Opinión

Jugar como un hombre. El ‘hate’ sobre Chris Evert

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Si hay una rivalidad que disfruté, especialmente fue la época de Martina Navratilova y Chris Evert, en los años 80. Ambas ganaron 18 títulos Grand Slam, y lograron atraer a la audiencia televisiva y a mucha gente al tenis femenino a través de sus batallas en la pista de tenis, especialmente sobre la hierba de Wimbledon.

Precisamente este verano, al cumplirse los 50 años de la primera victoria de Evert allí, el torneo las volvió a reunir para recordar aquellos años y celebrar la amistad que esa disputa deportiva entre ambas dejó después.

De orígenes completamente opuestos, Martina desertó de la Checoslovaquia comunista en busca de una vida mejor en EE. UU. Evert era hija de un ex tenista y entrenador de tenis de Florida. Martina no solo luchó para ser la mejor tenista y una de las pocas en lograr 4 Grand Slam en la misma temporada. También peleó por cuestiones sociales y de género en una época en la que defender a los homosexuales o declararse lesbiana, significaba ser estigmatizada.

Chris Evert, de apariencia dulce, tímida y tranquila, fue la reina de la tierra batida en aquella época, ganando Roland Garros en 7 ocasiones. Hija de tenista y novia del entonces tenista Jimmy Connors, otra de sus parejas y con quien se casó fue el tenista John Lloyd.

Martina y Chris comparten mucho más que su rivalidad y su empate a Grand Slams. Ambas han sufrido el cáncer, se han recuperado y ahora trabajan como comentaristas de su deporte en dos cadenas de televisión americanas. Evert comenta en ESPN y Navratilova en Tennis Chanel y la British Broadcasting Corporation.

El tenis fue el primer deporte que apostó por equiparar los premios. En 1972 la tenista Billie Jean King, ganadora del U.S. Open, al ver que recibía,  15.000 dólares menos  que Ilie Nastase amenazó con no jugar al año siguiente. Desde entonces, el Abierto de Estados Unidos otorga el mismo premio a mujeres y hombres. Tuvieron que pasar 34 años hasta que Wimbledon hiciera lo propio en 2007, siendo el último Grand Slam en acabar con la discriminación.

Las dos, Martina y Chris, están orgullosas de la equiparación salarial y se sienten halagadas al reconocer su contribución a que el mundo mirarse al tenis femenino gracias en parte a la rivalidad que mantuvieron en su época.

Pero desde su posición de comentaristas también deben mantener la guardia. Esta semana, mientras la tenista Karolína Muchová se enfrentaba a Naomi Osaka en segunda ronda del U.S. OPEN, Chris Evert quiso alabar el potente saque de la checa. “Juega como un hombre, quiere jugar como un hombre. Los hombres sacan mejor que las mujeres, tienen mejores voleas en su mayoría, se mueven un poco mejor”.

El comentario de Evert fue recogido en un tuit por la periodista Stephanie Myles. Después, la tenista tunecina Ons Jabeur recogió el tuit y atizó a la ex tenista americana. “Muchová es una jugadora increíblemente talentosa. No necesita ser un hombre para tener un gran saque, volea o movimiento. ¿Podemos por favor dejar los estereotipos de género?”.

La  viralización del comentario de Evert acabó obligando a esta a escribir en la red “Pido disculpas si las he ofendido, desde luego no era mi intención. La potencia, la movilidad y la capacidad atlética han mejorado mucho, y muchas mujeres a las que entrevisto tienen ídolos masculinos a los que aspiran a parecerse. De nuevo, quizás la forma de expresarme podría haber sido mejor, así que ¡lo siento!”.

Una mujer que fue número 1 en el tenis,  que lideró como pocas la visibilidad de las mujeres y que arrastró a muchísimos aficionados, hombres y mujeres a tenerla como referencia, víctima de un comentario propio de otra época, pero hecho con la intención de elogiar a la jugadora aludida. ¿Hay algo más?

A comienzos de año, Evert, junto a Navratilova, alzó la voz ante la posibilidad de que el tenis llevase las Finales WTA a Riad. En una columna en The Washington Post, ambas dijeron que esa decisión sería “incompatible con el espíritu del tenis femenino”. Arabia Saudí “es un país en el que existe una ley por la que la mujer es propiedad del hombre. Un país que criminaliza la comunidad LGTBQ hasta el punto de condenas a muerte”, enfatizaron.

Curiosamente, la tunecina Ons Jabeur, mencionada anteriormente por su dureza hacia Evert, y que el pasado mayo criticó con dureza a la organización del Madrid Open porque, según ella, trata de forma completamente diferente a hombres y mujeres,  sí apoyó públicamente la celebración del Másters femenino en Riad. “Creo que es muy importante hacerlo, si se organiza allí yo sería una de las  jugadoras en apoyarlo” Jabeur, firmó recientemente un contrato de patrocinio con la marca Kayanee, propiedad del fondo de inversión público saudí.

¿Luchar contra los estereotipos? O como dice un sabio proverbio español, ver la paja en ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro.