¡Extra, extra! El día 30 de abril, el NHS (Servicio Nacional de Salud del RU) declaró que “la Tierra es redonda”. No, perdón, que el sexo es un “hecho biológico”. Tal descubrimiento salió en la prensa como si los británicos hubieran despertado de un sueño distópico y demente. Un cambio histórico contra la “ideología de género” que fue bien acogido por activistas de pies en la tierra que deseaban esa actualización de la Constitución de un NHS que vivía en el caos desde que incluyera la Ley de Igualdad del 2010. Los avances a los que nos referimos incluyen cuestiones como que el nuevo compromiso (pledge) permita que los pacientes puedan solicitar que “alguien del mismo sexo biológico les proporcione cuidados íntimos, cuando sea razonablemente posible”. O que se prohíba de que las “mujeres” trans (hombres biológicos) ingresen en pabellones exclusivos para mujeres.
Yo espero que dentro de 20 años demos un vistazo a esta locura que se ha adueñado incluso de los sistemas de salud de los países avanzados y convengamos que fue una barbaridad incomprensible. Aunque quizá sólo por qué ya tengamos otra histeria colectiva en marcha que nos distraiga. ¡Quién iba a decir que las sociedades más sofisticadas científica y tecnológicamente vivirían esa regresión del conocimiento y del pensamiento mínimamente crítico! ¿Cómo ha podido suceder? Sencillo: en las universidades de todo el mundo, los departamentos de humanidades (Sociología, Periodismo, Psicología “pop” etc.), alejándose cada vez más de la ciencia, llegaron a rechazar que existiera algo llamado verdad objetiva. Esta perspectiva nihilista, promovida originariamente por un pequeño grupo de académicos a mediados del siglo XX (digamos que los estructuralistas y post estructuralistas franceses), ha terminado siendo la filosofía dominante incluso (o especialmente) en EEUU. Y en una variedad de disciplinas: desde la crítica literaria (donde molesta poco) hasta los estudios culturales y de género (más contagioso). Uno podría pensar, bueno, ¿qué más da lo que les pase las humanidades? ¿Cómo podrían infiltrarse chorradas tales como que el sexo no es biológico y binario en las ciencias duras? Si un ingeniero diseña un puente, por ejemplo, no va a rechazar la verdad objetiva de la gravedad, ¿no? Pues desconfíen: yo he visto a médicos y biólogos trastornados por esa idea y asegurándole al pobre ciudadano lego en ciencia que el sexo es un “espectro”. Tan razonable como negar que dos más dos sean cuatro.
Efectivamente: “es la ideología, estúpidos”. O, sea, que la ideología nos vuelve estúpidos. Tiempo atrás, esas cosas eran el efecto de la religión en algunas cabezas que negaban que existiera algo así como la Teoría de la Evolución. Ahora es la deriva de la izquierda hacia el wokeísmo negando la ciencia. En lugar de que sea ésta un método para descubrir cómo funciona el mundo, estos abducidos sostienen que ha sido utilizada como una herramienta “occidental” para subyugar a otros. O algo así. Los esfuerzos por “descolonizar”(el ministro Urtasun aún no se ha metido por aquí, pero no nos relajemos) la ciencia son intentos para librarnos de su opresión y así incorporar otras “formas de conocimiento” fuera de la metodología científica “blanca y hetero”. De esta forma disfrutamos de tonterías “alternativas” como conocimientos populares y religiosos sobre cosmología, formas tradicionales de curación y todo ese bla, bla, bla que tan mal le resultó a Steve Jobs. Esa agenda activista “descolonizadora”, que rechaza la existencia de verdades objetivas o una jerarquía de conocimiento, es sumamente perniciosa. Y, por desgracia, parece haber tomado algunas universidades, instituciones públicas y medios de comunicación, muchos de ellos pagados por usted y por mí.
Lo peor es la influencia que esto ha tenido y sigue teniendo en los políticos, que acaban legislando sobre cuestiones que no saben valorar de forma racional. Y eso desemboca en leyes alucinadas como las de “género” y trans que tan buenos momentos nos dan también aquí. Hay una serie de factores detrás del surgimiento de estas tonterías doctrinarias, anticientíficas y regresivas. Las universidades, el sistema educativo, los medios de comunicación adictos al like y el político sectario y oportunista desempeñan un papel. Y el resultado de todo ello es que haya, por ejemplo, tuiteros como Contra el borrado de las mujeres diciendo: “superada la sorpresa por obviedad, importa que tras esa declaración los hospitales no obligarán a las mujeres a compartir habitaciones con varones, y las mujeres dejarán de ser llamadas gente con ovarios o gente que da leche con el tórax”. Y que sean respondidos por sufridas enfermeras como Malena dando un toque de realidad de la buena: “Yo he trabajado muchos años como enfermera para el NHS (seguridad social) y he vivido en primera mano esta problemática. Me alegro profundamente q esto cambie y q se pueda decir q la tierra es redonda. Me temo q en España todavía tendremos q esperar…”
Te lo dicen hace 20 años y no te lo crees.