Opinión

El otro Rafa

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La vida se escribe en prosa, solo en algunas oportunidades únicas e irrepetibles se escribe en verso. Hoy quiero hablar de una de esas mágicas ocasiones: la Organización Nacional de Trasplantes, la Casa de la Vida, la ONT.

Fue en el año 1979 (en el corazón de la Transición) cuando gracias a los sueños y al impulso de los enfermos renales salió adelante la Ley de Trasplantes. Una ley que se aprobó sin ningún voto en contra y que cuarenta y cinco años después permanece inalterada. Una ley admirable que es la madre de la Organización Nacional de Trasplantes, uno de los grandes motivos de orgullo que tenemos los españoles.

España es, desde hace 32 años, líder indiscutido en donación y trasplante de órganos y nuestra ONT ejemplo y modelo de referencia en todo el mundo. La ONT es, además, la joya de la corona de nuestro Sistema Nacional de Salud, una de las mejores sanidades públicas que existen en el gran océano de la medicina.

Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos de París, los españoles podemos decir con legítima satisfacción que llevamos más de tres décadas encabezando el medallero olímpico más difícil y prestigioso que existe, el medallero de la solidaridad. En un mundo como el actual, páramo inhóspito de egoísmos y miserias, los españoles somos campeones en generosidad y altruismo.

Y para seguir encabezándolo, durante muchos lustros más, yo sugiero que a la estupenda Ley de ELA (en tramitación en las Cortes Generales) se añada una ley de enfermedades raras, unas enfermedades que afectan a miles de españoles, muchos de ellos niños. Ley de Trasplantes, Ley de ELA y Ley de Enfermedades Raras: una maravillosa Trilogía de la Esperanza.

A pesar de los avances de la ciencia y de los delirios woke todo ser vivo necesita una madre y un padre. Si la madre de la ONT es la Ley de Trasplantes, es lógico que nos preguntemos: ¿Quién es el padre? El doctor Rafael Matesanz. Él fue el mago Merlín que la creó, prácticamente desde la nada (al principio con un equipo de seis enfermeras y dos secretarias) y la dirigió durante veintiocho años, hasta su jubilación. La creó con una pequeña estructura administrativa central en perfecta coordinación con los hospitales de todas las comunidades autónomas. El resultado es una organización muy flexible, poco burocrática, conectada con admiración y respeto con los servicios médicos y quirúrgicos de todos los hospitales españoles. La pequeña gran familia de la ONT demuestra, día a día, que la España autonómica puede habitar en la excelencia.

El doctor Matesanz se jubiló en 2017. En 2023, España batió el récord de trasplantes con 5.861 y logró una tasa de 48,9 donantes fallecidos por millón de población, más del doble que la media de la Unión Europea. Estas cifras extraordinarias demuestran dos cosas: la magnífica salud de que goza la ONT y el gran acierto del nombramiento de la doctora Beatriz Domínguez- Gil como su nueva directora. Todos sabemos lo difíciles y complicadas que son las sucesiones en la política …y en la vida.

Durante los veintiocho años del doctor Matesanz al frente de la Casa de la Vida se sucedieron gobiernos y ministros: nada más y nada menos que catorce. Ministros buenos, regulares y malos… y luego están Celia Villalobos y Bernat Soria. A todos los sobrevivió. Como Fouché en la Francia revolucionaria, este ilustre nefrólogo madrileño podría presumir: los gobiernos pasan, yo permanezco.

Son más de 100.000 vidas salvadas. Su agradecimiento eterno e imprescriptible al doctor Matesanz y a los héroes y heroínas de la ONT es el Premio Princesa de Asturias más valioso que existe. Yo quiero dar las gracias, también, en nombre de mi querido cuñado, Manel Palmeiro (el otro padre de mis cinco hijos, que comparte conmigo la pasión irrefrenable por mi pequeña Constanza) que fue trasplantado de hígado en 2013 en el Hospital Universitario de A Coruña. A Manel le operó el doctor Manuel Gómez (otro de esos maravillosos Federer del bisturí que nos llenan de asombro) y su equipo. Son ya once años de salud, de ilusiones, de alegrías; once años de VIDA.

Quiero brindar una propuesta a la ministra de Sanidad, Mónica García, y al Gobierno de España: al igual que han bautizado aeropuertos y estaciones de tren con el nombre de ilustres políticos y escritores, pido que pongan el nombre del doctor Rafael Matesanz a la ONT, como harían franceses, alemanes y americanos si tuviesen un compatriota semejante. Así romperíamos una de nuestras más carpetovetónicas costumbres: la de no honrar, la de no estar orgullosos de nosotros mismos. Aquí, en España, solo se honra post- mortem, cuando el homenajeado no se puede defender…No hacemos nuestro aquello que decía Kennedy: “A una nación se la conoce por los hombres que produce, pero también por los hombres a quienes honra”.

La Organización Nacional de Trasplantes es un éxito apoteósico de España. Un éxito que hace que a los ojos del mundo no seamos ya solo la patria de Cervantes, Velázquez y Goya. Hace que seamos la patria de Valentín Fuster, Mariano Barbacid y Rafael Matesanz… el otro Rafa.

Un éxito que ha hecho que el doctor Matesanz y toda la gran familia de la ONT hayan cumplido el sueño más íntimo de Jorge Luis Borges: “Labrar el verso incorruptible…/ que algún verso perdure/ en la noche propicia a la memoria/ o en la mañana de los hombres”. Porque en la Organización Nacional de Trasplantes se labran todos los días versos que perduran, versos incorruptibles.