Opinión

El fin de los intocables

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Es difícil no sorprenderse con los titulares que nos va dejando la actualidad política estas semanas. Cada día nos despertamos con alguna salida de tono de Trump, un detalle sórdido del caso Ábalos o un nuevo escándalo político como el de Juan Carlos Monedero, acusado presuntamente de algún tipo de violencia sexual.

Centrándonos en los hechos: se sabe que la dirección de Podemos recibió en 2023 diversas denuncias contra su fundador por acoso sexual, justo cuando Ángela Rodríguez ‘Pam’ era secretaria de Estado de Igualdad en funciones, y “Secretaria de Feminismos” del partido.

Según lo que se ha publicado, ‘Pam’ habría recibido un correo con testimonios sobre la conducta de su compañero de partido. Por la visceralidad con la que se ha mostrado siempre la dirigente de Podemos tratando estos temas, cualquiera podría presuponer que se actuaría con firmeza; pero nada más alejado de la realidad. Apenas cuatro días después de la denuncia, Monedero fue invitado de lujo en el evento “Con Vosotras, Podemos”, organizado por la formación morada.

La presunta víctima no obtuvo respuesta de quien fuera secretaria de Estado de Igualdad, al parecer, hasta 10 días después. Fue un correo en el que se la instaba a rellenar un formulario y a tratar este asunto de manera ‘confidencial’.

Ahora sabemos que, en paralelo, la Universidad Complutense estaba realizando una investigación a Monedero por presunto acoso sexual a una alumna.

De todo esto se puede concluir que la única acción que tomó de la dirección de Podemos ante las denuncias fue la de apartarle de la fundación del partido, lo cual deja un par de preguntas en el aire.

Si este caso afectara a un dirigente político de una formación conservadora, ¿Cómo hubiesen actuado las dirigentes de Podemos? ¿Les hubiera parecido correcto mantener la confidencialidad en la investigación?

Las actitudes machistas son transversales, y el feminismo real no es aquel que se estampa en camisetas ni pancartas, sino que es el que se defiende cada día, consiguiendo poco a poco logros importantes, la mayoría de las veces sin tanto ruido.

Para algunos, la ideología que se profesa te otorga un carné para estar exento milagrosamente de ciertos comportamientos, tocado por una varita divina. Pero la realidad es que ya no existen los intocables. La miseria y las dudosas maneras de proceder con las mujeres son transversales y tienen que ver con la calidad de la persona, no con el partido al que se está afiliado.

El silencio de muchas mujeres contrasta con la verborrea que vemos en redes sociales. Algunas no pierden el tiempo en denunciar públicamente actitudes indebidas, pero de puertas para dentro aplican la ley del silencio y conviven con el machismo.

Si Monedero -o quien sea- tiene algo por lo que responder por comportamientos indebidos, que lo haga. Las víctimas deberían ser apoyadas y tener espacios seguros para hacer las denuncias formales de estos hechos, y no solicitarles confidencialidad.

El fin de los intocables ha llegado. Que se nos juzgue menos por el tamaño de las pancartas que sacamos en la calle, y más por los hechos de los que somos responsables. Que se dé la cara y se entienda que nos queda mucho por hacer en materia de educación e igualdad, y que la sociedad reconozca a quien nos vende falsas apariencias y que algunos compran sin ver la letra pequeña.