Opinión

Instagram Stories: el relato efímero de nuestras vidas

Phil González
Actualizado: h
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Tras mis recientes reflexiones veraniegas en torno a los estados de WhatsApp y a sus distintos usos, esta semana quise profundizar en el fenómeno llamado Stories, lo que significan hoy en las relaciones, tanto a nivel profesional como personales, así como analizar sus vertientes emocionales.

Al alcance de más de 2.000 millones de personas, las Stories representan hoy la variedad y complejidad de nuestras vidas. Se han convertido en un referente en la comunicación de nuestra era, como lo fueron en su día los disruptivos tweets para toda una generación previa. Cercanas, inmediatas y efímeras, mueren a las 24 horas.

Reflejo de una sociedad acelerada donde solamente interesa el “ahora”, son un auténtico (aunque discreto) acontecimiento, impactando sobre modas, tendencias de consumo y hasta el enfoque de cualquier programa. Al margen del tipo de su uso que se haga, las Stories son también, como la mayoría de las otras apps de mensajería, una forma de comunicarnos con miles de usuarios, a través de una nota clara o una misiva sutilmente codificada.

¿Cómo empezó toda esta historia?

Allá por el año 2013, Facebook trató de comprar (sin éxito) Snapchat. Para aquellos que aún no la conozcan, Snapchat es una red social americana que pegó muy fuerte entre los jóvenes estadounidenses, ofreciéndoles una nueva fuente de entretenimiento y un original servicio de mensajes. Se basaba en compartir videos cortos y efímeros que desaparecían al ser visualizados. La app se convirtió rápidamente en un auténtico acontecimiento para los más juguetones, al proponerles filtros sorprendentes, transformándoles en divertidos conejos o en famosos actores.

Al no poder adquirir dicha empresa, Mark Zuckerberg le vio al lobo las orejas. Tuvo miedo de perder cuota de mercado y no tuvo más opciones que copiar el dichoso invento. En el 2016, lanzo sus propias Stories como un hito más en su frenética carrera para conservar su liderazgo.

¿Qué significó la llegada de las Stories?

Fue un gran cambio para todos nosotros, sus cientos de millones de usuarios diarios. Ya no era tan necesario preocuparnos por la estética de nuestras fotos y la coherencia visual de nuestros muros. Se trataba de unas grabaciones verticales, donde se compartían anécdotas y momentos, a través de videos cortos que desaparecían, al día siguiente, y por sí solos.

Dichos contenidos no requerían de tanta reflexión, ni calidad o tiempo de edición. Era más fresco y divertido. Se podía incluso hacer el tonto, sin preocuparse de lo que quedaría luego como poso.

Un formato de relato revolucionario

Este formato novedoso revolucionó el conjunto de la fotografía y las redes sociales. Antes agarrábamos el móvil para sacar instantáneas, a toda pantalla, y en planos horizontales, hoy ya no vemos a nadie sacar fotos así por las calles. Te habrán pedido alguna vez una mano para sacar una foto a un grupo ajeno. Vendría probablemente acompañado de un “son para mis Stories por favor, en modo vertical mejor”. Hoy sacar fotos en modo horizontal es de gente mayor.

La visualización de dichos vídeos verticales ha supuesto también una nueva forma de consumir contenidos audiovisuales. Las demás grandes redes tuvieron que seguir el paso y adaptarse. Tanto Facebook (su casa madre) como Youtube Shorts (un duro contrincante) acabaron ofreciendo opciones similares. Las Stories impactan más allá de los smartphones y tabletas, llegan hasta replantear el discurso informativo y las producciones.

Ofrecen además una infinidad de recursos y efectos visuales, sondeos y encuestas virales, filtros de belleza, un amplio catálogo de gifs y memes, así como plantillas originales. Un pasatiempo ingenioso que anima a participar hasta al menos creativo.

¿Para qué se usan las Stories?

Con Instagram y sus Stories, millones de personas han tomado consciencia de su marca personal y de la necesidad de cuidar sus publicaciones, desde la más banal a las más transcendentales. Retransmitimos diariamente, como si de un canal de televisión mundial se tratase, nuestra vida y nuestras situaciones emocionales. A menudo, y sin ser realmente explícitas, también vehiculamos sigilosamente sentimientos ocultos y correspondencias veladas.

Las Stories conforman una nueva forma de poesía contemporánea, compuesta de sutiles señales y de vagas palabras, mezclando fotos simbólicas y canciones con letras evocadoras. Unos versos modernos destinados, con frecuencia, a unas cuantas personas elegidas, sean tus mejores amigos, una centena de desconocidos o tu exnovia.

Hacia una mensajería universal

Las apps de mensajería seguirán siendo de gran importancia. Las modas en redes van cambiando, pero la interacción directa y privada entre usuarios sigue mandando. Desde WhatsApp a Telegram, pasando por TikTok, LinkedIn o Instagram, la mensajería es una herramienta fundamental.

En este contexto, el contacto “one to one” supone un gran cambio en la manera de relacionarnos. Publicar una Stories predispone a recibir rápidas reacciones y comentarios.

En este sentido, y aunque se esté poniendo de moda el envío de interminables audios, una nueva tendencia es la de enviar mensajes “bomba” que desaparecen en cuanto alguien los visualiza. Artífice del éxito inicial de Snapchat, esos mensajes efímeros acompañados con un explosivo emoticono indican que podrán ser visionados una sola vez, un par o tres de segundos. Este morboso uso destaca principalmente en ámbitos privados, en compartir temas delicados y exclusivos, así como contenidos “subiditos” de tono que acabarán autodestruidos.

Voyerismo Digital

“Muy lindo en Instagram lo que posteas” o “te bloqueé de Insta, pero por otra cuenta veo tus historias” son tatareadas en estadios por las masas. Estas letras forman parte del repertorio de cantantes internacionales tales como Manuel Turizo o Maluma y enfatizan aún más en la omnipresencia de esta herramienta por todo el planeta.

Las Stories no suponen únicamente un cambio de formato, sino que nos permiten saber quiénes ven discretamente nuestros contenidos. Uno de los factores actuales de enganche a la aplicación es probablemente el saber quién ha visto lo que subimos en nuestra última sesión. Esta faceta adictiva nos invita a repetir las visitas, el alma en vilo por descubrir que nos cotillea un excompañero de trabajo o una potencial media naranja. En la parte más oscura, pueden también llevar a una manía severa, una necesidad compulsiva de siempre actualizar la información sobre nuestra vida, procurando generar excusas para conversar sobre ella.

¿Esta historia tiene futuro?

Las Instagram Stories llevan casí 10 años revolucionando la forma en la que nos comunicamos y proyectamos nuestra imagen en ámbitos digitales. Son el ejemplo de cómo un pequeño cambio en redes puede afectar al conjunto de comportamientos sociales. Vamos integrando delicadamente en nuestro discurso esas nuevas capas de comunicaciones no verbales, unas publicaciones efímeras que cambian sin cesar las normas de comunicación en redes sociales.

Sin embargo, detrás de esta aparente “caja tonta”, existen toda una serie de prácticas que hacen de ella, una potencial droga. Plantean las tradicionales preocupaciones sobre la adicción “al juego” y la necesidad constante de obtener reconocimientos. Ponen de manifiesto ese voyerismo global en el cual (tanto los que publicamos, como los que silenciosamente miramos) todos participamos.

Queda una pregunta. ¿Desaparecerán algún día las Stories?, ¿se verán relegadas a un segundo plano por los REELS, apuesta actual de la plataforma?, ¿o seguirán plácidamente su camino marcando el paso de la comunicación moderna?

Eso ya lo dirá la historia.

 

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