La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) es la entidad que supervisa e inspecciona los mercados españoles. Sus funciones, por tanto, son cruciales para la salud de emisores e inversores y, por tanto, de la Bolsa y de la economía española. Hace unas semanas, su presidente, Rodrigo Buenaventura, confirmó su marcha tras el cumplimiento de sus cuatro años de mandato. Buenaventura, que pasará a ocupar la secretaría general de IOSCO (Organización Internacional de las Comisiones Nacionales de Valores) deja una estela de profesionalidad, rigor y serenidad tras su paso. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tiene por delante unas semanas para proponer al Consejo de ministros el nombre de su sustituto. Uno no tiene más remedio que encontrar paralelismos con el reemplazo de Pablo Hernández de Cos en el Banco de España. En ambos casos, se trata de organismos clave para la economía española, con dos personas de gran capacidad y de perfil técnico que se rodearon de un equipo formado por profesionales de la casa. En el caso del Banco de España, ya sabemos que el nuevo gobernador, José Luis Escrivá, dejó el sillón en el Gobierno para sentarse en el despacho de la sede de Cibeles. Ahora, tenemos el interrogante de si Carlos Cuerpo optará por un político o se inclinará por un profesional del sector.
Lo cierto es que la salida de Rodrigo Buenaventura no puede llegar en un peor momento. Sobre la mesa de la CNMV está la patata caliente de la OPA, ya controvertida, del BBVA sobre el Banco de Sabadell y la frustrada exclusión de Bolsa de la ajetreada Grifols al no prosperar la operación encabezada por Brookfield. Pero, sobre manera, el relevo se produce en medio de una agitada economía mundial que presenta un cuadro en el que nada falta. La llegada de Trump al despacho oval de la Casa Blanca vendrá aparejada de un cambio económico caracterizado por la fortaleza del dólar, la desregulación financiera, relaciones comerciales dominadas por subida de aranceles y una apuesta por los combustibles fósiles. La Unión Europea, por su parte, no encuentra un camino de certeza sumida en la duda entre la transición ecológica de los progres de Bruselas y la invitación a la realidad del Informe Draghi con su apuesta por la reindustrialización, la creación de mercados financieros y la potenciación de la defensa europea. Y, eso, sin olvidar a la alternativa de China, India y Rusia, que persiguen el vuelco en la geopolítica mundial y en el comercio internacional.
Ley24/188 del Mercado de Valores
Volviendo a la CNMV, conviene recordar que se creó por la Ley24/188 del Mercado de Valores, lo que representó una reforma de gran calado en el sistema financiero español. El objetivo primordial del organismo es proteger la transparencia del mercado, la correcta formación de los precios y la posición del inversor. Su principal acción se dirige hacia las sociedades emisoras de valores que se ofrecen de forma pública, así como los mercados secundarios y las entidades que prestan servicios de inversión. En el denominado mercado primario, su actividad se centra en las emisiones nuevas de renta fija o variable y en las ofertas públicas de ventas de valores en circulación. Por tanto, su papel es esencial para un funcionamiento transparente, justo e informado de las empresas cotizadas y de los inversores, ya sean pequeños accionistas o fondos, que apuestan por ellas.
Luis Carlos Croissier fue el primer presidente del organismo. Tras él, se han sucedido una larga serie de nombres de prestigio en la economía y en la política española. Encontramos figuras tan destacadas como Fernández-Armesto, Pilar Valiente, Blas Calzada, Manuel Conthe, Julio Segura, Elvira Rodríguez, Santos-Juárez o Sebastián Abella. Todos ellos, víctimas de la situación política o empresarial, no disfrutaron de unas presidencias fáciles y todos ellos añadieron su grano de arena para poner al día la CNMV, que es tanto como decir para modernizar la economía española. Se han dado importantes pasos adelante para incorporar prácticas de buen gobierno, para garantizar la transparencia de las decisiones empresariales, la mejora de la gobernanza corporativa y unas altas exigencias para saltar el umbral de sociedad cotizada. Pero, por encima de todo, ha estado la protección de la independencia de la institución del poder político de turno.
Rodrigo Buenaventura ha estado acompañado en la vicepresidencia por Monserrat Martínez, otra profesional de la casa. Ambos han gobernado una etapa relativamente calmada de la CNMV, que arrancó en uno de los momentos más críticos, marcado por el hundimiento de la economía consecuencia de la pandemia. Las empresas se abarataron drásticamente y quedaron expuestas a cualquier operación hostil. La recuperación fue más lenta de los deseado, con frecuentes altibajos, pero se puede decir que el IBEX lleva viviendo dos años brillantes con subidas del entorno del 20 por ciento.
Ahora le toca mover ficha al Gobierno para nombrar una nueva presidencia. La tentación vive arriba, titulaba Billy Wilder una de sus legendarias películas. La tentación del gobernante a la hora de afrontar estos nombramientos siempre se mueve entre el político y el profesional. Esperemos, por el bien de las empresas y de los inversores, que el buen juicio y criterio acompañe la decisión.