Opinión

AirBnB, BlaBlaCar y nuevas formas de viajar… ¡Y ligar!

Phil González
Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

¿Cuándo has llegado?, ¿hasta cuándo te quedas? Me encontré ayer con Mayte desayunando en nuestro lugar habitual de vacaciones. Y nos hicimos las preguntas ya rituales.

Me comentó sus planes y su más que positiva experiencia para desplazarse hasta aquí con su app de transporte preferida. Me contó como la habían recogido en su propia casa y dejado, 700 kilómetros más allá, en la mismísima puerta. El viaje le había supuesto lo que costaría un traslado entre la Castellana y Atocha y, a la par, había disfrutado de un viaje divertido y de una conversación amena.

Recordé nostálgicamente como, hace décadas, planificaba mis veranos con meses de antelación, cuando ahora todo se monta en menos de lo que dura una canción. La organización de ese momento anhelado todo el año, ha evolucionado tanto que quedaron atrás los días en los que requería largas horas indagando en catálogos de agencias e interminables llamadas.

La digitalización ha simplificado sustancialmente el proceso, permitiéndonos planificar y contratar todos los servicios, desde el propio móvil, en cuestión de unos minutos. Estos últimos años, aparecieron cientos de plataformas online, ayudándonos a elegir destinos y compañeros de viaje, asignar mejor nuestros presupuestos y organizar actividades.

Aunque suponen una comodidad sin precedentes, también han modificado profundamente la esencia de nuestras vacaciones. Ya no son esa vía de escape de lo cotidiano como antes, donde lo imprevisible y lo espontáneo jugaban unos papeles centrales. Plataformas como Airbnb, BlaBlaCar y otras alternativas, han cambiado no solo cómo nos organizamos, sino también cómo lo experimentamos emocionalmente.

BlaBlaCar: la revolución del viaje compartido

BlaBlaCar fue fundada en 2006 por el francés Frédéric Mazzella y es un claro ejemplo de cómo el sector de los viajes fue trastornado por la tecnología. Como suele pasar detrás de la mayoría de los inventos, había detrás unos imperativos. Mazzella necesitaba regresar a casa para pasar la Navidad con los suyos, y se dio cuenta de que muchos coches por la carretera iban con asientos vacíos.

Así nació BlaBlaCar, una plataforma que conecta a conductores que circulan, de un punto a otro de la geografía, con algún asiento libre y que buscan a compartir gastos y viaje. El segundo país elegido para expandirse fue España. Desde entonces, la compañía ha crecido exponencial y mundialmente, y está presente en 22 países, cuenta con más de 100 millones de usuarios y factura unos 100 millones de euros. No solo hace que carretear sea más asequible y flexible, sino que también fomenta la economía colaborativa y su faceta sostenible.

Una nueva forma de viajar… ¡Y de ligar!

La app modificó drásticamente la manera de organizar las vacaciones, al menos para su segmento de clientes potenciales, esencialmente los más jóvenes. Los viajes en coche siempre dependieron en gran medida de la posesión de un vehículo propio – circunstancias que para esas nuevas generaciones está cayendo en desuso – o de la disponibilidad de transporte público. Con nuestra endémica carencia ferrovial, son muchos los jóvenes españoles que cuentan únicamente sobre la alternativa de los autocares BlaBlaCar permite a aquellos viajeros sin carné o coches propios, desplazarse fácilmente, con gran flexibilidad y con reducidos costos.

Significa una democratización del viaje por carretera, haciendo que más personas puedan considerar destinos inaccesibles o demasiado caros. La gran aceptación de la herramienta en el mercado y el incremento masivo de la oferta de traslados hizo el resto. Hoy permite incluso viajar al último minuto, algo que antes era casi impensable sin tener un coche privado.

Esa flexibilidad no ha cambiado únicamente la forma de desplazarnos, sino también la forma de relacionarnos. Como su nombre lo indica (Blabla), muchos de sus clientes aprovechan para ampliar su círculo de amigos o incluso conocen a su futura pareja durante el “parlanchín” y recorrido. Ya existen probablemente cientos de niños frutos del BlaBla y es, de hecho, el eje central de la película de Álex de la Iglesia, El cuarto pasajero.

Otros ejemplos de disrupción en el sector del turismo

BlaBlaCar no es, ni mucho menos, la única plataforma que ha transformado nuestra forma de gozar de esas semanas de descanso. Booking fundada en 1996, TripAdvisor en 2000, o Airbnb en 2008, han redefinido por completo la experiencia de búsqueda y todo tipo de soluciones de alojamiento.

Aunque, como sus apps homólogas, haya hecho “pupa”, generado disrupción y polémica, Airbnb ofrece hoy una seria alternativa y cambió la dinámica del turismo mundial, permitiendo a millones de viajeros acceder ágilmente a alojamientos únicos. Lejos de los habituales hoteles, dispone de hospedajes privados originales en los lugares más inusuales, desde apartamentos, casas y hasta lujosas mansiones. Brinda una experiencia más personalizada y basada en la geolocalización y unas valiosas valoraciones.

Otros ejemplos pueden ser HomeExchange que permite intercambiar casas con otros usuarios, o Couchsurfing que ofrece alojamientos gratuitos en sofás y casas de particulares.

Sin embargo, y en países significativamente “turísticos” como el nuestro (somos el segundo país más visitado cada año en el mundo), también han generado un importante debate sobre la “gentrificación” y su consecuente impacto. A la par que desafían las normativas hoteleras vigentes, suponen también un aumento del coste de alquiler local en las grandes urbes y dificultan la compra de pisos debido a las distintas formas de especulaciones.

Comodidad y pérdida de emociones

La digitalización del sector turismo ha supuesto, sin lugar a duda, un gran avance y comodidad y un sustancial ahorro de costes a la hora de disfrutar de unas merecidas vacaciones. Desde inspirarse en blogs o redes sociales, elegir destinos, comparar precios y reservar un lugar donde quedarse, hoy en día, organizar y experimentar un viaje incluso lejano, es tan simple como abrir unas cuantas aplicaciones.

Tal vez algo se nos pierda por el camino. Todo se ha vuelto cómodo y relativamente seguro, aunque tal vez le falte ya un poco de misterio. Durante mis viajes africanos de hace años, las tesituras más imprevisibles y, a menudo, caóticas, acababan conformando mis mejores recuerdos.

Las vacaciones solían ser una aventura en sí mismas, con un grado de incertidumbre que añadía emoción a la experiencia. Las conexiones personales, los descubrimientos inesperados formaban parte del encanto del sendero, y le daban importancia a la recomendación y al boca a boca.

Hoy la experiencia es más predecible y organizada, la espontaneidad ha sido, en gran medida, sacrificada en nombre de la eficiencia. Mientras nos alegramos de las innombrables ventajas de la tecnología, también es importante recordar lo que significaba, en gran parte, la magia de cuando se viajaba.

La frase “No se conoce bien a los hombres cuando se han visto sólo en ciudades. Se los conoce en el camino, en medio de las dificultades” se atribuyó a Antoine de Saint-Exupéry, autor del Principito, aviador y gran aventurero.

TAGS DE ESTA NOTICIA