Opinión

Berlanga está de moda

Carles Puigdemont, durante su breve aparición en Barcelona
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No se cuantas temporadas tiene el “procés” pero el último capítulo de la primera serie es de infarto. Digamos que el resumen es el siguiente: el expresident de Cataluña huido que quiere volver a gobernar Catalunya ha venido a burlarse a y a reírse de la Policía de la Generalitat. Puigdemont ha vuelto y Puigdemont a vuelto a huir. Y todo en la misma mañana de una sesión de investidura donde tocaba hablar de progreso, de servicios sociales y de dar la vuelta a Catalunya como si se le da la vuelta a un calcetín. Dentro del permanente esperpento político en el que vive España, lo último es ver como un fugado de la justicia se presenta en Barcelona con total descaro ante la pasividad de las fuerzas policiales.

A mi me surgen muchas preguntas que imagino que en algún momento alguien debería de responder. ¿Por qué y quien ha permitido esto? ¿Por qué no ha intervenido ni la justicia ni la policía? ¿Ampara a Carles Puigdemont la Ley de Amnistía como dice la Fiscalía? ¿Volverá a refugiarse en otro país europeo? ¿Quién le apoya económicamente? ¿Le interesa al gobierno de España permitir este capítulo que a todos nos ha parecido bochornoso?

Puede ser que esta última actuación de Puigdemont, que no sabemos todavía como calificarla, sea la demostración clara de que Catalunya tiene que pasar página, no puede permitir que la excepcionalidad constante a la que se han visto desde hace tiempo sometidas las instituciones catalanas sea una dinámica recurrente. Y todo esto a veinte minutos de arrancar un debate de investidura para proclamar un nuevo president que lleva meses negociando su elección para comenzar a mover una Catalunya que está completamente paralizada ante tanta incertidumbre. Y eso que para Puigdemont no hay nada más importante que Catalunya y los catalanes.

Puigdemont sigue en su papel de desestabilizar, el mismo papel que tuvo en el año 2017. No le han salido las cuentas como el quería y ha venido a España a reventar el acuerdo del PSC y de ERC y a ponerle en un papel muy difícil a Pedro Sánchez. Junts tiene que decidir si quiere ser un coro de apoyo a Puigdemont porque después de la “performance” de las últimas horas le toca decidir que quiere ser de mayor. El bloque independentista está completamente roto y ambas partes se odian, Junts ha sido incapaz de convencer a ERC de que la peor salida era la investidura de Illa y ahora le toca decidir si quiere seguir aplaudiendo todas las actuaciones del “mago” Puigdemont o empezar a hacer camino con políticas propias de partido. Ayer el independentismo escenificó su ruptura. De hecho a esta hora no sabemos si en las cuentas de Puigdemont pesa más boicotear la investidura de Salvador Illa o la declaración oficial de guerra a Esquerra. A partir de ahora ERC y gracias a Junts pasa a consolidarse como el socio nacionalista preferente del PSOE tanto en el Congreso de los Diputados como en Catalunya.

La buena noticia para Illa es que él no va a necesitar al partido del Expresident huido para aprobar unos presupuestos. Esto es lo tremendo: recordar que el Gobierno de España depende en gran medida de él. Un gobierno que de momento está igual de desaparecido que el prófugo. Nadie ha hecho declaraciones de lo que ha pasado en las últimas horas ni tampoco de lo que paso la semana pasada cuando ERC anunció que había llegado a un acuerdo económico que incluía una “financiación singular” para Catalunya con lo que eso conlleva. Según fuentes de Moncloa de todo se hablará cuando Salvador Illa sea el nuevo president de la Generalitat. Pues bien desde ayer a las 19:38h de la tarde Illa es el President de los catalanes con el apoyo de ERC y de los Comuns. Toca hablar y veremos que nos depara la próxima temporada.