Cada cierto tiempo aparece una serie sobre adolescentes que siempre se publicita como “la serie que nunca olvidarás”. Hace seis años fue Euphoria, que retrataba la vida de un grupo de jóvenes de un instituto de Los Ángeles, una vida llena de drogas, sexo pornográfico, pantallas, ansiedades y soledades. Ahora es Adolescencia, una serie que muestra la crudeza de un joven de 13 años, con una familia normal, que mata a cuchilladas a una compañera de colegio. Es la crueldad sin tapujos ni vetos, incluidos los detalles técnicos del plano secuencia que intensifica la inmersión del espectador en la historia y que han hecho que entre adultos en la calle la serie sea un tema muy recurrente de conversación. La cinta dirigida por Philip Barantini refleja la peligrosa relación de los jóvenes con la tecnología. Psicólogos y expertos en redes señalan que la serie ha causado conmoción y de hecho es una de las más vistas en varios países. Reino Unido incluso se plantea emitirla en los institutos, porque muestra una realidad ante la que estamos cerrando los ojos y que evidencia la soledad de los menores en el entorno digital y la necesidad de regular el espacio digital.
Creo que hemos avanzado en esta materia pero se me siguen ocurriendo muchas preguntas ¿Amplían las redes el bullying? ¿Están haciendo todo lo posible padres y educadores? ¿Es la habitación de un adolescente un lugar seguro? Porque lo que la serie refleja y quiere trasmitir es que no estamos mirando en la dirección adecuada por mucho que se haya progresado. Uno de los puntos fuertes de Adolescencia es que se cuestiona dónde están los adultos, o por qué se deja solos a los jóvenes en un ambiente que es tóxico y que nos hace responsables directamente de las consecuencias que puede tener las redes sociales en chicos que están formando su identidad. Lo que llama la atención principalmente de los cuatro capítulos es que la desorientación de los padres, los maestros y los policías no puede ser más clamorosa. El plano secuencia del investigador principal cuando su hijo le mete en un despacho del colegio para explicarle que no se está enterando de nada y que el lenguaje de los móviles puede llegar a descifrar muchas dudas es brutal.
Uno de los puntos clave de la serie y que más me ha sorprendido son los emoticonos con los que se comunican los jóvenes, porque hasta que no aparece en escena el hijo del policía, pasan completamente desapercibidos para la investigación policial. Con todos los psicólogos y terapeutas con los que he podido hablar resaltan que uno de los problemas que tenemos es que existen jergas que nosotros los adultos, no entendemos. Corazón rojo es amor, corazón morado es deseo sexual, corazón amarillo interés mutuo, corazón rosa significa atracción sin intención sexual y la píldora roja hace referencia a píldora roja de Matrix que es el despertar de los hombres con una actitud misógina según la cual se le han otorgado demasiados poderes a las mujeres. El significado del emoticono que representa un explosivo todavía no es tan conocido, para varios representa el estallido de la píldora roja y finalmente la judía distingue a “incels” en los foros. Los incels son comunidades de hombres que culpan a las mujeres de su fracaso sexual.
¿Es extrapolable lo que cuenta la serie en España? Para los expertos con los que he podido hablar claramente sí, aunque no conozcamos casos a simple vista reconocibles. De hecho estos especialistas sugieren que sería buena idea empezar conversaciones en casa y en el aula porque hay jóvenes que están deseando hablar de todo esto. Si los jóvenes la pueden visionar con un buen acompañamiento y sirve para abrir debates tanto con la familia como con los profesores, puede ser buena opción. No olvidemos que aunque la trama no se basa en un hecho concreto, los creadores de Adolescencia han reconocido que la serie se inspira en sucesos reales. El proyecto tomó como referencia la creciente problemática de los crímenes con arma blanca en el Reino Unido y el guión se vio influenciado por un caso específico en el que un niño apuñaló a una niña. Ojo, porque en esto radica el éxito de la serie: en la capacidad para trasladar al espectador un escenario perturbador y verosímil planteando preguntas incómodas sobre la sociedad actual y los peligros de las nuevas generaciones.