Escuchaba la radio la otra tarde. Alguien explicaba que no es de extrañar que de nuevo haya llegado Trump, que era lógico que ahora viniera un movimiento anti woke después de la época woke que hemos pasado. Que siempre ocurría lo mismo en la historia, proseguía, que los movimientos sociales funcionan como un péndulo. Yo escuchaba y pensaba «cuántas veces habré escuchado esto». Y pensé que quizá tenía razón, que la historia era un movimiento pendular, pero pensé en otro tipo de péndulo, pensé en el péndulo de Foucault.
Yo estudié Ciencias Físicas en la Universidad de Salamanca y tuve la suerte de estrenar facultad en mi segundo año de carrera. Esta facultad, que está construida sobre el solar de una de las Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca, en el Edificio Trilingüe, tiene un claustro alrededor del cual se disponen algunas de las aulas donde se daban las clases. En este claustro pasábamos el tiempo entre clase y clase y hasta fumábamos, aunque hoy pueda parecer increíble. Pues en este claustro de la facultad se instaló un péndulo, pero no cualquier péndulo. Se instaló un péndulo de Foucault.
Un péndulo de Foucault es un péndulo esférico que puede oscilar libremente en cualquier plano vertical. Se denomina así en honor al físico Léon de Foucault, que en 1851 lo utilizó para demostrar que la Tierra gira sobre sí misma y no es el cielo el que gira alrededor de la Tierra. Y es que el 26 de marzo de ese año, en el marco de la Exposición Universal, Foucault realizó una demostración pública en el Panteón de París. Suspendió de la cúpula una bola de hierro de veintiocho kilos con un cable de acero de sesenta y siete metros sobre un suelo cubierto de arena. En este suelo una aguja metálica unida al péndulo iba dibujando su trayectoria. El dibujo en la arena demostró que el suelo se había movido en un movimiento rotatorio, es decir, que la tierra gira.
En mi facultad el péndulo no tenía arena en el suelo, sino que había una circunferencia formada por testigos metálicos que el péndulo iba tirando al suelo en su movimiento. Todavía recuerdo como nos sonreíamos los compañeros cuando estando en clase oíamos el sonido que hacían los testigos metálicos al chocar con el suelo, y es que el péndulo se encontraba a escasos metros de nuestra aula. Obviamente esto sucedió las primeras semanas después de su instalación, cuando era novedad. Luego nos acostumbramos a ver el péndulo oscilando y al sonido de los testigos metálicos al chocar con el suelo.
Bueno, pues yo escuchaba la radio donde hablaban de como los movimientos sociales en la historia son pendulares y pensé en el péndulo de Foucault porque lo que yo pensé es que la historia se repite mientras la Tierra gira. Pase lo que pase la Tierra gira y la historia se repite, con y sin nosotros. A la Tierra le da igual le da igual la historia. Sigue rotando sobre su eje y girando alrededor del sol.
Hay una canción italiana que bailaban mis padres (a veces incluso los vi bailarla) y que todavía recuerda hoy mucha gente, bien porque la bailó o bien porque también la bailaban sus padres. Esa canción es Il mondo, de Jimmy Montana. Lanzada en 1965, y cantada con la intensidad de la música italiana del momento dice: «Gira, el mundo gira, en el espacio infinito. Con amores que comienzan, con amores que se han ido. Con las penas y alegrías de la gente como yo (…) El mundo no se ha parado ni un momento».
Y lo mismo que para Jimmy Fontana sucede para todos nosotros, el resto de los mortales. Nuestros amores, nuestras historias pequeñas y grandes, los movimientos sociales, las revoluciones….todo nace y todo muere mientras la Tierra sigue girando.
Hubo un filósofo cuyo nombre conoce casi todo el mundo, Friedrich Nietzsche, que propuso la teoría de El eterno retorno. Esta teoría postula que los acontecimientos en el Universo se repiten de manera infinita. Con ella Nietzsche desafió la visión lineal del tiempo (tan extendida en nuestra cultura occidental) invitando a que cada quien fuera que lo leyera se replanteara su existencia, porque, ¿harías lo mismo que haces y vivirías la vida como la vives si tuvieras la certeza de que todo se va a repetir de igual manera? Y es que el objetivo de este retorno infinito es conseguir remediar los errores pasados hasta conseguir que no se repitan.
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y es verdad. No existe otra especie animal que no aprenda de sus experiencias pasadas, por eso la historia de la humanidad está llena de repeticiones, que el propio Charles Darwin consideraba errores: «La historia se repite: ese es uno de los errores de la historia».
La historia se repite y a veces me siento como una espectadora en un teatro en el que no puede hacer nada más que volver a escuchar a Jimmy Fontana mientras me bebo un negroni y brindo por mis padres. Total, la Tierra va a seguir girando.