Chrissie nació en Ohio en 1951 y siempre tuvo claro que lo suyo era el arte. Antes de convertirse en una roquera famosa estudió Bellas Artes y vivió en Londres, donde trabajó en el New Musical Express y en SEX, la tienda que por entonces tenían Vivienne Westwood y Malcolm McLaren, ambos iconos del punk. A sus veinte años su objetivo era montar su propia banda de rock.
Conchita, por su parte, nació en Valladolid en 1939. Estudió danza clásica y con quince años ya estaba trabajando como actriz de reparto. También tenía claro, a esa edad, que lo suyo era ser artista. Puede que, en este punto, ya sepas de quiénes estoy hablando. Pero por si acaso aún no lo has intuido o quieres confirmarlo te digo ahora mismo quienes son. Chrissie es Chrissie Hynde, fundadora y cantante de The Pretenders. Y Conchita es Concha Velasco, presentadora, cantante y actriz de cine y teatro.
Ambas pertenecen a distintas generaciones ya que median más de diez años entre sus fechas de nacimiento y además crecieron en sociedades muy distintas. La España de Concha Velasco a sus quince años era la España de los años cincuenta, creo que con eso queda dicho casi todo, mientras que Chrissie Hynde tenía veinte años en los primeros años setenta cuando llegó a Londres. Más que dos sociedades distintas podríamos decir que sus vidas artísticas comenzaron en dos planetas distintos.
Los estilos son los estilos, y Chrissie era para mí el icono de roquera cuando yo tenía veinte años. Los vaqueros ajustados, los chalecos combinados con corbatas que no necesitaban una camisa, las botas de punta. A mí me encantaba. Entonces, cuando yo tenía veinte años, Chrissie tenía casi ya los cuarenta. A Concha Velasco, por su parte, yo la veía como una madre o una de nuestras tías, con ese estilo clásico y tan reconocible en este país, pero a su vez, tenía ese algo de las mujeres que no se han quedado en casa porque sus proyectos están fuera de ella, en este caso, proyectos de cine, teatro y televisión. Reconozco que a Concha Velasco no le prestaba demasiada atención. También desconocía su juventud, porque no es ninguna novedad que cuando eres joven no te interesa la juventud de la generación precedente, la de tus padres, siempre necesitas irte un poco más atrás.
Ahora que he pasado la barrera de los cincuenta me doy cuenta de que estoy igual de lejos y de cerca de cualquiera de las dos. Que cualquiera de los dos caminos que tuvieron que transitar fue igual de fácil y de difícil, casi seguro más lo segundo que lo primero en ambos casos.
A sus 72 años Chrissie Hynde sigue reivindicando su estética roquera y girando con su música (en breve toca en Madrid con su banda). A Concha Velasco, ahora que se ha ido, la veo con otros ojos. Con los ojos de una mujer, que soy yo, que quizá ya ha vivido la mitad de su vida. Y pienso en ella y en las mujeres de su generación, una generación tan distinta a la mía, la generación de mi madre, de mis tías y de todas esas chicas ye-ye a las que sólo empecé a entender cuando me fui haciendo mayor. Pienso que es con los años cuando uno puede darse cuenta, o al menos es cuando yo me he dado cuenta, del coraje y las ganas que se necesitan para seguir adelante, a partir de cierta edad, con los proyectos que uno pone en marcha. Coraje y ganas que con el paso del tiempo tenemos que ir alimentando, porque siempre llega un momento en que la energía de la juventud se va agotando, y llega la pereza, con su mensaje tentador de no invertir más energía ni tiempo, para qué, qué necesidad. Sólo si uno es capaz de descubrir que todo eso lo hace para uno mismo, seguirá adelante.
Porque es cuando uno se hace mayor, cuando ha visto y experimentado suficientes derrotas, que se demuestra ese valor de querer seguir adelante, de vencer esa pereza, y volver a exponerse. Supongo que eso sólo está reservado para los valientes.