Opinión

Cinco rutinas saludables para evitar los estereotipos

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Terminan las vacaciones y comienzan los buenos propósitos: este año voy a comer más sano, haré más ejercicio, quiero pasar menos tiempo frente a las pantallas, pienso tomarme las cosas con más calma… También es buen momento para plantearnos mejorar los hábitos a la hora de comunicarnos. A nivel personal podríamos decidir abandonar determinadas redes sociales que fomentan el odio y la confrontación. O intentar centrarnos en las propuestas positivas y constructivas en lugar de emitir siempre juicios negativos. Incluso, podemos optar por publicar más fotos nuestras en las que se ponga en valor la dimensión profesional y nuestras interacciones sociales en lugar de centrarnos solo en nuestro aspecto. Todos estos gestos ayudarían a construir una comunicación más equilibrada y sana.

A nivel empresarial también podemos utilizar la comunicación para renovar la imagen de la compañía y que se perciba como una organización moderna, que se preocupa y cuida a las personas y demuestra profesionalidad. Cambiando la forma en la que transmitimos nuestros mensajes, no solo creceremos como marca, también estaremos contribuyendo a mantener un clima positivo y respetuoso con todo el mundo. Como entrenadora en hábitos de comunicación saludables, estas son las cinco rutinas básicas que recomiendo practicar:

Buscar el equilibrio

Mejorar nuestra cultura visual no significa censurar ni eliminar lo que ya se ha emitido sino ampliar el imaginario con nuevas perspectivas. Los estereotipos son repeticiones que acaban limitando la manera en la que percibimos a determinadas personas y que pueden convertirse en modelos prescriptivos. A la hora de crear un nuevo personaje o relato podemos decidir mostrar una dimensión de su personalidad que no sea la más habitual. Por ejemplo, retratar a los hombres empáticos y cuidadores en lugar de individualistas o agresivos y a las mujeres profesionales y ayudándose entre ellas, en lugar de hipersexualizadas o enfrentadas. Necesitamos ver a más figuras masculinas hablando abiertamente de sus emociones y a más femeninas liderando proyectos, para saber que podemos ser así y ejercerlo.

Fomentar la diversidad

Como en un buen menú, un relato sano ofrece variedad de perfiles y rasgos. Ya hemos comprobado que ver diferentes personalidades y cuerpos hace que nos sintamos mejor y a la vez promueve la tolerancia entre las personas. No se trata de que en cada anuncio o película aparezcan todos los perfiles a la vez (caucásicos, asiáticos, africanos, jóvenes, mayores, delgados, gordos, discapacitados, con vitíligo…) sino ir alternando para que en cada comunicación los protagonistas vayan cambiando. Si en un anuncio hemos contado con personas jóvenes, en el siguiente podemos contar una historia centrada en edades más adultas. Si en una película la protagonista es heterosexual, en la siguiente podría ser bisexual. También es importante dejar de etiquetar los mensajes según el tipo de cuerpos o características de quienes aparecen en ellos.

Alinear el punto de vista

La mejor forma de evitar los estereotipos es alineando el mensaje con el punto de vista de quien lo protagoniza. Si queremos crear un relato sobre la maternidad lo ideal es que lo dirija una mujer que haya sido madre y haya experimentado esa vivencia. Si queremos hablar de la pobreza deberían ser las personas que la sufren quienes nos hablen de ella y no hacerlo desde una visión externa. Si la creación del relato depende de un grupo de personas hay que asegurarse de que dentro del equipo haya perfiles que viven o hayan vivido esa situación.

Reducir la violencia 

Es habitual recurrir a la violencia para generar atención. La violencia puede ser de muchos tipos: peleas, lenguaje agresivo, desprecio, situaciones de abuso o sometimiento… Estar presenciando constantemente escenas violentas no genera necesariamente que seamos personas más violentas, pero sí repercute en que estemos más nerviosas, estresadas, levantemos el tono de voz, tengamos menos tolerancia y paciencia. También está comprobado que ver violencia nos hace más tolerantes a ella. Esto implica que cuando veamos situaciones similares probablemente no hagamos nada para evitarlas. Normalizar la violencia no es positivo para nuestra sociedad.  Se pueden crear relatos profundos e interesantes sin recurrir a ella.

Adquirir conocimiento

Hay muchas fórmulas para evitar todos esos clichés que repetimos sin darnos cuenta. Pero para poder cambiarlos primero hay que saber identificarlos. Los hemos visto y usado tantas veces que se han vuelto parte de la normalidad y no solo no los percibimos, sino que cuando alguien los señala ponemos resistencia. La mejor manera de crear una comunicación rica y libre de sesgos que nos limitan es recibir formación y contar con personas expertas a la hora de crear nuevos contenidos.

Empieza el nuevo curso y queremos escribir con buena letra. ¿A qué esperas para dejar atrás los estereotipos?

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