Hace unos días celebrábamos el día de “La Constitución Española”, fueron numerosas las tertulias políticas que hablaban de ese referéndum que permitió a los españoles avanzar hacia una democracia. Democracia apoyada y plasmada en un texto refrendado por la mayoría de los españoles que votaron en ese histórico momento de nuestra democracia reciente. La Constitución.
Se hacía indispensable hablar de dónde veníamos, para explicar la trascendencia de ese hito democrático y de referencia política a nivel europeo.
El conocer la historia, el saber de dónde venimos, el entender los errores cometidos y los aciertos implementados, nos deberían de dar el contexto suficiente para no dar un paso atrás.
Muchos hemos visto alguna en vez en diferido (otros en directo) ese recuerdo en forma de imágenes y sonido de la etapa preconstitucional, ese popular y trascendente “Franco, ha muerto”.
Me disculpo de antemano por personalizar en estas líneas, pero no quiero dejar de comentar desde la experiencia vivida, para poder expresar de mejor manera esta opinión.
Código Franco
Vivimos en una democracia, y quizás por eso, durante el tiempo que tuve dedicación política, siempre me resultó sorprendente la cantidad de veces que se llevaba al pleno del Congreso de Los Diputados algún debate sobre la dictadura pasada. Me resultaba incomprensible el llamado “código Franco”, ese recurso de debate que se traía a sesión plenaria de manera recurrente cuando era necesario dar un cambio de timón comunicativo.
El debatir más veces sobre asuntos de la dictadura que, sobre educación, sobre la Ley de dependencia, sobre sanidad, o sobre cualquier otro tema de actualidad necesario para la vida cotidiana de los ciudadanos. Política de titular la llaman.
No sé hasta qué punto el abrir heridas de manera indiscriminada y paulatina nos ayuda como sociedad a continuar en una senda de reconciliación. Ǫuizás mi visión está sesgada por el hecho de haber nacido en democracia, pero presumo urgencias cotidianas que hay que atender con diligencia, y sin tanta incidencia comuncativa.
Es sorprendente para todos que sea un gobierno de izquierdas aquel que, queriendo o sin querer, acabe convirtiendo la exhumación de un dictador que debería haberse hecho con acuerdos y sin publicidad, en algo similar a un segundo “funeral de estado”.
Evento retrasmitido internacionalmente, con prensa venida desde todos los rincones del mundo, con fastuosidad y hasta con helicóptero incorporado. Se advierte difícil de entender que se le de tanta visibilidad a un dictador muerto desde hace muchos años. La pregunta sobre ¿qué buscaban con tanta exposición?, supongo que seguirá en gran parte del imaginario colectivo.
Hasta cien actos
La vida pasa muy deprisa, y para que las sociedades avancen es necesario tener políticos que nos hagan avanzar; no políticos que por la búsqueda incesante de la oportunidad mediática sigan cavando trincheras en una sociedad democrática.
Esta semana se volvió a activar el “código Franco”. Las acusaciones de presunta corrupción que asedian a miembros cercanos al gobierno, parece que no han dejado otra opción que levantar esta bandera de nuevo.
Hasta cien actos se harán para conmemorar el fallecimiento del dictador, ¡hasta cien actos!
La historia se vela, la historia se reescribe, la historia se deja de enseñar, porque la reconciliación no le interesa a nadie. Los jóvenes cada vez están más lejos de entender lo que sucedió en España, y con ello que entiendan porqué hay que cuidar la democracia.
No nos deberá sorprender si alguien desde nuestra sociedad del desconocimiento se plantea en algún momento si ¿aún vive?, debido a que tanto protagonismo no parece razonable que se le dé a alguien que ya no vive, y al que tendremos que superar como sociedad en algún momento.
Ǫuizás nuestra sociedad ya superó la dictadura, o tal vez quizás la parte política aún no.