No estamos delirando si decimos en septiembre que “ya huele a Navidad”. Podría parecer algo histriónico y surrealista, pero no lo es, el dictador Nicolás Maduro ha decretado que en Venezuela, ahora, la Navidad se celebrará el día 1 de octubre.
Lo que vemos cada día, los atentados a la libertad del pueblo venezolano, el no reconocimiento de los resultados de las pasadas elecciones en las que se alzó – según apuntan los datos facilitados – con la victoria el candidato de transición Edmundo González; no son más que las consecuencias de un proceso dictatorial que ya dura demasiado.
La presión internacional parece no surtir efecto, y muchos ciudadanos de a pie tenemos el temor de que suceda con el señor González lo mismo que hace unos años, sucedió con el reconocimiento del señor Guaidó (del cual nada se sabe).
La España política sigue dividida, mientras en el Congreso de Los Diputados se aprueba la propuesta no vinculante sobre el reconocimiento de González como presidente electo, el gobierno nacional sigue sin aceptar a medias dicho resultado.
¿Cuáles pueden ser las razones del Gobierno español para no reconocer lo que está sucediendo en Venezuela? Podríamos apuntar a numerosas situaciones, podríamos apuntar al presunto “lobista de las dictaduras” y como su papel es determinante en todo lo que sucede allí, podríamos apuntar a que existen “negociaciones” quizás en forma de maletas o no; pero lo que está claro es de que no se trata de la simple lucha por la libertad de un pueblo.
El Presidente de la “Asamblea (fake) venezolana” – aquella que creó la dictadura cuando perdió la mayoría de la asamblea venezolana real – se ha pronunciado diciendo que lo votado por el parlamento español “es una declaración de guerra, y hay que cortar todas las relaciones diplomáticas con España”. No sabemos si estamos ante la enésima escenificación, o si estamos ante algo que sí sucederá. Por el momento los cuerpos diplomáticos tanto venezolanos como españoles, siguen trabajando en sus respectivas embajadas y consulados.
Poco se habla del pueblo venezolano y mucho de la retórica que se utiliza en este cruce de declaraciones políticas. Está claro que ni el expresidente Zapatero con toda la influencia que tiene en su segunda tierra (Venezuela) puede para ese delirio sobre que el estado español es el culpable de todo lo que ha sucedido en el universo; tal es así que hasta la muerte de Jesucristo, según el dictador, es culpa del Imperio Español.
El riesgo de toda esta situación empieza a trascender la lógica, y también a tener efector en otros países.
Que el gobierno de España no se posicione sobre los resultados políticos acontecidos en las pasadas elecciones venezolanas es llamativo pero poco relevante en cuanto a política exterior, debido a que nuestra influencia política queda meramente en ese plano; pero si analizamos el marco internacional encontramos que si existen países a los que su cambio de posición trae consecuencias directas sobre Venezuela.
Todos esperábamos que el dictador encontrase en Lula y Petro sus aliados, y esto no ha sido así. La posición que estos mandatarios están tomando sobre el asunto en cuestión es mucho más relevante y más incisiva de cara al exterior que la de otros países. El dictador pierde apoyos en sus allegados naturales, y esto si es relevante, aunque lleva a plantearnos por qué si sus potenciales aliados se posicionan en contra de los que está sucediendo en Venezuela, un país como España sigue de canto ante esta situación. La primera idea que nos viene a muchos tiene apellido, y este es Zapatero.
Sería injusto hablar de que las cosas son blancas o negras, pero lo que si es justo es el solicitar que el pueblo venezolano en general no se merece que su situación de país sea utilizada internamente para hacer política nacional. Ante las dictaduras ha de haber consenso, ante la miseria también y ante la barbarie no ha de haber discusión. Estos temas han de unir a países en pos de lo correcto, no dar herramientas para crear relatos políticos internos.
Venezuela, acogiste a muchas familias españolas en general y canarias en particular en tus épocas de bonanzas, antes de que el veneno de la dictadura te infectase. No te rindas, no decaigas, no estás sola.