Opinión

El cálculo

María Dabán
Actualizado: h
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El cantar de Mío Cid dice en uno de sus versos “qué buen vasallo sería si tuviera buen señor”. Y, si algo nos ha enseñado esta catástrofe es que los buenos vasallos, los que han estado a la altura de las circunstancias, han sido los ciudadanos, pero no sus políticos; han sido los voluntarios, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, pero no sus Gobiernos. Es dramático y ruin que las tragedias en España se manejen con cálculo político. Que, ante una de las mayores catástrofes de la reciente historia de España, los partidos no piensen en otra cosa que en perjudicar al rival sería ya motivo suficiente para exigir la dimisión de todos ellos.

Fallaron las alertas, fallaron los protocolos, y, sobre todo, está fallando la gestión. La magnitud de lo ocurrido exigía una reacción rápida y no la hubo. Dos días después de las riadas, había cientos de cadáveres sin localizar, calles anegadas, localidades sin luz ni agua, y lugares a los que no llegaban los pocos equipos de rescate que trabajaban contra reloj para hacer lo que podían, y todo lo que pudo empeorar, lo hizo. Mazón no pedía más ayuda, por soberbia o por incapacidad, y el Gobierno observaba impasible esperando a ver si esta crisis acababa con su adversario. “Si necesitan recursos, que los pidan”, llegó a decir Sánchez, como si el estado estuviera allí de mero espectador. Y mientras tanto, los ciudadanos sufriendo, sin tiempo para llorar a sus muertos y para lamentar haberlo perdido todo, y la imagen de España por los suelos.

No es de extrañar pues que el domingo la gente estallara y acabara lanzando barro, huevos y piedras a la comitiva de los Reyes, Sánchez y Mazón. Los Reyes supieron estar a la altura y, pese a todo, se acercaron a hablar con la gente y acabaron fundidos en un abrazo con algunos de ellos, aguantando sus reproches. “Hay que entender el enfado y la frustración de los ciudadanos”, dijo el monarca después. Al final, don Felipe y doña Letizia han mostrado mucha más empatía que toda la clase política. De hecho, a la Reina le llegaron a decir: “no es por ustedes”. Y no lo era, porque, si alguien ha demostrado estar a años luz de sus gobernados son aquellos a los que estos votaron. Y se equivocan quienes piensan que sólo fue la ultraderecha quien alentó estas protestas porque el enfado general de los ciudadanos es monumental, aunque este tipo de grupos ultras podía arrimar el hombro en lugar de ejercer la violencia. Son especialistas en destruir, pero nunca en construir. Supongo que es más fácil tirar una piedra que mancharse de barro limpiando las calles.

El camino que queda por recorrer es largo y es incierto, y en ese camino los políticos seguirán echándose los trastos a la cabeza. La ex secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Allbright, dijo en cierta ocasión que había un sitio reservado en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres. En el infierno habrá también sitio para los políticos que no han estado a la altura de las circunstancias en esta crisis y que hacen cálculo político con lo ocurrido. Pero se equivocan. No van a sacar ningún rédito político de esto, sólo indignidad.