Acostumbrados como nos tiene este gobierno a la incongruencia permanente es prácticamente imposible remarcarlas todas. Se acumulan, se solapan, se atropellan y uno no alcanza a ordenarlas ni siquiera a seguirlas todas.
La que ha llamado mi atención esta semana pasada es una contradicción entre el Presidente del Gobierno y el Ministro de Asuntos Exteriores, lo que no es cosa menor en cuanto afecta más allá de nuestras fronteras. El martes, un ufano Sánchez les soltaba una filípica de las suyas a los representantes del Estado español en el exterior, es decir a los Embajadores de España en los distintos países del mundo donde tenemos legación abierta. Un discurso mitinero en que se afanó en presentarse como líder alternativo a la “internacional reaccionaria” que recorre el mundo “ante los ojos de una comunidad internacional anestesiada”. Se ve que nosotros no pertenecemos a esa comunidad internacional.
Pronunció sin rubor que “hoy más que nunca defender la democracia es defender la paz” sin referirse ni una sola vez al papel en blanco que ha sido la actuación de España frente a la tiranía de Maduro en Venezuela. Y a renglón seguido puso en valor su coherencia por decir “lo mismo en todas partes en materia de derechos humanos, justicia climática o incumplimiento del derecho internacional”. Hace falta valor. Y eso es lo que Sánchez, hombre fuerte donde los haya, le pidió a Europa. “Europa tiene que despertar de una vez. (…) Debe ser capaz de reforzarse para influir en ella y defender sus intereses y valores”. Si Europa no sabe hacerlo, que le mire a él, “porque lo que estamos haciendo como país es sencillamente admirable. Y reconocerlo no es un acto de soberbia, sino de justicia, porque España se lo merece”. Porque yo lo valgo, le faltó añadir. Eso sí, y aquí esté el meollo de la cuestión, Europa debe despertar, pero con condiciones porque “no compartirá ni alentará una deriva militarista que nos aboque a una nueva carrera armamentística” porque “la seguridad va más allá del gasto en defensa” y “la paz no se conquista reforzando arsenales”.
Es decir, cuando el mayor desafío que enfrenta Europa y su propia supervivencia como proyecto de paz y seguridad está en su frontera norte con la amenaza permanente por parte de Rusia de anexionarse territorios como ha hecho con la invasión de Ucrania, la propuesta de Sánchez es la seguridad climática. No es una broma. Lo dijo. Todo esto en las previas de la toma de posesión de un Presidente de los EEUU que ha pedido a la Unión Europea que despierte también. En ese caso para ser capaz de defenderse a sí misma. Es decir, que no tenga que depender de los Estados Unidos, como ha sido el caso en Ucrania, para poder enfrentar al enemigo con armas e inteligencia. España contribuye con un 1,3% del PIB al gasto militar de OTAN cuando lo estipulado, según los compromisos adquiridos, es el 2% que Trump ha pedido subir al 5%. Es verdad que, al no tener Presupuestos Generales del Estado, asumir ese incremento se hace imposible. Pero no se engañen, aunque los hubiese, tampoco se incrementaría. Prometió llegar al 2% en 2029 pero se ve que ha cambiado de opinión. O no, porque una vez pronunciado todo esto, culminó con una petición a “reforzar la industria de la defensa”. Francamente, renuncio a explicarlo simplemente porque no lo entiendo.
Y en estas estábamos, cuando Albares, el flamante Ministro de Exteriores se embarca en una gira por Oriente Medio -que no incluye al principal país de la zona, Israel, porque desde que retiró su Embajadora de Madrid tras el reconocimiento del Estado Palestino por parte del Gobierno la relación está en suspenso- que le lleva al Líbano. ¿y qué es lo primero que anuncia? Una donación de 10 millones de dólares para que “el Líbano pueda mantenerse en paz con sus vecinos”. ¿Será que el Ministro no se enteró de que “la paz no se conquista reforzando arsenales”? ¿Será que no está de acuerdo el Ministro con la idea de no alentar derivas militaristas? ¿o es que esto solo aplicaba para Europa (despierta!) pero no en el caso del Líbano? ¿pero no estábamos orgullosos de la coherencia de decir lo mismo en todas partes del mundo? Pues no señor, continuó Albares, “apostamos que las Fuerzas Armadas se puedan desplegar definitivamente en el país”. Si no es que no esté yo de acuerdo, que lo estoy. Es que son incapaces de ponerse de acuerdo ellos y entre ellos. Es que no es posible soplar y sorber a la vez. Es que las incongruencias en materia de política exterior son serias porque comprometen el nombre y compromisos de España que no son a corto plazo. Sánchez se comprometió con Zelenski a aportar 1.000 millones de euros en apoyo militar en 2024 a Ucrania, ¿será que ahora no lo va a cumplir?