Cuando algo se pone de moda, está claro, se repite una y otra vez. Incluso aunque la mayoría de veces se desconozca realmente qué implica o el significado que hay detrás. Y lo vemos constantemente en temas como, por ejemplo, la sostenibilidad (palabra a la que dediqué uno de mis primeros artículos) o las alianzas, palabra que hoy nos trae aquí, pero que debemos empezar a tener en cuenta no tanto como palabra en sí, si no cómo el poder transformador que genera comprender la importancia de generarlas hoy en día. Las alianzas estratégicas entre empresas grandes y pequeñas son hoy, más que nunca, una herramienta clave para el crecimiento sostenible y el impacto positivo y transformador a nivel global. En un momento donde las demandas del mercado cambian constantemente, las llamadas colaboraciones o uniones estratégicas, no solo permiten a las empresas mantenerse competitivas, sino que también son capaces de posicionarlas muchas veces como agentes del cambio. Ya sea en el ámbito de la moda, el diseño, o a través de los esfuerzos por cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las sinergias entre organizaciones o sectores aparentemente opuestos, pero que se necesitan, están marcando el rumbo.
Un ejemplo, de muchos, sonado en el sector: la colaboración entre Zara, gigante del fast fashion y el diseñador Stefano Pilati, perteneciente al mundo del lujo y creativo de las mejores firmas, para crear ahora una colección cápsula icónica para grupo textil, donde él mismo se convierte en protagonista. También su asociación reciente con Fabien Baron para cambiar, por primera vez en la historia, el logo de la compañía. Así pues, Zara gana en calidad artística y reputación, mientras los creativos amplían su audiencia (y cartera), mientras experimentan con nuevas formas de hacer llegar su trabajo a un público masivo. Un match perfecto donde ambos actores salen ganando y el consumidor obtiene productos de mayor valor a precios asequibles.
Otro de mis ejemplos favoritos fue la icónica colaboración entre Louis Vuitton y Supreme. La alianza entre una marca de lujo tradicional, en su día incapaz de conectar con un público más jóven y un titán del streetwear, marcó un hito en la industria de la moda. Louis Vuitton, históricamente visto como un símbolo de exclusividad, encontró en Supreme una puerta de acceso a una audiencia más joven y urbana, que sin embargo busca tanto lujo como autenticidad. Supreme ganó legitimidad y validación en el mundo del lujo, un movimiento que elevó su imagen y ventas globalmente. Este tipo de colaboraciones reflejan como las alianzas bien ejecutadas no solo fortalecen a las marcas en el mercado, sino que generan productos únicos y altamente deseados, capaces de redefinir los límites de la moda. Por cierto, aunque dicha colaboración queda ya atrás, mención especial a que fue de las primeras en cambiar el paradigma, con sus productos agotados en cuestión de horas.
Vayamos ahora más allá de los mundos del diseño y hablemos de un ámbito donde las alianzas han demostrado ser cruciales: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por las Naciones Unidas con un enfoque de alcance (poco realista, por cierto) que mira a 2030. Un plan de metas establecidas que incluyen la erradicación de la pobreza, la acción climática y la igualdad de género y que solo podrán alcanzarse a través de colaboraciones efectivas entre los sectores público, privado y la sociedad civil. La gigantesca Unilever ha sido capaz crear alianzas con diversas pymes agrícolas en países en vías de desarrollo, donde la multinacional colabora con pequeños productores para implementar prácticas sostenibles, mejorar los medios de vida rurales y reducir el impacto ambiental. Unilever, con su gran poder de distribución y capacidad financiera, ayuda así a que las pequeñas empresas puedan adoptar tecnologías limpias y sostenibles, contribuyendo no solo a la sostenibilidad ambiental, sino también al desarrollo económico de las comunidades. Aquí sí podríamos hablar de cómo una empresa tiene el poder de generar impacto y cambiar los rumbos a través de alianzas que generan progreso social y económico.
Y para aquellos que aún no estén convencidos del gran poder que ofrecen las alianzas o consideren que se limitan a algo más holístico, o como elemento marketiniano (que también), buenas noticias: en términos monetarios, las cifras no mienten. Según un estudio de PwC, las empresas que forman alianzas estratégicas tienen un 80% más de probabilidades de crecer de manera sostenida en comparación con aquellas que operan de manera aislada. Esto se debe a que las colaboraciones permiten a las empresas compartir recursos, públicos, reducir costos y acceder a nuevos mercados de forma más eficiente. En el caso de las alianzas para cumplir con los ODS, se estima que la colaboración global podría desbloquear hasta 12 billones de dólares en oportunidades de negocio para 2030, al tiempo que se crean más de 380 millones de empleos.
Posicionar hoy a las empresas como líderes del cambio social y ambiental es el gran objetivo que todas deberían llevar en su hoja de ruta. Nuestro dinero ya no será solo a cambio de un producto, que también, sino que además deberá llevar implícito la contribución social que lleva detrás invertir en ese producto/empresa y no en otras. Ser agentes del cambio es hoy en día la mejor y probablemente la única estrategia para seguir siendo competitivo en el largo plazo.