Admitámoslo. A veces los líderes mundiales tienen ideas geniales. El pasado 9 de junio, al conocerse la victoria del partido de Marine Le Pen en las elecciones europeas, el presidente galo, Enmanuel Macron convocó elecciones legislativas para, según él, pedir una aclaración política a los franceses. Pues bien, lo único que han dejado claro nuestros vecinos es que no querían que ganara la extrema-derecha, y ya. Las urnas han arrojado un resultado endiablado.
Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, partido que forma parte del victorioso Frente Popular, ya advirtió que ahora les toca gobernar y que el nuevo gobierno tiene que aplicar su programa y solo su programa. El problema es que su coalición se ha quedado muy lejos de la mayoría absoluta, y en principio se antoja difícil un pacto con la formación de Macron cuyos postulados económicos están en las antípodas de Melenchon.
Mi madre escuchó una vez decir a una vecina que un marido jubilado era como tener un colchón en medio del pasillo, y me da que Melenchon se está convirtiendo ya en ese molesto colchón para sus propios socios de coalición. El expresidente François Hollande ha dicho de manera tajante que se calle, el problema es que, como el alacrán de la fábula lo de picar va en su naturaleza. Para que veamos el ego del personaje baste recordar que en cierta ocasión llegó a parafrasear a Luis XIV diciendo “el estado soy yo”.
Francia pues se va a ver inmersa en una negociación política muy complicada a pocas semanas de la celebración de unas olimpiadas, y es posible que los Juegos se lleven a cabo con un gobierno en funciones. ¿No es una brillante idea?
Otra idea brillante también es que un hombre de 81 años con aparentes problemas cognitivos y neurológicos se presente a la reelección como presidente de una de las principales potencias mundiales. El debate entre Joe Biden y Donald Trump dejó pocas dudas a los americanos sobre la fragilidad de su líder, quien tuvo que ser ayudado incluso a bajar del escenario por su propia esposa, Jill. Biden achacó el desastre de su intervención a que tuvo un mal día, pero sus lapsus siguen siendo continuos, y eso que incluso se atreve a hacer bromas sobre su salud, como cuando dijo a los gobernadores de su partido “es solo mi cerebro”. El presidente ha descartado por completo retirarse de la carrera presidencial. Solo lo hará, ha asegurado, si se lo pidiera el Todopoderoso, cosa que, de momento, no ha hecho, aunque muchos confían en que Dios dé el paso. El empecinamiento del actual inquilino de la Casa Blanca es, además, inversamente proporcional a la ventaja que su adversario Donald Trump está tomando en las encuestas. Las últimas, publicadas hace unos días le daban hasta seis puntos de ventaja.
Aunque, para idea genial, la que tuvo Willian Henry Harrison, el presidente norteamericano con el mandato más corto de la historia. La toma de posesión de los lideres estadounidenses tiene siempre lugar en Washington, en enero, con temperaturas bajo cero normalmente. Pues bien, a Harrison se le ocurrió asistir al acto sin abrigo, gorro ni guantes y pronunciar a la intemperie un discurso de dos horas. Un mes después moría de neumonía. Si es que…