Las ayudas por la Dana no llegan. Dos meses después de que la tragedia azotase a la Comunitat Valenciana dejando 223 víctimas y y tres personas que todavía no han sido localizadas , los afectados dejan a un lado la contienda política y ponen el acento en la falta de agilidad a la hora de recibir las ayudas. Más de 340.000 personas han solicitado alguna de las partidas que hay disponibles tanto de la Generalitat como del Gobierno central. Sin embargo, para muchos de ellos, por el momento, no hay nada. Las quejas se repite constantemente en los pueblos afectados con miles y miles de solicitudes que se van gestionando muy lentamente. De hecho solo el 5% de esas solicitudes han podido cobrar anticipos para poder comprar viviendas, electrodomésticos o enseres que han perdido tras la tragedia. El escudo social que se ha desplegado no tiene precedentes, de eso no hay duda, pero las ayudas llegan a cuentagotas. Son más de 18.000 millones de euros, 17.000 de ellos con fondos del Gobierno de España y casi 1.324 por parte de la Generalitat Valenciana. A día de hoy solo se han abonado 949 millones de euros y solo 38 millones son ayudas directas a las familias. Eso por parte del Estado. Por parte de la Generalitat solo han llegado 192 millones de euros. En cambio, aunque no es comparable, las ayudas privadas sí han llegado. El presidente de Mercadona, Juan Roig, se comprometió a dar 40 millones para sus empleados afectados por la Dana, un dinero que ya ha sido entregado.
En este país la burocracia está impidiendo que muchas prestaciones lleguen y que además lo hagan a tiempo para “dar juego” a quienes las necesitan. Paso con las ayudas de los colectivos de la dependencia; paso con el ingreso mínimo vital y pasa con las ayudas de urgente necesidad que se dan para temas tan necesarios como comer o comprar pañales para un bebé. Pongo en la mesa un dato que pone los pelos de punta: en el año 2023 (del año 2024 todavía no hay datos) fallecieron en nuestro país 43.000 personas esperando a ser atendidas. Cada 11 minutos, de media, fallece una persona que tiene derecho, que se lo han reconocido y que no ha recibido la prestación”. Con catástrofes naturales similares a la de Valencia ha pasado lo mismo. En mayo del 2011 en la región de Murcia, un doble terremoto arrasó la ciudad de Lorca, la tercera por volumen den población con casi 100.000 habitantes. Murieron nueve personas, hubo más de 300 heridos y el 80% del parque inmobiliario de la ciudad quedó afectado: unas 44.000 viviendas sufrieron daños de diferente consideración y 1.250 tuvieron que ser demolidas. ¿Cómo se repartieron las ayudas? Pues tras el terremoto a lo largo del primer año se cobraron las aportaciones menores, para reparaciones en viviendas que no tenían que ser demolidas y en los dos años siguientes llegaron las ayudas a quienes tenían que tirar abajo su hogar y levantarlo de nuevo. Este dinero llegó del Consorcio de Compensación de Seguros, 552 millones de euros, y fue lo primero que llegó como está pasando en Valencia. En cuanto a las administraciones públicas que destinaron un total de 200 millones de euros hace apenas un mes los afectados han recibido en torno a un millón de euros que todavía estaba pendiente para unas 150 familias afectadas por la tragedia. ¡13 años después!
España no sabe dar ayudas y a España siempre le “pilla el toro” a la hora de enfrentarse a situaciones extremas. Las cuatro grandes crisis que han sacudido a nuestro país en este siglo tienen un denominador común: se producen por factores sobrevenidos. Hablo del 11M, de la crisis económica, de la pandemia y de la Dana, situaciones que han puesto a prueba la respuesta del Estado ante escenarios límite. Todas comparten poca previsión, mucha descoordinación, falta de asunción de responsabilidades y evidentes choques competenciales. Y en todas estas crisis influye mucho como la gestionan los políticos. Es decir a la improvisación del primer momento le sigue a veces en menor y otras en mayor medida una gestión descoordinada. Esto es lo que ha ocurrido en Valencia. Las Fuerzas de Seguridad del Estado llegaron tarde por la batalla por las competencias entre Generalitat y Gobierno. Se reprochaba a Defensa que no desplegase a militares y el jefe de la UME insistía en que requería autorización de Mazón para iniciar la misión. Los políticos se enzarzaban sobre la declaración o no de la Emergencia Nacional y los vecinos se peleaban con el barro a contrarreloj para evitar que se secase con la dificultad que conlleva limpiar un barro seco. Y mientras miles de voluntarios se ofrecían para ayudar, nadie era capaz de coordinarlos.
Tengo clara mi carta a los Reyes Magos. Más coordinación entre las diferentes administraciones y menor crispación política trasladada muchas veces a los platos de televisión. Todo por el bien común de la ciudadanía y por supuesto por el bien de los más desfavorecidos que a día de hoy son los valencianos a los que no les está llegando el empuje suficiente para reabrir sus persianas. Hace falta ayudas directas las que de forma automática han llegado del sector privado. Uno de los municipios que más sufrió las consecuencias de la Dana incluido el daño en los negocios fue Paiporta. Allí algunos negocios están volviendo a levantar la persiana pese a la falta de ayudas y a las condiciones. Aquí una de sus pastelerías ha vuelto a encender a principios de semana sus hornos. Vuelve a oler a pan, a pasteles recién hechos. María su dependienta nos cuenta que la gente tenía muchas ganas de volver a comer estos dulces, sobre todo los niños, que por la mañana y antes de desplazarse a los colegios en los que les han reubicado, hacen cola para entrar en la pastelería. Todavía queda mucho pero ¡bendita normalidad! Feliz año.