Opinión

El verdadero poder de Simone Biles

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Érase una vez un lejano planeta en el que habitaban criaturas a las que les gustaba superarse y conseguir retos. Cuando lo conseguían, se les otorgaba un objeto brillante que llevaban a la altura del pecho y las distinguía como admirables. Estos trofeos significaban que eran un modelo a seguir para el resto de habitantes. Para sobrevivir en ese planeta, las criaturas habían desarrollado diversas habilidades que les permitían desenvolverse en el día a día. Gracias a ellas podían adaptarse a los cambios, reconocer el peligro, defenderse y relacionarse con otras criaturas. Pero, para conseguir uno de esos codiciados premios, era indispensable reprimir gran parte de esos comportamientos. No podían mostrar miedo, ni vulnerabilidad. Tampoco llorar o pedir ayuda. No era conveniente dudar y, pasase lo que pasase, jamás debían abandonar el reto. Paradójicamente, esas características imprescindibles para mantenerse con vida, no eran propias de un ser ejemplar.

Un buen día, una de las criaturas que más brillaban y que más distinciones recibía, rompió todos los esquemas de aquel extraño planeta: justo cuando más aclamada era, se atrevió a reconocer en voz alta que no se encontraba bien, que albergaba dudas y que necesitaba parar. Nadie conseguía comprenderla. Algunas aseguraban que había dejado de ser poderosa, muchas cuestionaban las condecoraciones otorgadas, otras la culpaban y la mayoría se sentían decepcionadas. Durante un tiempo no se supo nada de ella, pero no importaba porque los habitantes de aquel planeta se apresuraron a llenar su hueco, colocando a otras figuras que sí cumplían con las reglas. Esa era otra de sus extrañas costumbres, no mostrar preocupación por las criaturas que pedían ayuda, sino limitarse a reemplazarlas demostrando una total indiferencia.

Mientras tanto, nuestra brillante y valiente protagonista no se dedicó a perder el tiempo, sino que empezó a trabajar muy duro en conseguir un nuevo reto: dejar de hacer caso a las voces externas para empezar a escucharse a sí misma.  En aquel difícil desafío encontró herramientas muy valiosas, como, por ejemplo, la importancia de conectar mente y cuerpo para que trabajen al mismo tiempo. En aquel planeta se defendía la idea de que el cuerpo se podía tratar de manera aislada al resto de las dimensiones que conformaban a esas criaturas. Sostenían que ignorar la parte emocional y mental no tenía ningún impacto en las tareas que desempeñaban. Sin embargo, este ser excepcional comprobó que era mucho más estable y desarrollaba mejor sus tareas cuando conseguía sincronizar todas sus dimensiones y cuidarlas de igual manera.

Otro de los hallazgos que encontró nuestra honorable aventurera, fue que no podía alcanzar la excelencia estando sola, sino que necesitaba el calor de otras criaturas para poder triunfar. En su proceso de transformación reparó en lo importante que eran sus compañeras en su bienestar y su fortaleza. Considerarse parte de un grupo, tener una red de apoyo, poder reírse y estar relajada, no sentirse juzgada y saberse irremplazable (esto significa que no van a poner a otra en tu lugar en cuanto te vayas) era lo que la permitía volar más alto y hacer unas piruetas que nadie había hecho jamás. Tener una base firme le permitía explorar cosas diferentes, arriesgarse y descubrir otros registros porque no tenía miedo a la caída.

Entre todas esas vivencias también experimentó lo poderoso que era hablar, decir las cosas en alto e incluso pedir ayuda. Tiempo atrás esta criatura y otras como ella habían sufrido graves abusos e injusticias por parte de figuras poderosas sin recibir la protección necesaria de su entorno. Confesar públicamente experiencias negativas podía empañar los éxitos conseguidos y no siempre las creían, así que optaron por el silencio. Pero tiempo después, cuando adquirieron algo más de seguridad, hicieron equipo y decidieron denunciarlo. Así por fin fueron escuchadas, se hizo justicia y se tomaron medidas para evitar más casos.

Fueron pasando los días y lo que esta criatura no sabía es que, a la vez que superaba estos nuevos retos, también estaba mejorando en aquello por lo que antes era tan reconocida. La protagonista de esta historia en realidad no está tan lejos. Se llama Simon Biles y actualmente es la mejor gimnasta del planeta Tierra. Tras su retirada en los Juegos Olímpicos de 2020 que conmocionó al mundo entero, acaba de reaparecer cuatro años después brillando más fuerte que nunca y cambiando el relato que conocemos. Se puede ser ejemplar y al mismo tiempo parar para coger aliento. Se puede ser fuerte y reconocer que necesitamos a las demás personas. Se puede alzar la voz ante las injusticias y reparar parte del daño. La más grande de todos los tiempos sigue ganando trofeos y además nos da una importante lección: el verdadero poder reside en aceptar todo aquello que nos hace seres humanos.