Opinión

Critico el capitalismo sin parar, desde mi chalet en Galapagar

Irene
Actualizado: h
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El otro día me encontré con un post de Irene Montero que, sinceramente, no sabía si reírme o llorar. En su último arrebato delirante, la exministra declaraba que “cada vez que el capitalismo entra en crisis, recupera las estrategias más crueles y violentas de dominación: el genocidio, el expolio, el colonialismo y la desposesión”. Así, sin despeinarse. Como si estuviésemos en pleno siglo XIX, con las potencias europeas repartiendo África a escuadra y cartabón.

Lo curioso no es que Montero diga estas cosas—al fin y al cabo, el populismo necesita enemigos imaginarios—sino que haya gente que realmente lo compre. Así que hagamos el ejercicio de desmontar esta narrativa, no porque crea que semejantes afirmaciones se merecen un debate digno, sino porque tenemos que esforzarnos por dejar constancia de la realidad de las cosas y asegurarnos que las historias se cuentan como son.

Vamos a tomarnos en serio la afirmación por un momento. Según Montero, el capitalismo en crisis recurre al genocidio. ¿De qué genocidio habla exactamente? Porque si miramos el siglo XX, los mayores exterminios no vinieron precisamente de países capitalistas. De hecho, los regímenes que han borrado del mapa a su propia gente con más entusiasmo han sido socialistas o comunistas (URSS, China maoísta, Camboya de los Jemeres Rojos…). Pero claro, esos no cuentan, porque la historia solo es válida cuando encaja con el relato.

Luego menciona el expolio y el colonialismo. Esto es especialmente irónico viniendo de alguien cuyo partido nunca ha tenido problema en apoyar regímenes como el de Venezuela o Cuba, donde el expolio es el pan de cada día y la opresión política no es ninguna metáfora. Pero si queremos hablar de desposesión, lo suyo sería preguntarle por la inflación que disparó el gobierno del que formó parte, esa que ha hecho que la clase media pierda poder adquisitivo mientras ella sigue cobrando un sueldo público.

El discurso anti-capitalista es muy fácil de vender cuando tu cuenta bancaria está bien saneada. Montero vive del capitalismo que tanto critica, cobrando un sueldo muy por encima de la media española, disfrutando de privilegios que el común de los mortales ni huele y, para colmo, con una indemnización pública tras su salida del gobierno. Todo ello mientras nos cuenta la milonga de que vivimos en un sistema cruel que solo beneficia a unos pocos.

Entonces, ¿qué propone? Porque decir que el capitalismo es el mal absoluto es muy fácil, pero hasta ahora no ha habido ni un solo sistema alternativo que funcione mejor. ¿O es que nos van a vender el modelo cubano como referente de bienestar? La gente que realmente ha levantado algo con su esfuerzo sabe que el capitalismo, con sus defectos, sigue siendo el único sistema que ha generado riqueza, innovación y progreso real.

Y luego, lo que digo siempre: lo más preocupante es la manipulación. Este discurso no es simplemente una declaración absurda, es parte de un relato diseñado para dividir, enfrentar y consolidar el resentimiento como arma política. En lugar de aceptar que los problemas económicos de España tienen mucho más que ver con el gasto público insostenible, una administración ineficiente y la falta de reformas estructurales, es más fácil señalar al capitalismo como el villano de la película.

Si Montero realmente cree que el capitalismo es un sistema genocida, explotador y opresivo, que empiece por renunciar a su sueldo, su casa y su tren de vida financiado con dinero público. Que rechace cualquier ingreso derivado de un modelo económico que considera un crimen contra la humanidad. Pero claro, eso no va a pasar. Porque el capitalismo será malísimo, pero su nómina y sus privilegios, por lo visto, no lo son tanto