Opinión

Bye, bye, 2024

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Se presume indispensable no cerrar el año sin haber hecho un resumen, de estos tan de moda ahora en redes sociales, en los que se escogen las mejores fotos del año, para – en ocasiones – aparentar lo maravilloso de la vida.

A nivel político ha sido un año frenético, y no en cuanto a los objetivos de la sociedad alcanzados, sino en cuanto al enfrentamiento dialéctico cada vez más habitual y que sigue menoscabando todo el sistema político español.

Un año en el que las cesiones a Cataluña en detrimento del resto del país han sido la tónica, un año en el que un prófugo de la justicia parece tener “atado en corto” al Gobierno de todo un país. Un año en el que cada vez hay menos bien común y más bien individual, un año en el que la amnistía ha sido protagonista.

Si hemos de citar “hitos” se este 2024 no podemos eludir los días de “reflexión” solicitados por el presidente, el amago de dimisión, o todos los escándalos de corrupción que tenemos sobre la mesa a día de hoy.

Nombres como Koldo, Ábalos, Aldama, fiscal general del Estado, Begoña… Se han alzado con el dudoso mérito de ser protagonistas de diferentes casos de presunta corrupción. Casos que lejos de traer dimisiones de los presuntamente implicados, ha traído dimisiones de aquellos que no han querido seguir apostando a ciegas a “todo al rojo”.

Un año que dejamos en el que a nivel internacional no hay menos tensión, nuevos conflictos bélicos, la continuación de la guerra en Ucrania, la caída de un dictador como Bashar Al-Ásad, el acreditado “tongazo” en las elecciones venezolanas, el regreso de Trump al poder, o el inusitado protagonismo del presidente argentino. El conflicto con Javier Milei en honor a la verdad, ha sido el resultado de la voluntad del ministro de transportes español por seguir generando conflictos, ante la incapacidad de gestionar la actividades propias de su cartera. El caos ferroviario sigue sin resolverse.

Para la ministra de trabajo este es el año en el que se ha conseguido la reducción de jornada laboral. Para la mayoría de los empresarios españoles – pymes y autónomos – este es un año más en el que las políticas que buscan atacar a las grandes corporaciones la siguen pagando los que ponen su vida para que sus negocios sigan adelante. La disociación de la realidad de los emprendedores en general, y de las emprendedoras en particular sigue sobre las grandes empresas, hace que siga sin atenderse a la mayoría generadora de trabajo del país.

Si eres autónoma, olvídate de la igualdad; no solo porque el término ya se haya prostituido tanto que casi ni se le reconoce, sino porque conciliar siendo emprendedora sigue siendo la gran asignatura pendiente de este y de los anteriores gobiernos.

Despedimos un año en el que la crisis migratoria se ha convertido en el gran negocio de muchos, llegando a ver centenares de cayucos en playas mauritanas a la espera de emprender el camino hacia Canarias. Una crisis sobre la que se nos ocultan muchas cosas, una crisis en la que los que pierden son los que se juegan la vida, pero también una crisis en la que los ciudadanos receptores cada vez más miran con recelo.

Fango

La maquinaria del fango se ha extendido a todos los ámbitos, dominando la situación comunicativa y creando e inventando relatos favorables o desfavorables a demanda. Cada vez es más difícil distinguir entre realidad o ficción, cada vez es más difícil entender que es lo que sucede realmente.
La desigualdad sigue palpable, se cobra más, pero la vida sube aún más. Se nos está quedando una sociedad de ricos-pobres que difícilmente podrá aspirar a la prosperidad. Adiós clase media, ya te estamos echando de menos.

El año termina con una situación que nadie querría, una Dana que no solo se ha llevado muchas vidas y arrasado lo material encontrado a su paso; sino que también ha dejado con el “culo al aire” (perdonen lo coloquial de la expresión) a todos aquellos gestores incapaces de hacer su trabajo, incapaces de gobernar en momentos de crisis. La frase del año es y debe de ser el pueblo salva al pueblo, porque en momentos de desastres naturales, somos las personas y no las ideologías, las que al final, estamos ahí.
Que los numerosos códigos Franco que comienzan a activarse no nos nublen el juicio, porque en este 2025 que en nada llegará, tenemos que ser exigentes y cautelosos con lo que escuchamos.

Menos ruido en 2025

Permítanme que pida por un 2025 con menos ruido, en el que se hable del pueblo y se trabaje por el pueblo. Un año en el que la ciudadanía vuelva a ser la protagonista de la política, y a la que se nos deje de etiquetar como si de ganado se tratase.

Debemos aspirar a mucho más de lo que parece nos dejan; pero juntos podremos exigir lo prometido, demandar lo necesario y reprochar lo no realizado.

Bye bye 2024.