Opinión

¿Es copiar la mejor forma de alabar?

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Hoy lanzo pregunta al aire e intento analizar una idea cada vez más presente en nuestros días cuando no tenemos bien definido el rumbo y mirarse al espejo de otros, a veces acaba siendo la solución más recurrente. Si bien comparto la idea, como no puede ser de otra manera, de que seguir los pasos de alguien es la mejor manera de reconocerle que algo está haciendo bien, ¿lo es tanto o es en cambio una garantía de éxito para quien lo hace?

La idea de que copiar es la mayor forma de alabar ha resonado en muchos sectores creativos, especialmente en el mundo de la moda. Diseñadores como Marc Jacobs fueron de los primeros en afirmar, cuando una de las cadenas fast fashion más conocidas de nuestro país se “inspiraba” demasiado en sus propuestas, que lejos de ofenderse, lo interpreta como un halago. Y yo mismo comparto esa idea de que en el fondo debemos ser capaces de sentirnos halagados más que traicionados. Del mismo modo, ya en su día y remontándonos muchos años atrás, Coco Chanel señaló que la imitación es el mayor cumplido que pueden hacerle a alguien, ya que en el fondo, si algo se copia, es porque ha marcado tendencia. Lo vemos también cada vez más en partidos políticos o empresas que, una vez perdido el rumbo, antes de invertir tiempo en crear una estrategia propia y sólida, parece ser más cómoda la idea de seguir los discursos que están funcionando a su competencia, a veces simplemente enfatizándolos, pero finalmente funcionando de forma demasiado cortoplacista, por tiempo limitado y terminando en el olvido sin conseguir conectar. Gran error.

Por tanto ¿es realmente copiar una forma válida de alabar o es sólo un reflejo de la falta de autenticidad? Podríamos decir que la copia constante demuestra que algunos diseñadores ó empresas están sin duda marcando el camino y consiguiendo conectar con el espectador. Sin embargo, copiar no garantiza el éxito cuando nos olvidamos que el verdadero factor de éxito no reside en un producto concreto o campaña, sino un concepto de marca propia elaborado y fundamentado durante un tiempo, capaz de haber sabido encontrar y diferenciar su principal ventaja competitiva sostenible. Si bien un producto puede ser sencillo, replicar la esencia de una marca es un desafío mucho mayor sino se tiene una base propia.

Un buen ejemplo de ello bien podría ser Apple. La compañía ha sido fuente de inspiración para muchas otras, pero ninguna ha logrado emular completamente su éxito. No es sólo cuestión de diseño de productos; se trata de la cultura, la innovación y el propósito que Apple ha construido a lo largo de los años, sólo así siendo capaz de conseguir deseo, seducción y adictos incondicionales. Las marcas que intentan seguir los pasos o identidades de otras sin comprender realmente su propósito o su modelo de negocio, sólo logran una versión superficial y, en la mayoría de los casos, ineficaz. Y es que, queridos amigos, construir no es fácil y diferenciarse es clave para el ansiado éxito. ¿Cómo puede entonces una compañía competir con Apple?

La respuesta es, una vez más, diferenciándose. Y les hablo ahora de un ejemplo de telefonía que conozco bien y cada vez admiro más, Xiaomi. Esa gran empresa líder China que, como ya he comentado en otros artículos, ha entendido que la clave para generar valor no es sólo hablar de sus productos, sino conseguir sinergias y alianzas con diferentes sectores como la moda, gastronomía ó fotografía que acaban por nutrirse unos con otros y conectar diferentes sectores. Valor disruptivo, rumbo marcado y estrategia clara que consigue hacer marca y generar autenticidad. Pese a que muchos podrían considerar ambas marcas rivales, lo cierto es que cada una ha sabido encontrar un nicho diferente donde poder competir y ganar valor.

En este sentido, la diferencia clave entre copiar y triunfar está en la capacidad de innovar y de verdaderamente encontrar un propósito o mensaje que nos permita actuar como agentes del cambio y liderarlo. Y ojo en este punto, que siempre defenderé que la imitación también puede ser positiva y necesaria, pero las marcas que sobresalen no sólo imitan lo que ya existe, sino que lo reinterpretan, adaptan y mejoran. La inspiración es una parte fundamental del proceso creativo, pues tampoco debemos engañarnos y recordar que no existe, o no creo que exista, una innovación completamente aislada; todos tomamos ideas de nuestro entorno y de otros creadores para dar forma a algo nuevo.

Es curioso al mismo tiempo ver cómo hay sectores como la moda, donde inspirarse o tener referentes está mal visto, ya que se percibe como una amenaza a la originalidad. Sin embargo, en otros sectores, como la música o la pintura, las referencias y las influencias son algo natural. En la música, los artistas se inspiran en géneros anteriores o en otros músicos y esto no sólo acaba por ser aceptado, sino a menudo celebrado como un valor extra que aporta. El arte también se construye sobre la reinterpretación y evolución de estilos, como se ha visto en movimientos como el impresionismo o el propio cubismo.

En este punto, si en algunos sectores la copia es un homenaje y en otros una falta de ética, quizá la pregunta sea: ¿cómo debemos abordar realmente la inspiración? La respuesta está en la diferenciación y el propósito que cada uno tengamos. Ofrecer algo realmente disruptivo, capaz de aportar y una estrategia claramente definida es lo que realmente separa a las marcas que prosperan de las que sólo copian. Aquellas incapaces de ser recordadas. Un negocio o producto con un propósito profundo es irremplazable. No se puede replicar, porque su valor no radica únicamente en lo que ofrece, sino en cómo lo hace y en la razón detrás de su existencia. Unos pilares sólidos que permiten seguir creciendo y evolucionando el mensaje de forma coherente.

Las marcas que se limitan a copiar momentáneamente ideas, conceptos o productos pero carecen de una identidad propia trabajada desde el propio propósito o razón de ser, acaban por ser vulnerables, fácilmente reemplazables e incapaces de conectar. Y lo mismo ocurre con los mensajes de las empresas ó partidos políticos carentes de autenticidad u oportunismo momentáneo sin fondo. La verdadera alabanza no debería venir de la copia, sino de la capacidad de crear algo nuevo y significativo. Sólo las marcas que entienden esto pueden ser realmente insustituibles y duraderas. La innovación, la estrategia y un propósito claro son los únicos elementos que pueden garantizar que un mensaje, marca o producto sea realmente único y, por ende, imposible en el fondo de copiar. Una vez copiadas o imitadas las ideas, sólo se conseguirá reforzar a aquellas marcas en las que se han mirado y que han sido en el fondo capaces de ser pioneras en algo. Y ahí está la clave.

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