Opinión

Ese odio por defecto a la derecha. ¿Nos victimizan los ‘progres’?

Pedro Sánchez - Política
Teresa Giménez Barbat
Actualizado: h
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Fijaos ahora mismo. Tenemos al necio de los necios arrastrando al país por un “fango” del que se queja pero que él mismo fabrica. La moción de censura que le llevó al poder fue una inmoralidad pues, atribuyéndose un ideal de lucha contra la corrupción, se apoyó en corruptos, delincuentes y herederos de ETA. En la mayor de las corrupciones. Vemos cómo nuestros derechos y libertades son erosionados cada día y, a pesar de ello, parecemos seguir aceptando un supuesto adanismo inocente de la izquierda cuyas razones de fondo, según ese lavado cerebral de decenios, son en realidad bien intencionadas.

Efectivamente, la izquierda siempre parte con un plus de superioridad moral, un perfecto lastre del que no sabemos librarnos. ¿A qué se debe que la izquierda tenga en términos de golf el “hándicap de principiante” hasta la eternidad? Algunos políticos pueden llamarle a eso el “tablero inclinado”, en el que en el terreno de juego político la derecha siempre juega cuesta arriba y la izquierda y el nacionalismo cuesta abajo. Es un símil parecido, pues la superioridad moral siempre resulta en que un lado se permite todos los caprichos (incluso el odio) mientras que en el otro impera la vergüenza de un pecado inexistente. Se le llama a esta discriminación “asimetría ideológica” y se conoce desde tiempo ya casi inmemorial. Es la noción de que los conservadores tienen, de alguna manera, más mala idea que los “progres”. Y es injusto.

No voy a entrar ahora en cuáles puedan ser las razones profundas de la dificultad de la derecha en denunciar el desequilibrio. Creo que una muy importante es que en las sociedades occidentales el izquierdismo es un rito de paso de la mocedad. Y que mucha gente que maduró y dejó atrás, a base de lecturas y experiencias vitales, esa etapa, desgraciadamente la tiene ligada a la nostalgia de unos años que ve nuevamente renovados en sus propios hijos estudiantes. Un tema interesante que merece más atención por lo mucho que afecta a los estilos de las distribuciones políticas.

Y cada vez que se investiga en serio, se demuestra su existencia. Por ejemplo, un estudio reciente exploró cómo los liberales y conservadores en Estados Unidos evaluaban los atributos profesionales, el carácter personal y la idoneidad laboral de una persona basándose en sus publicaciones en Facebook. Participaron 679 trabajadores de Amazon MTurk con una edad promedio de 39 años y el 78% eran caucásicos. De ellos, 383 se autoidentificaron como conservadores, mientras que 299 se consideraban liberales (“progres”). Los investigadores crearon cuatro páginas de Facebook, dos de las cuales presentaban a una persona con una actitud ideológica de derechas y dos con una actitud ideológica de izquierdas. En cada par, una página presentaba memes y la otra contenía texto. Las páginas conservadoras incluían contenido a favor de Donald Trump y antisocialismo, mientras que las páginas izquierdistas exhibían contenido anti-Trump y prosocialismo. Los resultados indicaron que ambos grupos tendían a evaluar más negativamente a los individuos ideológicamente opuestos. Sin embargo, este sesgo fue tres veces más fuerte entre los izquierdistas que entre los conservadores.

“Me sorprendió mucho que el nivel de sesgo liberal contra los conservadores fuera casi tres veces mayor que el sesgo conservador hacia los liberales”, dijo Robert. D. Ridge, director del trabajo. “Esto es exactamente lo contrario de lo que predeciría la “asimetría ideológica”. También me sorprendió que, dado este resultado, los participantes liberales afirmaran que los conservadores tenían mucho más prejuicios que los liberales, mientras que los conservadores no atribuían más prejuicios a los liberales que a los conservadores. Esto es contrario a gran parte de la opinión popular sobre liberales y conservadores en los medios populares y en la literatura empírica”.

Absolutamente. Aunque el estudio también tiene limitaciones, pues los participantes evaluaron páginas que sólo contenían memes y lemas políticos, redunda en un fenómeno cada vez más estudiado. Sea porque nos vemos a nosotros mismos en nuestra dorada y hormonada bisoñez o porque nos conmueven nuestros hijos con el mismo pañuelo palestino que alguna vez llevamos nosotros (otro “eterno” de toda eternidad), a partir del centro hacia la derecha las condiciones están desequilibradas. Y los malos aquí son los adolescentes “de todas las edades”. No nos dejemos tomar el pelo.