Opinión

“Están locos esos romanos”

Donald Trump
María Dabán
Actualizado: h
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Hay semanas en las que una se acuerda especialmente de Obélix y de su “están locos esos romanos”. Y es que, no deja de asombrarme el nivel de sandeces que pueden llegar a decir algunos en poco tiempo. La vicepresidenta Yolanda Díaz, nos sorprendió hace unos días asegurando que Espartaco era “un gran sindicalista”.

Sí, estaba hablando del gladiador que, en el siglo I antes de Cristo, puso en jaque a los ejércitos romanos liderando una revuelta de unos 70.000 esclavos que no acabó nada bien. A esa multitud les hubiera gustado reunir este fin de semana a los sindicatos que se manifestaron, no contra el Gobierno, sino contra la “antipolítica” que hace crecer “a la ultraderecha”. El fracaso de la convocatoria fue tal que hasta las propias centrales sindicales reconocieron el pinchazo, aunque advirtieron que esto no ha hecho más que empezar.

El sentido común de Trump

Y, ya no de sorprendente, sino de alucinante me pareció que Donald Trump se apresurara a culpar a las políticas de diversidad, del accidente de aviación que costó la vida a 67 personas la semana pasada. La investigación del caso no había hecho más que empezar, pero el presidente norteamericano decidió que Biden y Obama eran responsables de lo sucedido porque, durante sus mandatos, contrataron a personas con discapacidad y con problemas mentales.

Lo que no dijo Trump, y han recordado los medios norteamericanos, es que su propia Administración siguió esa misma política. Cuando una periodista le preguntó, además, cómo había llegado a esa conclusión, el presidente contestó que él tenía “sentido común” y que “desafortunadamente” muchas personas no lo tenían. Por si sus predicciones fallaban, señaló también al piloto del helicóptero. Y, cuando se le preguntó si visitaría el lugar del accidente, respondió: “Tengo planeada una visita, pero no al sitio, porque dime tú cuál es el sitio, ¿el agua? ¿qué quieres, que vaya a nadar?

Todo un consuelo para algunas de las familias de las víctimas que observaban desde la orilla del río Potomac las labores de recuperación de los cadáveres de sus seres queridos.

La guerra comercial más tonta

El fin de semana Trump ha aprovechado para darle una patada al avispero de los aranceles con China, Canadá y México, iniciando lo que The Wall Street Journal ha denominado como “la guerra comercial más tonta de la historia”, y puede que, en algunos casos, incluso la más corta, porque no está muy claro si va a llegar a materializarse.

Este movimiento, de entrada, aumentaría la inflación en Estados Unidos. Los expertos han augurado que el precio de los alimentos, de los coches y de la gasolina subirían, aunque según el presidente, valdrá la pena el precio que hay que pagar por ello. Hace unos años Ronald Reagan arremetía contra “los demagogos que están dispuestos a declarar la guerra comercial a nuestros amigos (…) mientras ondean cínicamente la bandera estadounidense”, pero el actual líder del Partido Republicano no entiende de aliados, sino de siervos.

“Demasiado tarde”

El tiempo dará o quitará razones, pero Trump no se quedará aquí, y ya ha advertido, que Europa es la siguiente en su lista de agravios. Habrá que ver entonces, que dicen los defensores del liberalismo, y qué dice, por ejemplo, Vox, que tanto apoya al líder republicano. Europa ha anunciado que responderá, pero volverá a perder tiempo discutiendo si lo que vienen son galgos o podencos.

Lord D’Abernon decía que “el cerebro de un inglés funciona mejor cuando ya es prácticamente demasiado tarde”, una máxima que podría aplicarse perfectamente a los países europeos en su respuesta a las grandes crisis.

Mientras tanto, los ciudadanos, como los galos, estaremos deseando que alguien le ponga ya la mordaza al bardo, sea cuál sea.