Para algunos este Adviento parece que está siendo más tiempo de Cuaresma que de esperanza. Unos se arrepienten, y otros están dispuestos a subir al Gólgota judicial proclamando una inocencia que no se acaba de ver. Ocho meses meses han pasado desde que estallara el caso Koldo, posteriormente llamado caso Ábalos, pero da la sensación que su recorrido en los tribunales no ha hecho más que empezar. Conforme pasa el tiempo, las estrategias de defensa de los implicados van virando también, pero hay una cosa irrefutable: las pruebas que van acumulando la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y los jueces.
Con cada una de sus comparecencias ante el juez, Víctor de Aldama va aportando detalles del pago de comisiones que la trama que encabezaba pagó a diferentes políticos del PSOE por la compra de material sanitario y la adjudicación de obras públicas. La justicia dirá si eso es suficiente para seguir tirando del hilo, pero lo que no parece lógico es calificar de “papelito”, como hizo Patxi López, la nota manuscrita supuestamente por Koldo García que entregó Aldama como prueba, en la que se señalaba qué obras debían adjudicarse a las empresas de la trama. El propio todopoderoso exasesor de Ábalos sólo pudo decir ante el juez instructor, Leopoldo Puente, que la letra de esa nota no era suya, pero no supo explicar por qué se la había mandado por whatsapp a Víctor de Aldama.
Y es que, uno puede negar hasta la saciedad los delitos que se le imputan, pero no puede tomar por tondo a un magistrado del Supremo. Koldo García no fue capaz, por ejemplo, de justificar el aumento de su patrimonio, y no se le ocurrió más que decirle al juez que “de cabeza” no podía encajar esos datos. Hay cosas, además, que, si no fueran tan graves, son dignas de carcajada, como cuando Koldo aseguró al juez que Jessica, la “amiga” de José Luis Ábalos, estaba durmiendo en un sofá de su casa. Un día se encontró con uno de los socios de Aldama que le ofreció alojarla en uno de los pisos que tenía vacíos en la plaza de España de Madrid. Se buscó, apuntó Koldo, “una solución habitacional de urgencia”, pero la urgencia duró dos años y, supuestamente la trama pagó por ello 2.700 euros al mes.
La imaginación de nuestros políticos no tiene límite. Baste recordar las excusas que puso Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias Tito Berni, otro socialista imputado, a la foto en la que aparecía con “señoritas” (volvamos con los eufemismos) en una habitación. Según su versión, él estaba durmiendo y apareció un amigo con dos mujeres. Una de ellas le agarró y, como es “muy afectivo”, pues hizo lo mismo, pero él no podía ir más lejos, decía, porque está “infartado” y es diabético.
El martes José Luis Ábalos entregaba en el Supremo un escrito refutando todas las acusaciones de Aldama, pero algunas ya se veían superadas por la realidad, ya que no puedes negar que el comisionista no ejercía mediación alguna con México y Venezuela, pocas horas después de que el propio Ábalos apareciera en una foto publicada por El Confidencial en una reunión en Ferraz con Aldama y enviados del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó.
Ábalos y Koldo García pueden protegerse a ellos mismos, pueden intentar proteger también ahora a Sánchez y al PSOE, pero no deben olvidar que, al margen de las confesiones de Víctor de Aldama, un corruptor que se autoinculpa y que necesariamente tiene que corromper a alguien, hay más cosas. Hay informes de la UCO ya hechos y otros que se esperan en los próximos meses. El juez Pedraz, ha ordenado, además, el volcado de uno de los móviles de Aldama que, supuestamente, sostendrá algunas de sus acusaciones… Todo esto demuestra que aquí no hay una campaña de persecución hacia Sánchez, su familia y políticos progresistas, como denuncia el ministro de Justicia Félix Bolaños, lo que hay son indicios de que el panorama pinta mal para algunos, así que lo mejor es que dejemos hablar de papelitos porque lo que aquí se está viendo es el papelón que están jugando algunos.