Opinión

El sexo no lo certifica la izquierda

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Zachary Elliott  impulsa The Paradox Institute organización que instruye “sobre las diferencias biológicas y psicológicas entre hombres y mujeres y por qué son importantes”, y lo hace tanto en videos, artículos como podcasts. Siempre desde la literatura científica, como en sus interesantes libros. Por ejemplo,  The Gender Paradox: Discrimination and Disparities in the Postmodern Era. Es, como Colin Wright, un fervoroso divulgador de la ciencia frente al delirio trans y de los miles de géneros imaginables. Por él me enteré hace unos días de que The Washington Post había publicado recientemente un artículo donde se negaba que hubiera sólo dos sexos y también citaba una fuente que afirmaba que las personas con trastornos cromosómicos como el síndrome de Klinefelter en realidad no tenían trastornos sino algo que calificaba como “variaciones saludables”. Naturalmente, Elliott se apresuró a definirlo como “una peligrosa desinformación médica”.

Una buena noticia es que el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha publicado recientemente una guía oficial para definir el sexo. ¡En el 2025! Pero, por desgracia, hacía falta. Y el propio Elliott  ha calificado el documento como “científicamente exacto y preciso, un modelo a seguir para toda organización sanitaria”. Vamos a señalar algunos puntos.

El sexo es la clasificación biológica inmutable de una persona como macho o hembra y está determinado por la biología objetiva. Solo hay dos sexos, femenino y masculino, porque solo hay dos tipos de gametos. Una hembra se caracteriza por un sistema reproductor con la función biológica de producir óvulos. El sexo masculino se caracteriza por un sistema reproductivo con la función biológica de producir espermatozoides. La mujer es una hembra humana adulta. La niña es una hembra humana menor de edad. El hombre es un macho humano adulto. El niño es un macho humano menor de edad. La madre es una progenitora femenina. El padre es un progenitor masculino.”

La nueva guía también incluye observaciones aclaratorias detalladas:

“El sexo de un ser humano, femenino o masculino, se determina genéticamente en la concepción (fertilización) y es observable antes del nacimiento. Tener la función biológica de producir óvulos o espermatozoides no requiere que se produzcan óvulos o espermatozoides. Es posible que algunas mujeres o hombres no produzcan óvulos o espermatozoides debido a factores como la edad, trastornos congénitos u otras afecciones del desarrollo, lesiones o enfermedades que causen infertilidad. El uso de hormonas o las intervenciones quirúrgicas no cambian el sexo de una persona porque tales actos no cambian el tipo de gameto que produce el sistema reproductivo de la persona. Los trastornos infrecuentes del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo porque no producen un tercer gameto. Es decir, el sistema reproductivo de una persona con un trastorno de este tipo no produce gametos distintos a los óvulos o los espermatozoides“.

El Departamento ha reconocido desde hace mucho tiempo que las diferencias biológicas entre mujeres y hombres requieren prácticas específicas para cada sexo en la medicina y la investigación si se quieren garantizar resultados de salud óptimos y una investigación rigurosa. Reconocer la naturaleza inmutable y biológica del sexo es esencial para garantizar la protección de la salud, la seguridad, los espacios privados, los deportes y las oportunidades de las mujeres. Restaurar la verdad biológica por parte del gobierno federal es fundamental para la investigación científica, la seguridad pública, la moral y la confianza en el propio gobierno.

Según un tuitero que difunde documentos científicos, durante muchos años fue difícil obtener fondos para llevar a cabo investigaciones sobre las diferencias innatas entre hombres y mujeres debido a la presión de los activistas de izquierda. Pero unas investigaciones recientes indican que hasta un tercio de todos los genes posiblemente se expresan de manera diferente en los hombres y las mujeres. En dicho estudio podemos leer que hombres y mujeres difieren de maneras obvias y menos obvias. Por ejemplo, en la prevalencia de ciertas enfermedades o en las reacciones a los medicamentos. En resumen: los genes que están mayoritariamente activos en un sexo u otro pueden desempeñar un papel crucial en nuestra evolución personal y colectiva como especie.

La nuestra es una época muy extraña en la que lo elemental, lo que conocemos incluso de manera instintiva desde bebés (hay estudios a mansalva sobre esto), se ha de lanzar en forma de documento desde un organismo estatal. ¡Naturalmente que la motivación ideológica también existe en el trumpismo! Pero, por suerte, coincide esta vez con la ciencia. Lo que no sucede con esa izquierda iluminada que determinaría el sexo a su capricho. Añorando, sin duda, el lysenkoísmo.

TAGS DE ESTA NOTICIA