Opinión

Agárrense para volver

Actualizado: h
FacebookXLinkedInWhatsApp

Se acabaron los cien días de gracia y los arranques a medio gas. Empieza la temporada y aunque agosto ha dado algo de tregua, la agenda se acelerará y se calentará antes de que termine esta semana. Es ya notorio que el ritmo no bajará en otoño, el tono y el fondo será duro y al tiempo no podremos percibir la viabilidad de la legislatura hasta que empiece 2025. Y esa viabilidad, se juega este trimestre. La financiación autonómica previo paso por Cataluña, el posible pacto migratorio entre Gobierno y PP, los presupuestos de 2025, las causas judiciales que afectan al ejecutivo -con más o menos fondo- y el rearme ideológico y orgánico de los principales partidos son las carpetas clave de la política interna.

El Gobierno ha dejado pendiente para septiembre la explicación del pacto fiscal catalán. No es poco. La ministra María Jesús Montero ha dicho lo que no es. “Ni un concierto, ni una reforma al uso del sistema de financiación”. Falta lo fundamental. Saber qué es, en qué consiste la propuesta, cómo se implementará y qué oferta hará al resto de comunidades autónomas. Las explicaciones tendrán que ser a dos bandas. Por un lado a los ciudadanos y a los grupos parlamentarios en las Cortes; y a las federaciones, dirigentes y militantes socialistas desde el 41 Congreso Federal recién adelantado por Pedro Sánchez para noviembre. La primera parada será esta semana en el Senado, donde la vicepresidenta se fogueará en la comparecencia de este miércoles. La indefinición del acuerdo está haciendo daño al ejecutivo en las encuestas y a un PSOE agitado por uno de los debates más sensibles que atraviesa el sistema nervioso socialista: federalismo versus reparto igualitario. El granero de Andalucía frente a Cataluña.

Como acuerdo, tiene mucho de voluntad, dialéctica y poca concreción. Ni siquiera habla de ‘concierto’. Pero ha abierto el debate en canal y Sánchez no podrá evitar el lío interno. El Congreso Federal servirá para reafirmarse como Secretario General un año antes de tiempo (lo que permitían los estatutos), pero también para que los distintos relevos en las comunidades autónomas tomen posiciones de cara al siguiente ciclo autonómico. La financiación en Cataluña servirá más que para definir el grado de federalismo del PSOE, para esa toma de posición, más o menos visible, de los fieles y afines a Sánchez y los siguientes García-Page o Javier Lambán.

Así que convenciones, conferencias y llamadas al orden será la tónica del PP y del PSOE para unir filas. Mientras Pedro Sánchez anunció antes de verano la convocatoria de la Conferencia de Presidentes, Alberto Núñez Feijóo reunirá a los suyos para definir la oposición y no para engrasar las políticas entre ambos niveles de la administración. Los pactos que haya -si los hay-, serán a fuego abierto. Feijóo no convocará de momento el congreso ordinario (siete años hace del último) pero tendrá que abordar cómo unificar los mensajes desde la dirección nacional, decidir si virar hacia VOX, hacia el centro o compaginar un doble idioma fallido hasta ahora. Y por parte del PSOE, toca a los socialistas rearmar el partido, una labor pendiente desde el 28-M. Los conservadores necesitan llegar a un programa de gobierno definido y Pedro Sánchez reforzar el discurso del partido socialista más fuerte de Europa y salir al paso de las tensiones internas, más de las que Sánchez quisiera y también más silenciosas de lo que la oposición querría.

Nuestros episodios nacionales tendrán su punto de inflexión el 5 de noviembre. Las elecciones en Estados Unidos marcarán el próximo ciclo económico y político en Europa y dedicaremos muchas horas a ese análisis, sus consecuencias y las múltiples derivadas. De momento, la extrema derecha no consigue gobernar pero sí marca la dirección de cualquier campaña. No ganó en el Parlamento Europeo, donde se temía que rompieran la mayoría conservadora-socialista-liberal, ni en Francia. Pero allá donde hay elecciones coloca el miedo, la demonización del inmigrante, los derechos de la mujer y tantas otras guerras culturales artificiales que terminan arrastrando a conservadores y demócratas.

De vuelta a lo nuestro, la inmigración seguirá de actualidad unas semanas. El tiempo que tarde el PP en apoyar una reforma puntual que organice el reparto solidario de menores y descongestione Canarias; y el que tarde el ejecutivo en poner la pista de aterrizaje. El pacto desactivaría a VOX, que se retroalimenta y crece en la confrontación. Una refriega donde faltan propuestas concretas desde el ejecutivo para mejorar la coordinación con las comunidades autónomas y que escora al PP por decisión propia al intentar atraer al electorado de Abascal y la lista de Alvise.

Y luego están las causas judiciales. Si hay que apostar, háganlo por el Caso Koldo. La Guardia Civil lleva el volante de la instrucción, los agentes han encontrado de dónde tirar y dará que hablar en breve. José Luis Ávalos, que amenaza con no seguir la disciplina de voto en el Congreso, puede ver peligrar su escaño en los próximos meses.

La agenda viene cargada. Entre todo, lo más importante son los presupuestos 2025. Hacienda los registrará en breve para después buscar los apoyos. Los de Puigdemont ya tiraron los objetivos de estabilidad presupuestaria en julio junto al PP y VOX. La duda nuclear es qué puede ofrecer a estas alturas el Gobierno a Junts. Si no hay oferta posible, no habrá presupuestos. Y si no los hay, la idea de prórroga sine die estará en los planes del ejecutivo mientras se activa la cuenta atrás del oxígeno de la legislatura.