Opinión

Aux armes, citoyens!

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Ya nadie pone en duda que los presupuestos de Defensa de los países europeos van a experimentar un alza importante. Nadie es mucho decir, pues siempre quedan mentes necias, de luces cortas, de análisis miopes, que no se quieren dar cuenta del cambio del orden mundial y del juego de las relaciones geopolíticas nacidas de la II Guerra Mundial.

El atrevido discurso del vicepresidente J.D. Vance en Múnich, afeando y tomando siderales distancias con lo pudiéramos llamar el pensamiento y la política europea en la propia cara de sus dirigentes políticos, es la prueba del algodón. Ya no queda ni el escudo del citado artículo V del Tratado de la OTAN, aquel por el que la organización militar se movilizaría como un solo hombre ante el ataque sufrido por alguno de sus miembros. Los europeos están viendo que el Tío Sam americano les va a dejar huérfanos ante su propia inanición. Se quedan desprotegidos frente a las garras del oso ruso de Vladimir Putin. El líder ruso quiere que la OTAN, es decir, los americanos, retire sus tropas de las tierras de lo que fue el imperio de los zares y el soviético. El peso de la historia persigue el inconsciente del autócrata. No es descartable, por tanto, que Trump mande de vuelta a casa a sus hombres destinados en el Báltico, dejando a los europeos expuestos, tiritando de miedo, ante el rearme militar de Putin.

Europa no debería perder el tiempo con sus discusiones y contrastes de puntos de vista. Mientras los líderes europeos sonríen, parlotean y dudan en París, Trump y Putin avanzan en sus decisiones sin contar para nada con ellos. Los europeos deben tomar medidas urgentes para crear una industria propia de defensa y un pacto de mutua colaboración militar fuera de la obsoleta OTAN, incorporando al Reino Unido y a Noruega a sus desnutridas filas.

Los mercados están reaccionando con presteza. Las empresas de defensa están batiendo récords en las últimas semanas. La sueca Saab, la alemana Rheinmetall, la italiana Leonardo, la francesa Thales y la británica BAE Systems han experimentado mejoras situadas en una horquilla entre el 8% y el 16%. La española Indra se ha quedado algo atrás, lastrada por la compra de Hispasat, pero cabe pensar que su recuperación será inminente.

Europa ha perdido mucho tiempo, me atrevería a decir que décadas, entretenida en su mundo feliz de pacto verde, transición energética, jubilados tempranos y vida fácil, mientras a su alrededor la geopolítica mundial cambiaba. Ahora toca borrón y cuenta nueva. Pues, entre otras cosas, y rechazando engañarnos al solitario, cada vez son más los que se alejan del sueño europeo y abonan posiciones que aterrorizarían a Monnet, Adenauer, Schuman o Delors. Pero son tan europeos como los de pedigrí.

El International Institute for Strategic Studies (IISS) acaba de publicar su informe The Military Balance 2025, compuesto por unas 500 páginas de datos y análisis. El gasto mundial en Defensa ascendió a 2,46 billones de dólares, un 1,9% del PIB, con un crecimiento del 7,4% respecto al año anterior y un 34% respecto a 2014. Estados Unidos, que gastó 968.000 millones, lidera de largo el ranking. Europa destinó 457.000 millones, de los que unos 326.000 corresponden a la Unión Europea. China gastó 235.000 millones de euros, mientras Rusia, tras la guerra de invasión de Ucrania, 146.000 millones. España, con un desembolso de 19.500 millones, se encuentra en el pelotón de cola de las potencias medias, muy lejos de Alemania y Reino Unidos, con alrededor de 85.000 millones cada una; de Francia, con 64.000 millones, o de Italia, con 35.000 millones.

El análisis del gasto en Defensa de la Unión Europea sonroja a nuestro país. Somos el quinto por la cola en porcentaje de PIB, con un vergonzoso 1,2%, muy lejos del listón del 2% que se ha impuesto en estos últimos tiempos y, por supuesto, del 3,3% de Polonia o del 3% de Estonia.

España se tiene que apretar los machos para alcanzar ese, hoy en día, exiguo 2%. El Gobierno del presidente Sánchez, descontando la parte siempre restante de Sumar, se ha comprometido a acariciarlo en 2029, lo que le obliga a un incremento de 10.000 millones. Pero la OTAN del frugal Mark Rutte pide a sus miembros más cicateros que se rasquen los bolsillos antes del verano. En lugar de cuatro años, serán cuatro meses. Y, ese esfuerzo, para un Gobierno cuyo progreso por ahora no le permite derrochar optimismo con la aprobación de los Presupuestos Generales de Estado parece a día de hoy inalcanzable.

España cuenta con una modesta industria de Defensa con empresas como Indra, Navantia, Santa Bárbara, Escribano, Expal o ITP. Y con unas Fuerzas Armadas compuestas por unos 140.000 militares activos. En los últimos años se han acometido proyectos para renovar el armamento como las nuevas fragatas de la Armada, aviones de combate o el carro 8×8 para el Ejército de Tierra.

Pero todo esto parece poco, muy poco. El objetivo del 2% ya es cosa del pasado al ritmo de los acontecimientos. Trump pide a sus antiguos aliados un 5% del PIB y el propio Mark Rutte demanda un 3,6%.

En la reciente cumbre convocada por Macron, el presidente Sánchez pidió una emisión de eurobonos para financiar los gastos militares y la flexibilización de los ajustes fiscales. Don Pedro no pierde una para evitar que le controlen déficit y deuda. La misma Alemania no simpatiza con la idea española. España lo tiene crudo. La Unión Europea, también.