España acoge esta semana el congreso del Partido Popular Europeo, el partido que ha sido reconfirmado, año tras año desde 1999, como la principal fuerza política en todas las elecciones europeas gracias al apoyo de los ciudadanos de nuestro continente.
En la actualidad, además de ser la primera fuerza en el Parlamento Europeo, hay que destacar la abrumadora fortaleza del PPE en el liderazgo de más de una docena de gobiernos nacionales, lo cual se traduce también en el dominio de nuestra familia política en el Consejo Europeo y en la Comisión Europea por número de comisarios.
Mención especial merecen nuestras dos presidentas de las dos instituciones más visibles de la UE: Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, y Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Diré, además, para los amigos de las estadísticas, que únicamente el PPE ha puesto mujeres al frente de estas dos instituciones. Desde los años 50, la izquierda europea con su feminismo de quita y pon, jamás.
Este liderazgo femenino que reluce en el PPE también tiene su reflejo en el Partido Popular de España, y además del protagonismo histórico que siempre han tenido las mujeres en nuestro partido, pioneras en la presidencia de instituciones como el Congreso, el Senado, Ministerios, Comunidades Autónomas o Ayuntamientos de todos los tamaños, este Congreso en Valencia servirá para que mi amiga y compañera de lides parlamentarias, Dolors Monserrat, sea elegida secretaria general del partido, siendo la primera mujer que ostentará esa responsabilidad. Confío en que algún día me desvele el secreto de su energía inagotable, y su don de la ubicuidad.
Este congreso llega en un momento crucial para la Unión Europea, que afronta distintas crisis al mismo tiempo. Y de Valencia saldrá un PPE fuerte y unido con la responsabilidad de guiar a Europa con proyección de futuro, y con la convicción de que son precisamente las crisis las que van forjando nuestra identidad, como ya vaticinó Jean Monet.
Debo decir con cierto pesar que estamos solos en esta tarea. A nuestra izquierda, solo quedan tres gobiernos socialistas en nuestro continente, y el grupo parlamentario sufre constantes ‘opas hostiles’ de comunistas y verdes que, aunque son pocos, hacen tanto ruido y escándalo como en España. Desde que el socialismo se reinventó, tras el monumental fracaso de sus teorías y la consecuente caída del muro de Berlín, navega a medio trapo por las aguas europeas, expuesto a chocar y fundirse con algún iceberg populista, como ya le pasó al socialismo hispanoamericano con el bolivarismo.
A nuestra derecha el panorama no es más esperanzador: con los salvadores de patrias, los profetas del apocalipsis y demás vendedores de elixires milagrosos. Disfrutan de su minuto de gloria, atacando a todo lo que huela a europeo, aprovechando ciertos miedos que se han instalado en parte de la sociedad europea ante los cambios que la revolución de las nuevas tecnologías nos ha traído, así como el inestable panorama geopolítico que vivimos. Nada nuevo bajo el Sol de la historia.
No es la primera vez que el PPE afronta grandes retos. La crisis del COVID, la crisis financiera y el rescate de varios países europeos que sucumbieron a la misma; la crisis migratoria aún vigente, u otras más lejanas en el tiempo, como la crisis de las vacas locas. Todas ellas resueltas con la eficiencia y discreción habituales del centro derecha europeo. Algunas, aún en proceso de resolución.
De esas, y de los retos incipientes, hablaremos también estos días en Valencia. Debatiremos entre las distintas soluciones posibles, y desde el compromiso que adquirimos con los ciudadanos en las pasadas elecciones, para afrontar con éxito el escenario actual.
Hablaremos del nuevo orden mundial en el que la presencia de Europa es necesaria por su historia, valores culturales e instituciones democráticas. Y este nuevo orden necesita también un nuevo orden institucional europeo que vaya más allá del simple mercado.
Hablaremos de las ciudades, y de los entornos rurales. Por supuesto, también de las Regiones Ultra periféricas, que enfrentan desafíos únicos debido a su lejanía, insularidad y crisis recientes, incluyendo la crisis de precios de energía y transporte relacionada con el conflicto en Ucrania.
Hablaremos de paz, y de seguridad. Hablaremos de defensa, y de tecnología. De la crisis de la vivienda, y del invierno demográfico. De la PAC, que es esencial para proteger los medios de vida de los agricultores y asegurar la seguridad alimentaria en la UE. Y de la industria europea de otros sectores, que afronta con incertidumbre la carrera arancelaria. Hablaremos de cómo prepararnos ante las crisis climáticas, cada vez más frecuentes, como la de la última DANA aquí, en Valencia; pediremos que se refuerce el sistema de alerta temprana, y que se actualicen los mecanismos de preparación. Más coordinación entre administraciones, y también más fondos.
Estos días en Valencia serán claves para que a la música habitual del Partido Popular le pongamos, entre todos, la letra para esta legislatura. Me alegra saber que el liderazgo del Partido Popular y del presidente Alberto Núñez Feijóo contribuirán a la defensa de los intereses de los españoles y de los europeos. Estoy seguro de que, solos o acompañados, sabremos responder a la confianza de los ciudadanos con nuestro trabajo, tesón y solvencia.