comprometidos con la igualdad dentro de la coalición, creando fisuras y dejando en evidencia la falta de control sobre las actitudes de sus propios miembros. No ayuda a esto que la única represaliada por el caso, una mujer, Loreto Arenillas, a quien se acusa de haber minimizado la primera acusación contra Errejón, afirme que se siente chivo expiatorio y asegure que informó a los órganos del partido.

No hay espacio para la hipocresía ni para la doble moral en la lucha contra la violencia de género. Si verdaderamente se quiere avanzar en la construcción de una sociedad igualitaria, es necesario reconocer que el machismo está presente en todos los ámbitos, y que solo con la autocrítica y el compromiso real de todos, se podrá erradicar. Es cierto que en el ámbito de la política española ha habido avances en cuanto a la visibilización de la violencia machista y la promoción de políticas públicas para erradicarla, pero este caso deja claro que aún queda un largo camino por recorrer.