En este tiempo de llamadas de teléfono que deciden el orden mundial hay una pregunta que formuló a todos los expertos internacionales ¿quién dirige la negociación de la paz en Ucrania? ¿Rusia o EEUU? ¿alguno de los dos tiene un papel prominente? La respuesta es siempre la misma: los dos se reparten en pastel a partes iguales y además lo hacen sin ningún tipo de complejo. Repartirse Ucrania. Más claro no se puede ser. Ese es el propósito de la llamada de Trump y Putin y no otro. El objetivo es repartirse los “activos”, así llamado a todo lo que le pueda interesar a los dos. En castellano esto es desmantelar el país para dejarlo inoperativo. Dominarlo entre los dos para controlarlo después.
The Economist definía el estilo de negociación que tiene Trump como mafioso. Exactamente hablaba de matón de ahí lo de “gangsters”. El estilo de negociación que se basa en el órdago y la amenaza constante siempre buscando el beneficio económico es muy similar al de Putin cada vez que intenta negociar algo. Todo depende de lo que los dos puedan conseguir a cambio. Si algo tenemos claro de este segundo mandato de Trump es que nunca va a mover un dedo si no consigue nada a cambio, si no gana la partida. Y lo mismo Putin: está dispuesto a un alto el fuego siempre y cuando Ucrania ceda territorio y se desmilitarice. En un tiempo corto veremos si la jugada de darle alas a Rusia le ha salido bien y le reporta más beneficios que dejándole aislado.
Y ya hemos visto lo que supone dar alas a los “gangsters” como Benjamín Netanyahu que en cuanto ha visto que las cosas a nivel interno se pueden complicar ha vuelto a bombardear Gaza para taparlo todo. El primer ministro israelí está acosado por la justicia y por la ultraderecha religiosa ha fiado su supervivencia política a la guerra permanente con el coste humano que sea necesario. El pasado martes Israel bombardeó de forma brutal la franja de Gaza causando más de 400 muertos y 600 heridos. Hubo decenas de ataques aéreos simultáneos e intensos bombardeos de artillería desde diferentes puntos haciendo saltar por los aires el alto el fuego alcanzado con la milicia islamista de Hamas hace dos meses. Y aunque es cierto que las impresentables puestas en escena de Hamás durante las liberaciones de rehenes exigen una clara condena no pueden ser consideradas en mi opinión, como un motivo sólido para hundir un proceso de paz que ha costado muchos meses alcanzar y en el que han participado varios países. La ruptura del alto el fuego vuelve a aumentar la escandalosa cifra de muertos que suma la parte palestina y aumenta el sufrimiento de los familiares de los 59 rehenes israelíes que, vivos o muertos, quedan por entregar.
Es un nuevo tiempo para los matones mientras Europa observa y debate de donde se puede sacar dinero para un rearme. En el conflicto de Oriente Próximo Europa pinta poco o nada y lo hemos podido comprobar durante estos meses de guerra por mucho que España haya reconocido el estado palestino. Con la invasión rusa la idea es reforzar la posición de Ucrania de cara a unas eventuales negociaciones de paz. Se quiere rearmar a Ucrania de momento con una partida de 5.000 millones en munición para hacerla fuerte en el campo de batalla porque cuanto más fuerte sea Ucrania en el campo de batalla, más fuerte será en la mesa de negociaciones. Son tiempos de guerra para Europa administrados por gangsters de fuera de Europa.