Opinión

Esta Navidad regala posibilidades

Lineal de una tienda de juguetes
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En los últimos años hemos adquirido una gran consciencia sobre la importancia de elegir una cesta de alimentos saludable. Cuidamos al detalle lo que comemos, intentando reducir el consumo de aquellos ingredientes que pueden poner en riesgo nuestra salud e introduciendo otros que nos protejan y refuercen. La técnica es sencilla y nos la recuerdan constantemente las nutricionistas: hay que buscar el equilibrio.

Cada Navidad nos acercamos a las jugueterías en busca de juguetes que puedan sorprender a nietos, sobrinas, hijas y cualquier menor que forme parte de nuestra vida. Nos encanta ver sus caritas de ilusión al abrir los paquetes y por eso elegimos aquellos que están más de moda y cualquier novedad que creamos que les va a gustar. Tras los brindis y abrazos, nos marchamos felices a nuestras casas, pero esos regalos pasarán a formar parte del día a día de la criatura, convivirán con ella en su espacio más íntimo y formarán parte de su aprendizaje. ¿Prestamos la misma atención a la cesta de alimentos que a la de juguetes? ¿Cómo podemos regalar juegos que, además de entretenerles, les permitan desarrollar todas sus habilidades?

Tan perjudicial es que los niños no jueguen con muñecas como que las niñas no practiquen el combate

Los juegos y juguetes son mucho más que un mero pasatiempo, son escenarios para la vida. A través de ellos, los niños y las niñas entienden qué espera de ellas la sociedad, qué cosas les valorarán y en qué lugares deben estar. El cerebro es un órgano flexible capaz de aprender y cambiar durante toda la vida. Aquellas cosas que más practiquemos serán en las que destaquemos. Si los juguetes que se dirigen a las niñas (porque aparecen en las cajas y se promocionan a través de ellas) solo presentan actividades relacionadas con el cuidado y la belleza, esas son las actividades que van a practicar. Si dirigimos a los niños únicamente juegos que favorecen la competición y la violencia, tenderán a realizar estas actividades. El día de mañana estos niños y niñas se enfrentarán a situaciones que requerirán de todo tipo de destrezas.  Hay estudios que afirman que el hecho de que los niños no jueguen con muñecas dificulta que desarrollen su capacidad de empatizar, dialogar y llegar a acuerdos. De la misma manera, que las niñas no jueguen a combatir, puede provocar que de mayores eviten las situaciones de conflicto. Como, por ejemplo, no pedir un aumento de sueldo porque eso supone un enfrentamiento.

Si el mismo juguete tiene una estética diferenciada para niños y para niñas es sexista

Montar en bici o cuidar bebés no son actividades sexistas, pero el color de la pintura que llevan, los nombres y los complementos, sí pueden serlo. Si la bici es azul, lleva una sirena de policía y un eslogan que anima al niño a atrapar a los enemigos, el juego le está sugiriendo activar su cuerpo con un objetivo muy concreto: demostrar una actitud heroica. La mayoría de las veces los muñecos que representan a bebés tienen la misma morfología, pero al que lleva ropa azul le ponen un nombre masculino y, al que lleva la ropa rosa, femenino. Los complementos de los personajes con los que se identifican también cambian: para ellas lazos, pulseras y purpurina y para ellos relojes, coches y pistolas. El sexismo suele estar implícito en el marketing no en la actividad que implica el juguete. Es la forma en la que nuestra cultura nos impone el género y que nos limita durante toda la vida.

El problema no es tanto lo que tienen sino lo que les falta

No hay nada perjudicial en ningún juguete, si se valora de manera independiente. Ponerle un vestido a una muñeca para acudir a un evento es algo que puede ayudar a entender que existen códigos de comunicación que van más allá de la voz o del comportamiento. Ahora bien, si todos los juegos que posee una niña sirven para vestir y maquillar se deposita demasiada atención en ese aspecto transmitiendo la idea de que es lo más importante. Antes de lanzarse a regalar juguetes nuevos, es conveniente dar un paseo por el cajón del menor para ver lo que ya tiene y aportar lo que puede complementar. Quizás haya que ampliar los juegos que animan a moverse o los expresan emociones. O puede ser magnífico jugar a ser una líder o aprender ciencia. Cuanta más variedad más posibilidades de llegar a ser que lo que quiera.

Un catálogo de seiscientas páginas ya es una alarma

La diversión no tiene nada que ver con la posesión de muchos juguetes. Lo más importante de los juegos es la actividad que proponen. No se necesitan combas con incrustaciones de diamantes ni tampoco tener trescientas distintas para saltar. Hay menores que sienten verdadera ansiedad a la hora de elegir sus regalos. La oferta es de tal magnitud que se pierden en las páginas de los catálogos apuntando los que quieren. Ver tanta cantidad de juguetes genera la idea de que tenerlos no cuesta ningún esfuerzo. Muchos niños abren sus regalos y automáticamente los tiran a un lado para abrir los siguientes. A través de esos catálogos infinitos les estamos metiendo de lleno en la rueda del consumismo al tiempo que seguimos generando más y más toneladas de plástico. Para cuidar del planeta y desarrollar la imaginación no se necesitan grandes sumas de dinero ni centenares de objetos.

Si vemos cada juguete como la posibilidad de desarrollar una habilidad será más fácil detectar aquellos que solo responden a estereotipos de género y buscar la variedad. Todos los niños y niñas merecen tener acceso a una educación libre de sesgos que les permita desarrollar todas sus destrezas. Cada juego es una oportunidad para conseguir nuestra libertad.

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