Por fin tenemos un pacto de Estado entre las dos principales fuerzas políticas españolas. A mi personalmente no me hace mucha gracia que este tutelado por Europa pero tengo que reconocer que en este caso ha sido un ultimátum para ambas partes. Y no me gusta porque para lograrlo se ha hecho una insólita cesión de soberanía al recurrir a Bruselas para conseguir que se cumpla la Constitución española. Pero bueno está firmado y hay que celebrarlo.
Gobierno y oposición no pueden vivir en la guerra permanente y la ciudadanía aplaude que aunque sea por una tarde se haya vuelto a la institucionalidad y a la esperanza de poder llegar a acuerdos entre las dos principales formaciones políticas. Aquí ganan los ciudadanos principalmente los dos tercios de votantes a los que representan el PSOE y el PP. Pero es que además medido en estrategia política ganan ambas partes. Para Pedro Sánchez el acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial es un balón de oxígeno que elimina el lema del contrincante acerca de los muros y de la imposibilidad de llegar a ningún acuerdo con Moncloa. Y para Alberto Núñez Feijoo es un tanto que se apunta porque no se ha dejado llevar por intereses partidistas, ni sectores críticos internos que apostaban y así lo han verbalizado con lo de al PSOE de Sánchez “ni agua”.
Está muy bien que los dos principales partidos hayan acordado avanzar para despolitizar la justicia aunque los nuevos vocales hayan sido elegidos por un nuevo reparto entre ellos. Es cierto que la lista pactada de los 20 vocales han sido aprobados por la mayoría de las asociaciones de jueces y fiscales pero los nombres se los han repartido entre los dos partidos. Es importante que haya modificaciones legales para separar la política de la justicia para eso de lo que se habla mucho ahora de despolitizar la justicia porque en mi opinión es igual de grave salir de un Consejo de Ministros y entrar en la cúpula judicial como jactarse de tener controlada a la sala segunda del Tribunal Supremo. Esto separa a la ciudadanía con la justicia y no podemos dejar que la mancha de la no confianza en los jueces se extienda como una mancha de aceite en el mar.
Y ¿ahora qué? ¿qué va a pasar? ¿Van a seguir pactando aunque en público siga el tono crispado e incluso faltón? Lo deseable sería que en los próximos días se aprovechase el tirón del “espíritu Bruselas” y se llevasen a cabo nombramientos necesarios en instituciones como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el Banco de España y Radio Televisión Española. Fuentes de ambos partidos aseguran que las negociaciones del CGPJ se han llevado en paralelo con estos nombramientos que hay que hacer pero hay que comprobar si la declaración de amistad de la que hablaba Esteban González Pons va más allá o si estamos hablando demasiado pronto de amor cuando queremos decir sexo. Porque a lo mejor nos estamos “viniendo arriba” ante tanta degradación de la política doméstica. De hecho toca reflexionar entre todos si está bien que lo que debería de ser ordinario nos parece insólito.
Me quedo con que el pacto ha abierto una vía de entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas españolas en un momento en el que el desencuentro y la crispación entre ambas había alcanzado unas cotas irrespirables. Haber desbloqueado una cuestión que durante tanto tiempo ha estado tan atascada indica que nada es imposible. Ojalá no sea un sueño de una noche de verano y se pueda extender a otros aspectos de la política española. Así que bienvenido el pacto, pero principalmente bienvenida la negociación.