Opinión

Dicen que el dinero no da la felicidad

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Leía yo hace un par de semanas que Carlos de Inglaterra ha comprado por tres millones de libras la finca colindante al refugio que tiene su mujer para evitar que sea comprada por otras personas y así preservar la intimidad y la tranquilidad de la reina Camila.  Cuando leí la noticia pensé que el dinero no dará la felicidad, pero hay momentos en que parece ayudar bastante.  ¿Te molesta tu vecino?  Pues le haces una oferta por la casa (que no pueda rechazar) y ya no vuelve a molestarte.

Y es que el dinero no dará la felicidad, pero es obvio que tener dinero permite hacer cosas que sin dinero nunca podrías realizar.

Como nos relacionamos cada uno de nosotros con el dinero depende de muchas variables, desde la familia en la que hemos crecido y la relación que han tenido con el dinero, hasta la religión mayoritaria en la sociedad en la que vivimos, y es que ya nos explicó Max Weber que así como en la religión católica acumular riqueza se consideraba moralmente reprobable, en el calvinismo el éxito en lo económico se consideraba una señal de haber sido elegido por Dios (siempre que el dinero viniera del trabajo, claro).  Sirva como ejemplo.

La relación entre la felicidad y el dinero ha sido y sigue siendo objeto de numerosos estudios.

Uno de estos estudios, llevado a cabo por Arthur C. Brooks, profesor de felicidad y liderazgo en la Harvard Business School, se preguntaba si el dinero realmente aumenta la felicidad en las personas.  Para este profesor e investigador, el dinero no aumenta la felicidad, pero sí disminuye la infelicidad.  La clave para Brooks no es pensar que el dinero lleva directamente a la felicidad, sino que lo considera como un factor importante en nuestro bienestar y, por tanto, en nuestra percepción subjetiva de lo felices que somos.

Tener mucho dinero, incluso ser millonario, no garantiza que una persona sea feliz, ya que la felicidad dependerá de muchos factores, que para cada uno tendrá un peso diferente en nuestras vidas, pero según demuestra este y otros estudios, cuando uno puede aparcar las preocupaciones relacionadas con el dinero y dedicarse a otras áreas de su vida, el bienestar aumenta, si bien no garantiza que uno sea feliz simplemente por este hecho.

También existen estudios que afirman que existe una especie de meseta de felicidad asociada al dinero: llega un punto en que da igual tener o ganar más dinero, ya que eso no aumenta la felicidad de la persona.

Precisamente esta teoría es refutada por Matt Killingsworth, investigador principal de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y fundador y director de trackyourhappiness.org,, que estudia la naturaleza y las causas de la felicidad humana. En sus estudios investiga cómo las circunstancias, el comportamiento y otros factores de las personas contribuyen o perjudican su felicidad.  Para este investigador no existe una meseta de la felicidad asociada al dinero, sino que él indica que, a mayor cantidad de dinero, mayor satisfacción.  Me recuerda a la frase de Woody Allen: «El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia».

El dinero por sí sólo nunca dará la felicidad a nadie, como demuestran las historias de tantos millonarios que nunca se sintieron felices.  Personalmente creo que, si algo proporciona el dinero, si uno sabe utilizarlo con inteligencia y tiene otras parcelas de su vida amuebladas, es tiempo para uno mismo y libertad para elegir qué hacer al estilo Groucho Marx: «mientras que el dinero no puede comprar felicidad, te permite elegir tu propia forma de desgracia».

Pues eso, que dicen que el dinero no da la felicidad, pero si tienes unos vecinos molestos y te puedes permitir comprarles la casa, al menos ganas en tranquilidad.

Por si acaso alguno de estos institutos o investigadores que realizan estudios sobre la relación que hay entre la felicidad y ser millonario buscan voluntarios, me ofrezco como millonaria felizóloga en potencia. Obviamente sin ánimo de lucro, todo sea por mantener la investigación científica.  Eso sí, creo que los millones deberían corren a cuenta del proyecto de investigación, no querría ponerlos de mi bolsillo y que se pueda pensar que la investigación carece de rigor.

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