Storytelling y Storydoing. Lo que una marca dice ser y lo que realmente hace o es. Hoy vengo a hablarles de marcas (ó empresas) y sobre cómo dejar huella. O de todo aquello que debería tenerse en cuenta en un momento en el que, sólo en nuestro país, se registraron el último año más de 109.000 empresas, la cifra más alta desde 2008 según la oficina de patentes y marcas.
En el vertiginoso panorama de la economía global, con una competencia despiadada y donde la atención del consumidor es, la mayoría de veces, un bien escaso, el concepto de marca ha evolucionado más allá de ser simplemente un nombre o un logo. Hoy en día, las marcas, y cuando hablo de marcas lo hago desde su concepto más amplio, el que va desde grandes grupos, partidos políticos hasta la propia marca personal, son, o deberían ser, entidades vivas, con valores, propósito y responsabilidades sociales. No obstante, no podemos olvidar que el mundo está lleno de marcas incapaces de ser recordadas y que su sostenibilidad radica, precisamente, en encontrar su valor añadido, propósito y en cómo ser capaces de generar impacto y crear valor.
Es en este contexto cuando surgen las llamadas, coloquialmente, “marcas todoterreno”, aquellas que no sólo sobreviven en tiempos convulsos, sino que prosperan y son capaces de dejar una huella perdurable en la sociedad y el medio ambiente. Marcas valientes que no se conforman con seguir la corriente, sino que desafían las normas establecidas y se anticipan a las tendencias emergentes.
Lo son aquellas líderes en innovación, sostenibilidad y también en la inclusión, así como las que están comprometidas con generar un impacto positivo en el mundo que las rodea. Desde la lucha contra el cambio climático, hasta la promoción de la igualdad de género, son aquellas marcas capaces de entender de su importancia, las que están en la vanguardia del progreso social, ambiental y por supuesto económico.
Pero ser una marca todoterreno va más allá de tener buenas intenciones. Requiere una profunda comprensión del mercado, un compromiso inquebrantable con la calidad y la excelencia, así como una capacidad para adaptarse rápidamente a los cambios del entorno. Debemos crear marcas ágiles, flexibles y que están dispuestas a asumir riesgos calculados en busca de la innovación y el crecimiento sostenible transversal.
En este sentido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sirven como un marco clave para orientar las acciones de aquellas que pretenden ser marcas visionarias. Desde la erradicación de la pobreza hasta la promoción de la paz y la justicia social, las marcas todoterreno entienden que su éxito está intrínsecamente ligado al progreso de la humanidad en su conjunto. No es tarea fácil. Requiere un compromiso a largo plazo, una visión audaz y un liderazgo inspirador. Pero las recompensas son enormes: no sólo en términos de crecimiento empresarial y rentabilidad, sino también en cuanto al impacto positivo que pueden tener en la sociedad y el planeta.
Necesitamos marcas que aspiren a ser agentes de cambio, colaborando y entendiendo de la importa de la colaboración con otros para abordar los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Salir de la zona de confort se convierte en una premisa indispensable para encontrar oportunidades emocionantes que ayuden construir alianzas estratégicas y hacer una contribución significativa al mundo que habitamos.
En última instancia, el futuro pertenece a aquellas marcas que no sólo busquen el beneficio propio, sino de las que tengan en cuenta el bienestar de las generaciones futuras. Marcas/empresas que entiendan que el éxito verdadero no se mide sólo en términos de ganancias financieras, sino también en términos de legado y contribución al bien común. En un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, las marcas todoterreno son la clave para construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos. En la zona de confort es donde mueren los sueños.