Opinión

¡Apaga y vámonos! ¿Por qué es tan necesario desconectar de tu trabajo en verano?

Phil González
Actualizado: h
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Estoy de vacaciones en el Caribe, en Jamaica exactamente. Bueno, de vacaciones, no realmente. Estoy visitando esta isla increíble y preparando un reportaje. Me levanto temprano y me acuesto tarde. Sin embargo, y a pesar de estar a miles de kilómetros de casa, siento cómo una parte de mí sigue aún allí atrapada. Qué complicado resulta desconectar del runrún diario y disfrutar realmente de nuestro destino.

Pronto llegará el verano y unas merecidas vacaciones para millones de obreros, directivas o banqueros. Volveremos a ver esas atípicas escenas de ordenadores o de móviles en la playa. Ya no existe un solo resquicio para la soledad, para poder disfrutar en paz del silencio de verdad. Se enfrentarán, como cada año, a un falso verano azul sin darse cuenta del potente impacto sobre su salud.

Vacaciones sin remanso, imposible descanso

Las vacaciones no son únicamente para quedarse más tiempo en la cama, gastar más dinero en ropa o apaciguar esas ganas de costa. Ponerse en “modo avión” nos permite evadir de la rutina diaria, experimentar nuevas emociones y hacer una parada. La Organización Internacional del Trabajo culpa de los problemas de salud física y mental, del estrés crónico, agotamiento e incluso a problemas del corazón, a esa falta de desconexión.

Según la Harvard Business Review, el 70% de los directivos sigue conectado durante sus vacaciones al trabajo, anulando considerablemente los beneficios de su merecido descanso. El estrés suele llevar a la depresión y para muchos expertos será pronto la mayor causa de bajas laborales, sin discusión. La serpiente se viene mordiendo la cola. Trabajar demasiado enferma a millones de trabajadores que acaban dejando sus tareas.

Empresa y amigos: los principales escollos

“Mi hijo anda muy atareado” decía siempre, con mucho orgullo, mi madre. Para ella era una prueba incontestable de estatus social, sin saber realmente que la verdadera causante era nuestra arraigada cultura empresarial.

Se ha ido valorando cada vez más una presencia física y/o una disponibilidad constante, quedándonos hasta tarde o en contacto permanente. Muchos trabajadores, y ya no directivos solamente, han sentido la presión de tener que estar disponibles y allá donde se encuentren.

Un papel crucial ha sido el de la tecnología. Los smartphones, correos electrónicos y mensajería facilitan la intrusión del trabajo en todas las facetas de nuestra vida. Un estudio de Deloitte recalca que el 59% de los empleados revisa sus correos electrónicos laborales fuera de sus horarios. Esta cifra aumentaría bastante entre las plantillas de directivos.

Sin olvidar el síndrome del FOMO (Fear of Missing Out) o miedo a perder relevancia y quedarse fuera de algunos acontecimientos. El FOMO es ese temor para perderse oportunidades, tanto en el trabajo como en círculos sociales. Al preocuparse por desperdiciar todos esos planes, nos añadimos una ficticia presión y aún más dificultades.

Algunos consejos de desconexión

Desconectar “allá” significa haberse preparado antes “acá”. Antes de escapar a tu lugar de verano, es bueno realizar un plan anticipado y delegar tareas a miembros de tu equipo. Elegirás los más fieles, fiables y respetuosos de tu tiempo de descanso. Sabrán que cuando llegue su turno, les darás la misma moneda a cambio. También habrás informado a tus clientes, activado las respuestas automáticas y derivado a esos contactos.

Llegado a destino, deberás acostumbrarte a hacerte las preguntas correctas. ¿Necesito realmente llevarme el móvil a todas partes?, ¿Debo estar al tanto de tantos mensajes?, ¿No debería dejar el teléfono en la habitación, imponerme unos horarios y dejar atrás ese culto a las notificaciones?

Cuando viajo a un país lejano, me pongo siempre sus altas tarifas como excusa. Desconecto directamente la opción de llamadas. La gente ya no llama de todas formas. Si hay algo realmente urgente, entenderán que son mis días de reposo y debo airarme la mente. ¿Por qué no disfrutar de esas escenas, de ese paseo, sin tener esa necesidad imperiosa de mandar instantáneas a la familia?

Evito también tomar decisiones, de la más absurda a la más importante. Huyo de ponerme horas para despertar, llevar una agenda y trato de practicar algo de farniente. Soy el típico control freak a quien le gusta organizarlo todo y tomar decisiones. En estas ocasiones dejo a los demás elegir el menú, las horas y demás actividades. En la mesa, rehúyo también de hablar de fútbol o de política, de las típicas discusiones y de las polémicas. Siempre acaban devolviéndote a tus vivencias cotidianas y a lo banal.

El Mindful Travel se impone

La palabra Mindful va tomando fuerza en todas las facetas de nuestra vida. No podía quedarse al margen del mundo del viaje y su oferta turística. Vivir el momento presente (estando de viaje) se ha llamado Mindful Travel.

Viajar conscientemente no significa volar a un destino lejano como El Tibet o La India. Viajar conscientemente puede ser descubrir durante un fin de semana algún rincón de nuestra bella geografía sencillamente. Son muchos los hoteles que proponen, ya como argumentos, una alimentación sana, un rincón del silencio, no tener wifi y aprovechar el momento.

Estar liado será pronto “de pobres”

Suelo decir en mis conferencias que “tener lío” ya no se lleva. Le pese o no a algunos empresarios, no es productivo estar para arriba, para abajo, de reuniones en reuniones, con papeles en las manos. Se supone que los equipos informáticos y softwares habían venido para optimizar nuestros procesos, simplificarnos la vida y al revés, nos la están complicando.

A medida que las organizaciones y sus empleados reconozcan la necesidad de estos periodos de respiro, podrán generar un entorno laboral más sostenible y humano. Un marco que beneficiará tanto a trabajadores como a la productividad de las empresas en su conjunto.

Se suele decir que la mayoría de las veces no dejamos un mal trabajo, sino a un mal jefe. Muchos empresarios visionarios llevan años implementando estas políticas de desconexión. Lideran, con el ejemplo, su propia capacidad para desconectar y a sus empleados les puede llegar a inspirar. Coexisten también en muchas multinacionales unas reglas internas como la de no poder mandar correos electrónicos fuera de horarios laborales o mantener reuniones sin móviles. Todo iría fomentando unos hábitos más saludables. Algunos incluso han aplicado la “desconexión total”, donde cualquier tipo de comunicación se prohíbe durante el periodo vacacional.

“El tiempo es oro” recalcaba el filósofo alemán Hartmut Rosa. Y es cierto que el auténtico lujo hoy ya no es el dinero, sino tener tiempo libre y poder vivir plenamente y desconectados. Un lujo tan a mano en este mundo y, sin embargo, ya al alcance de bien pocos.