Opinión

Conversaciones de tumbonas y estados de WhatsApp

Phil González
Actualizado: h
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Si hay algo que me encanta en verano en la playa es poder pillarme una tumbona, disfrutar de su sombrita y hablar de cualquier cosa. Es el momento de compartir reflexiones aleatorias, desde las más esenciales a la más anodina. Isabel es compañera habitual de esas charlas y hoy nos ha dado por hablar de cómo se reflejan, a través de los estados de WhatsApp, la situación emocional de las personas.

En redes sociales y en particular en las apps de mensajería, la confirmación de lectura o esas actualizaciones de estado son mucho más que un sencillo emoticono o abreviatura. Los estados de WhatsApp reflejan a menudo un mensaje oculto, personal y entre líneas.“No es oro todo lo que reluce” y basta con tener un poquito de inteligencia emocional para entender lo que a una amiga le sucede y lo que su última nota esconde.

La dichosa confirmación de lectura

WhatsApp es hoy la aplicación de mensajería más usada. Lanzada en enero del 2009, fue adquirida por Facebook (Meta) hace unos años y permite una conversación diaria entre 2.800 millones de usuarios. Desde sus inicios, su simplicidad y ergonomía hicieron de ella una herramienta tremendamente necesaria. Esas características la propulsaron al liderazgo en el mundo de la comunicación instantánea, robándole de paso la cartera a Hotmail y a su nostálgica mensajería.

Desde gestionar temas de trabajo, contar nuestro día a día, pedir consejos o revelar nuestra última desventura amorosa, se ha convertido en nuestra más fiel amiga. Sin embargo, su naturalidad inicial llevó a sus desarrolladores a aportar cambios y de forma substancial.

Si bien su primera intención era ofrecer un mayor nivel de transparencia, fue creando una gran inquietud sobre la intimidad en nuestra existencia. Con mucha razón, sus usuarios fueron reclamando la facultad de ocultar su estado “en línea”, la última hora de conexión, así como la confirmación de su lectura. Ese pequeño tic azul que indicaba que un mensaje había sido leído, iba generando desde luego mucho lío.

El “double check”, como lo conocemos hoy en día, puede ser efectivamente interpretado de muchas formas. Puede representar una confirmación de visionado tranquilizadora pero también una presión sobre el receptor al sentirse obligado a responder con cierta urgencia.

El asunto se puede poner aún más feo cuando el primer mensajero siente la profunda necesidad de recibir una respuesta inmediata. Suele ocurrir en momentos concretos de dudas y tensiones, en relaciones amorosas y profesionales, pero también en temas familiares y personales.

Aunque recordemos que, como muchos ya lo sabemos, el WhatsApp no debería usarse para resolver complicados entuertos. La falta de imagen y de sonido nos lleva habitualmente a entender lo que queremos.

No te fíes de alguien sin confirmación de lectura

… Suelo siempre decir de guasa. A mí, personalmente, no me gusta. Si leo algo y no puedo contestar en el acto, es porque me pilla en mal momento. La persona que me contacta debería entender que le dedicaré más tarde, un tiempo de calidad a mi respuesta.

¿No deberíamos acostumbrarnos a que no nos contesten en el acto? Pues hacemos todo lo contrario. Malinterpretamos siempre una “no respuesta” como sinónimo de pasotismo o como una gran ofensa.

También es verdad que para muchos la mensajería en modalidad “demorada” ya forma parte de una burda estrategia de comunicación. La conversación digital se convierte entonces en una triste batalla de confrontación donde cada uno mide sus tiempos, el uso de acrónimos y de los puntos de suspensión.

Los estados dicen mucho más de mí de lo que pienso

Los estados de WhatsApp siguen la estela de los estados de otras redes. Son tan importantes que existen miles de recomendaciones en webs para que resulten atractivos, interesantes y originales.

WhatsApp ofrece la posibilidad de compartir una imagen o una corta máxima. Suele ser el reflejo de una situación personal, puntual y a menudo idealizada. Desde emitir noticias y opiniones, puede ser simplemente un guiño a nuestro día a día. Efímeras como la vida misma, esas frases en los estados desaparecen solas después de 24 horas.

Aunque puedan parecer algo superficiales, inspiradoras o sencillas impresiones, los estados manifiestan habitualmente sensaciones más profundas y disimulados estados emocionales. Se tiende a usar para expresar un sentimiento, generar alegría, cariño, pena o conseguir una reacción como efecto deseado.

Esa forma de “autoexpresión” puede resultar, sin embargo, tan liberadora como un ejercicio arriesgado. La tendencia a crear estados que destaquen ciertos aspectos puede contribuir a la comparación y la competencia, afectando a nuestro querido bienestar y nuestra feliz autoestima.

Los estados dicen mucho más de mí de lo que pienso. Hay que saber que todo el mundo está al tanto de nuestras publicaciones y de su potencial acometido. Una amiga que actualiza su estado “todo el rato” puede haber roto recientemente con su chico, querer llamar su atención o sencillamente estar en búsqueda activa de otro noviazgo.

El morbo máximo es saber quién ha visto la actualización de tu estado y, más o menos, cuando. “Es sorprendente la velocidad con la que la gente los ve al segundo de ser publicados”, me confiesa mi amiga. De hecho, existe en la configuración de privacidad, la opción de personalizarlo. Se pueden excluir a personas y ese contacto que ve al instante tu estado y nunca reacciona, es el más firme candidato. En el caso de mi amiga, ha excluido a tantos que pronto no la verá, ni el Tato.

Pequeños cambios en redes, grandes efectos sociales

La mensajería instantánea domina el mundo. Herramientas como la confirmación de lectura y los estados en las aplicaciones, no solamente han transformado la forma en la que interactuamos en redes, sino que también han originado nuevos códigos y lenguajes. Sus características reflejan y moldean nuestros estados de ánimo y cambian por completo nuestros comportamientos sociales.

La relación entre los estados y el momento emocional de la gente es un fenómeno intrigante y fascinante. Actúan como una extensión de nuestros habituales idiomas y transmiten mucho más de lo que la palabra supone.

Mientras que los estados ofrecen espejos emocionales que pueden ser tan problemáticos como inspiradores, la confirmación de lectura introduce una capa de inmediatez y de presión en la interacción como nunca antes.

Ambos elementos destacan la complejidad de nuestras interacciones en un mundo digital donde el derecho a la intimidad y las libres interpretaciones se mezclan en una frenética comunicación de actualizaciones sociales.

Será fundamental tomar consciencia de cómo estas herramientas afectan a nuestro más cercano ámbito relacional y a nuestro bienestar emocional, y de cómo deberemos encontrar un equilibrio entre autenticidad, conectividad y privacidad en el ámbito personal.

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