Opinión

Emily y esa cosa con plumas que se posa en el alma

Emily Dickinson
Actualizado: h
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“La esperanza es esa cosa con plumas / que se posa en el alma / y entona melodías sin palabras / y no se detiene para nada”. Estos versos fueron escritos por Emily Dickinson, considerada una de las grandes poetas americanas de todos los tiempos y que, a su muerte, el 15 de mayo de 1886, no había publicado ni una docena de poemas de los cerca de dos mil que escribió a lo largo de su vida.

Leo sus poemas, pienso en su figura, en su vida y vienen a mi mente las palabras de otra escritora, Virginia Woolf: “no hay necesidad de apresurarse, no hay necesidad de brillar, no es necesario ser más que uno mismo”. Y es que Emily Dickinson no buscó la exposición pública. Fue después de morir cuando su hermana Lavinia encontró todos sus poemas y se propuso publicarlos. La primera colección de poesía de Emily Dickinson fue publicada cuatro años después de su muerte.

Emily nació en 1830 en Amherst, Massachusetts, donde vivió la mayor parte de su vida. Fue precisamente en el Amherst College, fundado entre otros por su abuelo en 1821, donde Emily cursó los estudios de pregrado. En esta institución, inicialmente reservada para niños, fue inscrita Emily a la edad de diez años (actualmente es una de las universidades privadas más selectas de Estados Unidos que sólo admitió a mujeres a partir de 1975). Allí, entre otras asignaturas, estudió literatura, historia, geología, biología, griego y latín. El Amherst College contaba entre sus profesores con científicos de fama nacional, como biólogos y geólogos que llevaron al colegio sus enormes colecciones de especímenes. Emily sintió desde su infancia interés por las estrellas y las constelaciones, así como por la Botánica, creando un herbario con más de 400 flores distintas que clasificó y etiquetó en latín.

La sociedad en la que vivió Emily fue la sociedad puritana protestante de los Estados Unidos del siglo XIX, donde el papel que se reservaba a las mujeres (en las familias que podían permitirse elegir) distaba mucho del que se otorgaba a los varones. De hecho, Emily también pasó por el Seminario Femenino de Mount Holyoke, un seminario para señoritas que educaba a las jóvenes para realizar misiones en el extranjero. Estudió en la institución un año, convencida desde el comienzo de que ese futuro asociado a la religión no le interesaba.

Emily fue una persona reservada y solitaria. Le gustaba comunicarse con amigos, familia y las personas a las que quería a través de cartas, y vivió dedicada a su poesía, que definió de la siguiente manera: «Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía». Mucho se ha especulado sobre el retiro que Emily eligió para su vida, por qué lo eligió. Lo cierto es que en ese retiro creó una obra basada en la palabra que ha llegado hasta nuestros días y que sigue inspirando a personas de toda condición. Y es que como ella misma escribió: “Algunos dicen que la palabra muere al ser dicha. Yo digo que empieza a vivir ese día”.

Hace más de dos mil años, en la época considerada helenista, a la muerte de Alejandro Magno, surgieron distintas escuelas de pensamiento en Grecia. Una de estas escuelas fue el Epicureísmo, fundada por Epicuro de Samos, y que desde su fundación admitía tanto a hombres como mujeres. El objetivo de esta escuela filosófica era conseguir la ataraxia, que podría definirse como el estado en el que una persona alcanza el equilibrio emocional y la felicidad. “Esconde tu vida” fue uno de los principales preceptos de Epicuro, que invitaba a buscar una vida sin ostentación y disfrutar de los placeres sencillos de la vida con amigos: “De todos los bienes que la sabiduría procura para que la vida sea por completo feliz, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad”. Quizá Emily fue una epicúrea sin proponérselo.

Vivimos un tiempo en el que es natural ver la exposición continua de las vidas, por ejemplo, a través de las redes sociales, en muchos casos buscando aprobación y reconocimiento externo. Y, sin embargo, siempre han existido y existen personas que siguen buscando la quietud, el silencio, la soledad, a veces en retiros puntuales en los que se aíslan del mundo o de una parte de éste, otras, en un alejamiento casi completo.

Emily se retiró del mundo y se volcó en la palabra, en su escritura, como ya hicieran otros, como se retiró Michael de Montaigne a su castillo en el siglo XVI para escribir sus famosos Ensayos. Emily pertenece a esas personas que no buscaron el reconocimiento de los demás, le bastaba con reconocerse a sí misma, y es que como ella misma escribió: “Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”.

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