Opinión

Confesión, coartada y justificación

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Es imposible abstraerse en el perfil de uno de los fundadores de la nueva izquierda cuando el motivo de su salida es el reconocimiento de conductas machistas después de hacerse público un testimonio de abusos. Ya no cabe hablar de denuncias anónimas porque el comunicado de dimisión tiene mucho de confesión y de autojustificación. Iñigo Errejón deja el escaño y la política sin pedir perdón con una carta repleta de medias verdades. No es creíble que llevara tiempo pensando en irse cuando la investigación interna en Sumar y su salida se ha precipitado en 48 horas. Cuando, a pesar de colocar la salud mental en primera línea política, en parte se escuda en ella para señalar un comportamiento “tóxico” y “patriarcal”. Durante la investigación interna, Yolanda Díaz preguntó a Errejón si estaba en condiciones de asegurar que no aparecerían más casos. No pudo.

Errejón no decide recuperar la coherencia entre lo político y lo personal ahora. Lo hace forzado por las denuncias. Desde que empezó en política llevó la bandera del feminismo. Abanderó que la agresión no sea una vergüenza para la víctima, si no para el país y su agresor. Que quien denuncia y planta cara a la violencia, al miedo, tuviera a las instituciones de su lado. Sin embargo, en su comunicado se describe como una suerte de Jekyll y Hyde. Está “la persona y el personaje”. Alguien que “subsiste “en primera línea política y mediática de manera eficaz emancipándose de los cuidados, la empatía y de entender las necesidades de los otros”.

Mientras no sepamos hasta dónde llegan las acusaciones es difícil hablar de las virtudes o aciertos de Errejón en política. Hay errores que ensombrecen casi cualquier mérito. Su currículum en frío está en Wikipedia. Para completarlo hace falta saber qué está pasando. Hasta dónde llegan las denuncias en fondo y forma. Quién sabía algo. ¿Alguien lo ha encubierto? ¿Se le ha tapado internamente desde Más Madrid, Más País, Sumar e incluso Podemos? Porque en ese haber llegado “al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”, no sabemos cuánto tiempo ha durado ni dónde puso el límite.

El comunicado es insuficiente y falta aclarar el alcance. No se puede descargar la responsabilidad en el ritmo frenético de la política, llena de hombres y mujeres que no maltratan a nadie. La política no te convierte en un “monstruo”. Tener poder no te hace un “psicópata”. El abuso o el machismo es personal e intransferible. Y en su carta, Errejón no es capaz de hacerse del todo responsable de sus actos. Habla de un mal generalizado “de los hombres” -en la misma lógica, Trump podría decir que el mundo le hizo así-. El neoliberalismo al que culpa de los excesos, escribe que recae en “compañeros y compañeras de trabajo, de organización”. Ahí es dónde tiene que investigar Sumar, en el entorno del partido y de trabajo, generar las condiciones para que, si hay más casos, puedan denunciar sin miedo.

Lo críptico del comunicado, sin ese perdón a quien admite haber hecho daño, puede formar parte de una incapacidad para reconocer cuando se traspasa la línea roja del maltrato, el abuso o el acoso. Las denuncias anónimas no sirven en lo judicial. Pero abierta la espita por la periodista Cristina Fallarás, el testimonio anónimo difundido en sus redes ha destapado un rumor generalizado, otra voz anónima ignorada en 2023 y una docena de testimonios por verificar, según dijo en La Noche en 24h. Elisa Mouliaá ya ha puesto su nombre y apellido. “Fui víctima de acoso sexual, quiero denunciarlo”.

Aseguran en Sumar que preparaban su expulsión cuando Errejón reconoció los hechos. “Es la voz de las víctimas lo que debe primar”, dice la portavoz Elisabeth Duval. “Ver si existen más casos y cómo se concretan”. El gobierno de coalición le ha dejado caer. Yolanda Díaz abrió la investigación y Pedro Sánchez ha lanzado una “condena” a quienes “atentan contra la igualdad” y extendiendo el apoyo “a todas las mujeres que sufren”. Ya es un avance en una dimisión que no se habría producido hace diez años, cuando Errejón llegó y cofundó Podemos, después Más Madrid, Más País y acabó en Sumar. Diez años de nueva política que sepulta a uno de sus líderes por los motivos que tanto defendió. Un fracaso para Errejón, un éxito para la sociedad.

Su caída llega con un Sumar noqueado, sin liderazgo orgánico y ahora sin portavoz parlamentario. Esto no acaba aquí. Iñigo Errejón tendrá que dar explicaciones públicas. Sumar también. Al mensaje de tolerancia cero de Yolanda Díaz le falta contundencia o parecerán cómplices. Porque si el patrón es como describen internamente desde las formaciones que conocen al ya exportavoz de Sumar, nada de lo que ha hecho caer a Errejón empezó en 2023.